"Limpiar la zona" es una expresión muy utilizada por los cirujanos oncológicos. Su significado dista de ser literal y poco tiene que ver con la suciedad o las bacterias. Por el contrario, a lo que se refieren los médicos con estas palabras es a extirpar no sólo el tumor que ha desatado el diagnóstico -cáncer-, sino también las células tumorales que lo rodean. Lograrlo es clave para la mejora del pronóstico.
Además de la pericia del cirujano, la tecnología ha sido clave hasta ahora para acabar con el tumor en su totalidad, para que la limpieza sea un éxito. Pero como demuestra el hecho de que el cáncer siga siendo la segunda causa de muerte en todo el mundo, el combate dista de haber sido ganado por completo.
Ahora, una nueva herramienta se suma a las ya existentes -principalmente los instrumentos de diagnóstico por imagen, como las resonancias magnéticas y los TACs-para ayudar a los ojos del cirujano.
Se trata de un líquido de color azul, que sus creadores han bautizado como LUM015. Es un compuesto que se activa por enzimas y hace que, de forma inmediata, el tejido tumoral sea hasta cinco veces más brillante que el sano. El mecanismo es similar al de los agentes de contraste que se utilizan en las pruebas de diagnóstico por imagen, pero aquí sus resultados son apreciables a simple vista por el cirujano.
"En el momento de la operación, un patólogo puede examinar el tejido en busca de células cancerosas en el borde del tumor con un microscopio, pero dado el tamaño habitual del cáncer es imposible revisar toda la superficie durante la cirugía", explica David Kirsch, profesor de Oncología Radioterépica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke y autor principal del estudio en el que se ha probado el nuevo fluorescente, publicado en Science Translational Medicine.
Este experto es uno de los miembros de la start up Lumicell, desarrollada en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y autora de este líquido. Para probar su eficacia, seleccionaron a 15 pacientes que iban a someterse a cirugía para que les extirparan cáncer, en concreto sarcoma de tejidos blandos y cáncer de mama. El compuesto resultó todo un detective y acertó a la hora de destacar el tejido malo, como demostraron los resultados de las pruebas posteriores.
"Si esta tecnología se demuestra eficaz en los subsecuentes ensayos clínicos, cambiaría de forma significativa cómo tratamos el sarcoma. Si aumentamos los casos en los que se extrae el 100% del tumor podríamos prevenir futuras operaciones y potencialmente la recurrencia del cáncer. Además, saber dónde está la enfermedad residual puede servir también para guiar la radioterapia, o incluso para reducir la cantidad de la misma que un paciente ha de recibir", concluye Brian Brigman, otro de los autores de la investigación.