Llega el verano y alimentos como la pera se vuelven más apetecibles que nunca por su alto contenido en agua. Conocida como la fruta de los dioses, muchos la eligen por su valor refrescante y saciador, además de que ayuda a mejorar la digestión por su alta proporción de sorbitol y de fibra.
El problema es que frutas como las peras suelen deteriorarse con relativa rapidez, aunque todo depende de cómo las conservemos. En este proceso, cumple una labor importante el pedúnculo o rabillo que tienen, porque, entre otras cosas, puede contribuir a una mejor o peor conservación del alimento y, por tanto, a que podamos consumirlas sin prisas por temor a que se pudran.
En este sentido, Miguel A. Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos y divulgador, explicaba hace unas semanas en sus redes sociales que, en algunas variedades de peras, como pueden ser el comicio o la pasacrasana, se puede cubrir el extremo del pedúnculo con una cera llamada lacre que, más allá de su razón estética -las vuelve más llamativas y lustrosas-, ayuda a prolongar su vida útil y, en consecuencia, a retrasar su envejecimiento.
Y es que un acto tan simple como colocar un punto de cera en el extremo del rabillo de la fruta tiene unos beneficios notorios sobre el alimento. En concreto, el lacre puede contribuir a reducir la deshidratación y la transpiración de la fruta en cuestión, además de que evita la entrada de patógenos a través de la herida de corte en el pedúnculo.
Tal y como apuntaba a través de un video en sus redes sociales el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, este puntito rojo que podemos ver en el pedúnculo de frutas como las peras, pero también otras como los limones, frena el intercambio de gases que puede hacer que pierdan aromas y que entren agentes externos como hongos o bacterias que pudran el fruto.
La manera más sencilla de poder realizar esto en casa es encender una vela, volcar la cera en una taza o recipiente y sumergir el extremo del rabillo de la fruta que queramos conservar durante más tiempo.
Al igual que ocurre con las manzanas, es importante tener presente que no hay que quitar el rabito, porque, como se ha mencionado anteriormente, cumple un importante papel en el proceso de deterioro de la fruta. Expertos en nutrición insisten en la importancia de no quitarles el rabito o pedúnculo porque se pudrirán con rapidez, y recomiendan tener cuidado al cogerlas porque las fisuras, abolladuras o golpes en la piel contribuirán de igual modo a un empeoramiento más rápido del estado de la pera.
Además de esto, los expertos aseguran que este tipo de frutas no deberían recibir demasiada luz ni conservarse en un lugar donde haya demasiada humedad o calor. Lo aconsejable es mantenerlas el mayor tiempo posible en un lugar fresco y a la sombra.
Otras aplicaciones de la cera
La cera no solo se añade en el extremo del rabito de la fruta, sino que también se puede utilizar para recubrir frutas como las manzanas. Las razones son variadas, pero las principales son que retrasan la senescencia de estos alimentos, mejoran su apariencia e incrementan el período de comercialización.
Aunque las frutas ya disponen de una capa de cera propia, esta se deteriora durante su recolección, por lo que los agricultores suelen añadir una nueva capa a modo de imitación de ese proceso natural. Las ceras que suelen emplearse suelen ser las de abeja o de carnaúba, que son comestibles y ayudan a que las frutas lleguen sin desperfectos o envejecidas a las mesas de los consumidores.