Este artículo no le interesará si tiene menos de 65 años. Excepto si tiene enfermedades metabólicas, como diabetes, obesidad mórbida, insuficiencia renal o anemia. También puede leerlo si padece patologías hepáticas, neuromusculares, cáncer, sordera, algún tipo de disfunción cognitiva o si está inmunodeprimido.
El tema merecerá su atención si es un adolescente que toma aspirina regularmente o si es usted una mujer embarazada. Pero también debería leerlo si trabaja o hace prácticas en un centro sanitario o en un geriátrico o en su hogar convive algún enfermo de los mencionados anteriormente o una persona mayor aunque esté sana.
También si trabaja en servicios públicos esenciales, sobre todo si pertenece a los cuerpos de seguridad del estado, es bombero, trabaja en protección civil, en emergencias sanitarias o en instituciones penitenciarias.
En definitiva, es muy probable que le interese el asunto que protagoniza esta nota porque, si usted es parte de alguno de estos grupos poblacionales, el Ministerio de Sanidad le recomienda ponerse la vacuna contra la gripe: un medicamento con una evidencia científica limitada y que anualmente genera controversia sobre a quién se debe administrar o no. Una polémica que parece no afectar a las autoridades sanitarias, que este año han adquirido 5.100.000 dosis de vacuna.
La evidencia científica sobre eficacia de la gripe es, a primera vista, muy numerosa. Pero si se buscan estudios con la máxima autoridad, los denominados metaanálisis, el asunto cambia.
Sobre todo existen dos trabajos clave. Sin embargo, sus conclusiones difieren, algo que según un experto en bioestadística consultado por EL ESPAÑOL supone "un toque de atención" sobre la calidad de los estudios publicados sobre el tema.
Eficacia en mayores
El jefe de Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Trilla, cita como mejor resumen de eficacia y efectividad el metaanálisis publicado en 2011 en The Lancet Infectious Diseases (PDF). El trabajo habla de una eficacia de la vacuna del 59%, pero sólo en adultos de entre 18 y 65 años de edad. "Ninguno de los ensayos cumplían los criterios de inclusión para niños de entre 2 y 17 años o personas de más de 65 años", explican los autores.
Así, el propio metaanálisis reconoce que no hay datos sobre la eficacia de la vacuna en el colectivo al que las autoridades sanitarias recomiendan vacunarse más. "Falta evidencia sobre la protección en este grupo de edad", se puede leer en la revista científica británica.
Trilla apunta que la publicación "indica que no hay estudios que cumplan los (rigurosos) criterios empleados en el mismo para este grupo de población, por lo que no puede afirmarse que existan evidencias". Pero el experto puntualiza: "Ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia".
El segundo trabajo es un informe de la entidad Cochrane, una institución sin ánimo de lucro que se dedica a recopilar estudios publicados para sacar informes sobre distintos temas. En esta ocasión, la vacuna de la gripe sale aún peor parada. Según su análisis (que incluye algunos de los trabajos analizados en The Lancet, pero no todos, al tener unos criterios más estrictos), para evitar un caso de gripe hay que vacunar a 71 personas.
Hay un problema de base y es la propia definición de gripe. En los ensayos clínicos analizados se han medido los casos de gripe confirmados en laboratorio, algo que no se suele hacer en la práctica clínica, como reconoce el médico de familia Enrique Gavilán, que se muestra contrario a la administración generalizada de la vacuna.
"La recomendación es clara en pacientes con EPOC o diabetes avanzada o en personas a punto de entrar en diálisis porque son claramente grupos de riesgo; el problema está en las personas mayores sanas o las embarazadas, para las que la literatura científica no lo deja claro", señala el galeno, que denuncia que los profesionales sanitarios son presionados para vacunarse a pesar de no haber datos que apoyen esta medida.
"Hay medidas, como lavarse las manos, que tienen una eficacia mucho más demostrada y que los médicos llevamos a cabo sin dudarlo en la estación de la gripe", reconoce Gavilán quien, además de la higiene básica entre pacientes, limpia y desinfecta el teclado del ordenador y el teléfono al acabar la jornada, para mantener a raya a los posibles virus gripales de sus pacientes.
Balance beneficio-riesgo
Para Trilla, la eficacia de la vacuna no es tan importante como el balance riesgo - beneficio. En ese sentido, no parece haber dudas. Aunque la vacuna de la gripe puede causar un ligero malestar al día siguiente de su administración y dolor en el brazo, no se discute que sea un medicamento seguro aunque, como todos los fármacos, puede causar efectos adversos no frecuentes.
Otro problema en torno a la vacuna reside en su propia composición. Cada año, un comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) elige las cepas que va a incluir en su vacuna trivalente, que cambian cada año. A veces, la predicción es acertada y otras es errónea. "Si hay suerte y esto ocurre, las cepas vacunales y circulantes son muy parecidas y la vacuna tiene más efectividad, pero periódicamente tenemos sorpresas y la cepa sufre una variación antigénica, lo que supone una reducción en la efectividad de la vacuna", reconoce Trilla.
Así, nadie parece apuntar a una excesiva eficacia de la vacuna frente a la gripe y la pregunta es: ¿Por qué las autoridades sanitarias se empeñan en recomendarla? Gavilán cree que aunque existe presión por parte de la industria farmacéutica "achacarlo sólo a eso es una simplificación". El médico cree que puede influir el hecho de que hay "mucha gente" que se dedica a la campaña de la gripe.
La revista British Medical Journal tiene el colmillo más retorcido. En 2013, publicó el artículo Gripe: marketing de la vacuna a través del marketing de la enfermedad. En él, un investigador de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), Peter Doshi, arremete contra los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de EEUU por su agresiva campaña a favor de la vacunación -en EEUU- y acusa a este organismo, que fomenta las inmunizaciones para todo el mundo, de transmitir un mensaje del miedo.
Trilla, por su parte, cree que "aunque está claro que la vacuna debería ser mejor", "es la mejor medida que tenemos".
Este experto cree que ha de aumentar la investigación en nuevas vacunas de la gripe, sobre todo focalizadas a una mayor duración de las mismas, es decir, a evitar que el pinchazo no se tenga que repetir cada año. Es una conclusión similar a la del metaanálisis de The Lancet. "Nuevas vacunas mejorarán la eficacia clínica y su efectividad, y son necesarias para reducir la morbilidad y mortalidad relacionadas con la gripe", concluyen los autores, de la Universidad de Minnesota.