Si se pone en el buscador de la tienda de Apple la palabra weight (peso en inglés), queda claro que las apps para adelgazar están de moda. Son multitud las opciones para descargarse alguna aplicación que ayude en este perseguido objetivo y más ahora que el mundo (o su hemisferio norte) está en plena Operación Bikini.
Sin embargo, optar por esta ayuda puede no ser la mejor de las ideas, según un estudio presentado en el último Congreso Europeo de Obesidad, que se celebra en Suecia hasta el 4 de junio.
En el trabajo, investigadores de las universidades de Lovaina (Bélgica) y Glasgow (Reino Unido) han analizado 3.013 aplicaciones en este campo disponibles en la Google Play Store (para el sistema operativo Android) y la Apple Store. y han llegado a una conclusión inquietante: "Hasta donde nosotros vemos, ninguna de las apps identificadas han sido desarrolladas por una organización certificada en salud o una universidad", escriben. Y añaden: "No existen datos publicados sobre la efectividad de aplicaciones tanto para el manejo del peso como para la prevención de su ganancia".
Un importante desafío
Lo que queda claro tras el análisis de los datos es que la gente no es consciente de esta falta de eficacia. Si no, no se explicaría la enorme cantidad de descargas detectada, 666.169.136 y eso que sólo se han tenido en cuenta 10 países.
No toda la oferta es, ni mucho menos, gratuita, lo que demuestra que los usuarios no sólo confían en su eficacia, sino que están dispuestos a pagar por ella. En la Google Play Store, el 82% de las apps eran gratuitas, cifra que se reducía al 43% en la tienda de la compañía de la manzana.
Las aplicaciones más utilizadas son Fitbit, My Fitness y Noom weight loss coach, todas disponibles para los usuarios españoles.
Los autores reconocen que las aplicaciones tienen potencial para convertirse en herramientas que ayuden al control de peso. Son, además, perfectas para personas a las que no se llega con la vías habituales, aquellas que a lo mejor no tienen todavía un problema de obesidad o no han consultado al médico, como las más jóvenes.
Por esta razón, señalan, se debería de trabajar en el desarrollo de nuevas Apps cuyo contenido esté certificado por profesionales de la salud e incluso diseñados por ellos. "Transferir materiales previamente probados, eficaces, diseñados por profesionales a aplicaciones nos aseguraría un contenido de calidad, que además podría usarse y evaluarse en entornos clínicos", concluyen los investigadores.