Cambios de pañales, tomas, lloros de medianoche... cuidar de un recién nacido es una tarea (o decenas de ellas) que exige la máxima atención a los detalles. Y puede que ninguno sea más importante que la alimentación. Es cierto que, al menos durante los seis primeros meses de vida, la leche materna es suficiente para proporcionar al neonato todo el aporte calórico que necesita para su desarrollo. Sin embargo, desde el segundo semestre las pautas se complican y, pese a la tutela de los pediatras, cada bebé demanda una dieta personalizada condicionada por su sexo, su tamaño y el desarrollo de su organismo.
A partir de ese momento la lactancia se combina con la paulatina introducción en el menú del resto de alimentos. Es una hoja de ruta que requiere paciencia y atención: hay que alcanzar la cantidad de nutrientes necesaria para el desarrollo y, de paso, vigilar si esas nuevas incorporaciones provocan alguna reacción no deseada en el organismo aún en formación del pequeño. La leche de vaca, por ejemplo, es uno de los alimentos no recomendados antes del año. Si bien su presencia en la dieta será vital en años venideros, su composición nutricional no está bien adaptada a las necesidades de los más pequeños en sus primeros meses de vida.
No es así desde que se cumple el primer año, momento a partir del cual los especialistas dan luz verde a su consumo habitual. De hecho, recomiendan tomar hasta tres vasos de leche al día como complemento a una alimentación que va siendo cada vez más acorde a la de un adulto. Es un momento trascendental porque en los tres primeros años de vida el pequeño sigue formándose. De ahí que surja la necesidad de ser exhaustivos en la búsqueda de menús que resulten equilibrados.
Carencia en los menús
Sin embargo, los datos muestran cómo los niños españoles en esa franja de edad ingieren menos del 50% de la cantidad diaria recomendada de ácidos omega 3 (DHA), fundamentales para el desarrollo del cerebro; además, el 64% de pequeños tampoco alcanza la dosis recomendada de hierro, igualmente importante para el desarrollo cognitivo en esas edades. También quedan registradas ingestas inadecuadas de vitaminas A, C, D y E, minerales, calcio, así como un exceso de grasas totales y saturadas. Ahora bien, ¿cómo paliar estos déficits de componentes? La respuesta es obvia: con una dieta responsable y equilibrada.
El acta pediátrica 'Leches de crecimiento en la alimentación infantil' (2011) [PDF], elaborada por los doctores Dalmau Serra y Moreno Villares, de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital 'La Fe' de Valencia, es uno de los textos más citados en la materia. En el mismo se concluye que un menú equilibrado es suficiente para cubrir las necesidades de los pequeños pero tal situación ideal dista mucho de darse en la realidad. El informe expresa también la preocupación por la carencia de componentes vitales de la dieta y cita la importancia no sólo de introducir la leche de vaca a partir del año (capaz de aportar la cantidad recomendada de calcio) sino de la conveniencia de usar las llamadas leches de crecimiento para suplir y paliar la carencia de nutrientes.
Suele generarse una notable polémica en torno a la necesidad real de estos productos. En el texto redactado por Dalmau y Moreno se argumenta que, ya que el niño debe tomar leche de vaca, se puede aprovechar la penetración en los hogares de este alimento para sustituirla en ese período por estas leches de crecimiento en cuya composición se modifican las proporciones de sus componentes de tal modo que resulten debidamente adaptadas a las necesidades y a la capacidad digestiva del niño.
Evitar consecuencias a largo plazo
Al ver modificada su composición con el objetivo de aportar nutrientes esenciales es un producto que compensa las carencias de la dieta de los niños españoles. La estadística es tozuda y remarca esa necesidad de cubrir un déficit que, en el peor de los casos, puede tener consecuencias a largo plazo.
En el mismo estudio se lee también que "dado que un significativo número de preescolares españoles reciben dietas desequilibradas, el consumo de leches de crecimiento puede ser de gran interés" no solo para completar los aportes vitamínicos sino para servir como transición entre la leche materna (o fórmulas sustitutivas) y la leche de vaca. Para ilustrarlo, un dato: "Un vaso de leche de crecimiento puede suponer hasta el 65% de la cantidad diaria recomendada de DHA y el 38% de hierro", según los expertos del Instituto Puleva de Nutrición.
'Guía útil para lograr una dieta infantil equilibrada' es un contenido patrocinado por Instituto Puleva de Nutrición.