Las fresas son una de las frutas de consumo común en España, sobre todo en la época primaveral y veraniega. De la misma forma que el resto de frutas y verduras, el consumo de fresas se ha relacionado con diversas mejoras en la salud, tanto a nivel cardiovascular como por su potencial protección contra enfermedades como la diabetes tipo 2 o el cáncer.
Aunque los frutos rojos y bayas en general, como los arándanos o las fresas, se han relacionado con los beneficios descritos al potenciar la pérdida de peso y la reducción de presión arterial, no son pocos los estudios que hacen hincapié en su alto contenido en polifenoles y fibra, a cambio de una baja densidad calórica.
Ahora, un nuevo trabajo a cargo de un grupo de investigadores de la Universidad de Nevada y la Universidad Estatal de Oklahoma, publicado en la revista Nutrients, ha querido saber qué consumo de fresas sería el ideal para potenciar estos beneficios a nivel cardiometabólico.
Como bien recuerdan los investigadores, existen multitud de estudios que indican que el consumo de bayas en general mejoran los niveles de colesterol total, colesterol LDL o 'colesterol malo' y los niveles de triglicéridos. Sin embargo, estos estudios suelen ser muy heterogéneos, sin clarificar las dosis óptimas de consumo.
En este nuevo trabajo han buscado cuál sería la cantidad óptima de fresas a tomar en una dieta cotidiana y equilibrada, sin usar grandes dosis mediante suplementación en forma de polvo de fresa liofilizado, como habrían hecho anteriores estudios.
Para el estudio, 33 participantes fueron divididos en tres grupos en un ensayo cruzado controlado durante 14 semanas. Cada grupo fue asignado a un brazo del estudio durante 4 semanas, con un periodo de "lavado" posterior de una semana. En total, todos los grupos pasaron por todos los tipos de dieta, dejando una separación de una semana entre los ensayos.
Durante el ensayo se usó fresas en polvo por comodidad, pero dichas dosis equivaldrían a una o dos porciones y media de fresas frescas. Se buscó equiparar el consumo a un ambiente real.
Así pues, cada grupo podía consumir una porción de fresas (una dosis baja de 13 gramos de polvo de fresa al día); dos porciones y media (32 gramos de fresa en polvo por día) o un polvo de control sin la fruta. A parte de esto, los participantes podían seguir su dieta y estilo de vida habituales, siempre y cuando no consumiesen otros tipos de bayas o alimentos relacionados durante el periodo de estudio.
Por otro lado, se recogieron muestras de sangre, medidas corporales, presión arterial, datos sobre el resto de la dieta y niveles de actividad física, tanto al inicio cmo al final de cada fase de cuatro semanas del estudio.
Cuántas fresas tomar al día
Según sus resultados, el consumo de dos porciones y media de fresas al día, en este caso en forma de 32 gramos de polvo de fresa, reduciría los niveles de insulina sanguínea y la resistencia a la insulina, pero no lograría reducir los niveles de glucosa o azúcar sanguíneo en ayunas. Al menos en personas con obesidad y parámetros de síndrome metabólico.
Por otro lado, el consumo de dos porciones y media de fresas cada día también disminuiría los niveles de colesterol LDL en sangre de forma significativa, además de otros tipos de partículas de colesterol como el VLDL y los quilomicrones, reduciendo en última instancia el riesgo de sufrir aterosclerosis. Por su parte, una sola porción de fresas no dio lugar a muchas mejoras, a excepción de un aumento de tamaño de las particulas HDL o 'colesterol bueno'.
Según los datos del estudio, estas dosis altas de fresas (dos porciones y media de fresas frescas) equivaldrían a unos 960 mg de polifenoles totales, y ya se habría comprobado en estudios previos que dichas dosis mejoran la resistencia a la insulina. Además, combinar polifenoles de fresas y arándanos (unos 333 mg diarios durante seis semaans) también habría demostrado mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir los niveles de la misma a nivel sanguíneo.
Como conclusión, los investigadores destacan como puntos fuertes del estudio el hecho de haber usado un ensayo cruzado, con el objetivo de discernir variabilidades entre los participantes. Además, se pudo examinar a la vez dos dosis diferentes de consumo de fresas fácilmente alcanzables mediante la dieta, a diferencia de estudios previos donde las dosis usadas en forma de polvo de fresa serían muy difíciles o incluso imposibles de alcanzar mediante un consumo dietético común.
Se tuvo en cuenta un perfil de colesterol y triglicéridos muy detallado, tanto al inicio como al final de cada fase, excluyendo a participantes que ya tomasen algún tipo de medicación contra el colesterol o los triglicéridos previamente.
Sin embargo, como limitaciones, los investigadores destacan el hecho de que el estudio solo duró 14 semanas, y que cada fase tan solo duraba 4 semanas, algo que podría explicar algunos de los efectos sobre los biomarcadores analizados.
Aún así, como conclusión, los responsables del actual trabajo sugieren que el consumo de fresas de forma diaria, en una dosis de dos porciones y media, sí demostraría una mejora significativa respecto a la resistencia a la insulina y a los niveles de partículas de colesterol a nivel sanguíneo. Por el contrario, una sola dosis de fresas diaria parece no ser suficiente.
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