España disfruta cada verano de una de las frutas más refrescantes y más consumidas en nuestro país: la sandía. Una fruta que destaca por encontrarse entre las más refrescantes para soportar el calor y las altas temperaturas de la temporada estival, pero que además destaca por ser depurativa, buena para el cerebro o protectora del corazón, según apunta la Fundación Española del Corazón (FEC).

Un alimento perfecto que destaca por su llamativo y potente color rojo interior y su dura corteza exterior de color verde oscuro. Una fruta milenaria cuyo origen la sitúa en África tropical y cuyo cultivo incluso se remonta a unos 3.500 años atrás, en el valle del Nilo. También llama la atención que existen más de cincuenta variedades de esta fruta en todo el mundo.

Su cultivo y consumo se ha ido extendiendo a lo largo de los años a toda Europa y sobre todo en España, donde en verano pasa a ser una de las frutas mejor valoradas por su contenido de agua y sus beneficios. Sin embargo, su consumo puede llegar a ser especialmente peligroso para las personas con alergia a esta fruta, así como también a las personas diabéticas.

Fuera de estas dos excepciones, la sandía cuenta con algunos potentes beneficios que pueden, desde simplemente hidratarnos, a mejorar incluso nuestra salud ocular, la salud de la piel o ayudarnos a luchar contra infecciones.

Una opción con tan solo 30 calorías por cada 100 gramos, que además destaca por ser una de las mejores elecciones de fruta para incorporar a la dieta y para aquellas personas que quieran controlar su peso y mantener una alimentación saludable. 

Beneficios de comer sandía

La sandía es conocida por ser una fruta sumamente refrescante gracias a su elevado contenido de agua. Y es que, este representa el 95% de su composición. Una característica que la convierte en la fruta con mayor cantidad de agua.

Según la Fundación Española de Nutrición, la sandía destaca también por su contenido en carotenoides como la luteína y el licopeno, este último presente en grandes cantidades.

El licopeno es un potente antioxidante que protege las células del estrés oxidativo y también es responsable del color rojo característico de la sandía y los tomates. Este compuesto puede ayudar a proteger la piel de los daños solares, reducir la inflamación y retrasar el envejecimiento en la piel.

La sandía también es una excelente fuente de vitaminas A, B6 y C, que contribuyen a mantener la piel suave y flexible. La vitamina C, en particular, fortalece el sistema inmunológico y mejora la absorción de hierro, mientras que la vitamina A es esencial para la salud de la piel y los ojos.

Por otro lado, la vitamina B6 ayuda al cuerpo a metabolizar las proteínas de manera eficiente. Asimismo. Todo ello sumado a su contenido de potasio, que puede ayudar a reducir la presión arterial y mejorar el funcionamiento del sistema nervioso.

La vitamina A presente en la sandía es crucial también para mantener la salud ocular y fortalecer el sistema inmunológico, actuando como una barrera contra infecciones.

Sandía partida en rodajas.

Otra ventaja de consumir sandía es su capacidad para mejorar la digestión, gracias a su fibra y al aminoácido citrulina, que favorece la circulación sanguínea y ayuda a regular la presión arterial, según un estudio de 2017 de la Universidad Estatal de Pensilvania.

Sin embargo, como sucede con cualquier alimento, es importante no consumir sandía en exceso. Y es que, existen ciertas personas que deberían evitar su consumo para no comprometer su salud.

Personas que deben evitarla

Entre estas personas que deberían evitar o disminuir el consumo de sandía en España, no encontramos con el ejemplo de las personas que padecen diabetes. Estas deben evitar su consumo precisamente por el contenido natural de azúcar de la sandía.

En este caso, es recomendable que si se ingiere esta fruta sea en su estado natural y no en forma de zumo, ya que al licuarla se pierde la fibra, lo que facilita la rápida absorción del azúcar y aumenta el riesgo de experimentar picos de glucosa en sangre.

Más allá de las personas diabéticas, hay otro colectivo que debe eliminar por completo su consumo. Hablamos en este caso de los alérgicos a la sandía y que deben evitar consumirla en cualquier forma.

Entre los síntomas comunes de una alergia a la sandía se incluyen urticaria, picor en la lengua, los labios o la garganta, tos, dolor o pinchazos en el estómago, vómitos y diarrea. Generalmente, estos síntomas aparecen minutos después de la ingesta, aunque en algunas ocasiones pueden tardar horas en manifestarse.

En casos menos graves, la alergia se puede tratar con antihistamínicos, siempre recetados por un médico tras evaluar los síntomas. Sin embargo, en personas con alergias más graves la reacción puede evolucionar a anafilaxia, una respuesta alérgica grave que puede poner en peligro la vida al causar un shock. Este puede provocar una caída repentina de la presión arterial y dificultades respiratorias.

Los signos de anafilaxia incluyen reacciones cutáneas como urticaria, picazón y enrojecimiento o cambios en el color de la piel. También puede haber hinchazón de la cara, ojos, labios o garganta y un estrechamiento de las vías respiratorias, lo que puede provocar silbidos al respirar y dificultad para respirar o tragar. Otros síntomas son pulso débil y rápido, náuseas, vómitos, diarrea, mareos, desmayos o pérdida de conciencia.

Es crucial que ante cualquiera de estos síntomas se busque atención médica inmediata llamando al teléfono de urgencias 112 y que mientras se coloque a la persona en una posición cómoda tumbado y en el caso de que tenga vómitos, en posición tumbada y de lado. En los casos graves y si ya dispone de kit de emergencia con adrenalina, este debería aplicarse e inmediatamente después, acudir al centro médico o de urgencias más cercano indicando al médico que se ha utilizado el dispositivo.