Sigue sin estar demostrado de forma fehaciente, pero un artículo publicado este miércoles en la biblia de las revistas médicas, el New England Journal of Medicine (NEJM), afianza aún más si cabe el posible nexo entre la infección por virus del Zika en mujeres embarazadas y la microcefalia en los recién nacidos. Sin embargo, quedan numerosas preguntas por contestar.
Los autores, de la Universidad de Liubliana, narran la historia de una mujer de 25 años, que decidió abortar en la semana 32, tras saber que su hijo presentaba microcefalia con una importante afectación cerebral.
La paciente había vuelto a su Eslovenia natal después de trabajar como voluntaria en Natal, la capital de Río Grande (Brasil). En febrero de 2015 se quedó embarazada y, en la semana 13 de gestación, enfermó. Fiebre alta, dolor músculoesquelético y en la parte de atrás del globo ocular y picor fueron sus síntomas y, puesto que había una epidemia del virus del Zika en la comunidad, enseguida se sospechó de esa enfermedad, aunque no se llegó a hacer un test.
No se sospechó, sin embargo, que su bebé corriera ningún peligro. En aquel momento nada se sabía del nexo entre ambas circunstancias, aún no demostrado del todo pero considerado ahora "altamente probable" por las autoridades sanitarias mundiales.
Para la protagonista del artículo publicado en NEJM, la tranquilidad era aún mayor porque el bebé pasó con éxito las cruciales ecografías de las semanas 14 y 20. A la semana 28, la mujer volvió a Europa y una semana después comenzó el drama. Una nueva ecografía demostró que había anomalías fetales, anuncio que se vio acompañado de la sensación de que el feto se movía menos de lo normal.
A la semana 32, y tras obtener los permisos correspondientes, la paciente se sometió a un aborto muy tardío. Los hallazgos en el feto suponen hoy la primera prueba documentada (un médico brasileño contó a EL ESPAÑOL que había visto un caso similar) de que el virus del Zika estaba presente en el cerebro del bebé nonato.
A pesar del triste final de su embarazo, la paciente dio a sus médicos permiso para publicar su historia, una información que puede aportar mucho a la hora de demostrar el nexo entre el Zika y la microcefalia y ayudar a responder a las muchas preguntas que quedan por responder.
Preguntas sin respuesta
El portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica Antoni Trilla comenta a EL ESPAÑOL que hay que tener cuidado con la interpretación de este artículo que no se puede utilizar para afirmar que todas las infecciones del Zika en embarazadas provocan microcefalia en el feto.
"Quedan muchas preguntas por responder, empezando por saber si todos los casos de microcefalia que se están registrando se deben al virus y siguiendo por lo más importante: a qué porcentaje de embarazadas infectadas provocará fetos con microcefalia", señala el experto. Por poner sólo un ejemplo, añade, uno de los virus más perjudiciales en el embarazo, el de la rubeola, provoca enfermedad en alrededor del 80% de los casos, no en el 100%.
En la misma línea se expresan tres expertos del Massachusetts General Hospital (EEUU), que firman un editorial en el NEJM que acompaña a la publicación del caso esloveno. "No sabemos si el momento de la gestacion en el que se produce la infección tiene un efecto en el riesgo de anormalidades fetales, ni conocemos la magnitud de ese riesgo", escriben.
Señalan también la dificultad de "determinar de forma retrospectiva" si una mujer ha sido infectada por el virus del Zika una vez que da a luz un niño con microcefalia. Tampoco se sabe si la infección asintomática o que cursa con síntomas muy leves supone un riesgo para el feto, ni si, como ha ocurrido en este caso, las anomalías sólo pueden detectarse en fases muy avanzadas de la gestación, hasta el punto que sea demasiado tarde poner a término el embarazo.
¿Qué se puede hacer?
Los editorialistas señalan que aún se necesita "mucha investigación para definir aspectos críticos de la infección", algo en lo que coincide Trilla, que cree que pasarán años hasta que se logre.
Sin embargo, apuntan a que hay medidas que sí se pueden llevar a cabo ya. En primer lugar, creen que hay que redoblar esfuerzos "mezclando aproximaciones nuevas y antiguas" para controlar al mosquito que transmite el virus.
En segundo, señalan que los países más afectados deben redoblar esfuerzos para mejorar el acceso de las mujeres al sistema sanitario, incluyendo "contracepción, servicios diagnósticos y la posibilidad de poder optar por un aborto".
Además, apuntan, habrá que asegurar el cuidado de los muchos niños que están naciendo con microcefalia. "Una vez más, un brote epidémico va a desafiar nuestras infraestructuras de salud pública y requerir de una respuesta sustancial", concluyen los autores.