Hubo una época en que los grandes atletas del mundo, teniendo a su disposición los mejores tratamientos médicos que el dinero puede pagar, acababan cayendo en los brazos de la superchería y la pseudociencia para tratar sus lesiones. Esa época es siempre.
Hace unos pocos años era común ver a Lance Armstrong, Serena Williams o Novak Djokovic cubiertos con una cinta adhesiva de color azul, la k-tape o vendaje neuromuscular. Parecía una revolución pero ya apenas se ven, ¿por qué? Su eficacia era bastante cuestionable.
Ahora, lo último en los Juegos Olímpicos de Río es la ventositerapia o cupping. Consiste en aplicar sobre la espalda un recipiente que haga succión sobre la piel. Los más modernos son de plástico y llevan incorporada una bomba de aspiración. El tradicional, por otro lado, suele hacerse con ventosas de cristal, cerámica o bambú y se calientan con un algodón prendido en alcohol para eliminar el aire en su interior.
En los últimos días hemos podido ver a Michael Phelps y Natalie Coughlin, de la selección olímpica de natación estadounidense, alardear de su uso de las copas para recuperar los músculos. La teoría es que las ventosas activan la circulación del Qì, un concepto clave en la medicina china que se traduciría como un flujo de energía vital.
En realidad fue Alex Naddour, el especialista estadounidense en salto de potro, quien puso la terapia de cupping bajo los focos. El otro día, en una rueda de prensa, reconoció que "es el secreto que he estado usando este año para mantenerme sano", y comentó que las ventosas le ayudaban con los dolores mucho más que el masaje o la cortisona.
Además, según reveló a USA Today Chris Brooks, capitán del equipo estadounidense de gimnasia rítmica, varios de los integrantes han seguido los pasos de Naddour, quien se compró las ventosas en Amazon por 15 dólares. "Puedes hacer que tu compañero de cuarto te ayude con la copa o ponértela tú mismo", dijo Brooks.
Iniciado por celebrities
La moda ha llegado al deporte después de que celebrities como Jennifer Aniston o Gwyneth Paltrow promovieran su uso, lo cual da aún más razones para sospechar del cupping.
La técnica tiene tantos siglos como quieran ponerle, y su eficacia puso de acuerdo a Galeno, Paracelso o Mahoma. Una variante, conocida en árabe como Hijama, consistía en, una vez puesta la copa, practicar una incisión para extraer algo de sangre.
Como sucede con muchas de estas terapias, es difícil saber si funcionan más allá de la evidencia anecdótica de los deportistas. Hace cuatro años, investigadores chinos publicaron en PLOS ONE un análisis de los estudios publicados sobre cupping hasta entonces. Aunque muestran que la técnica tiene un gran potencial terapéutico, también reconocen que "casi todos los ensayos clínicos incluidos tienen un alto riesgo de estar sesgados".
Una revisión de los últimos estudios publicados muestran que la ciencia sobre la ventositerapia no ha avanzado un milímetro. "Hay una evidencia científica inicial de que el cupping puede reducir el dolor musculoesquelético", decían en enero Rozenfeld y Kalichman, de la Universidad Ben-Gurion de Israel. "Es esencial realizar estudios adicionales que clarifiquen los mecanismos biológicos y efectos clínicos del cupping". Lo mismo concluyeron otros científicos de la Universidad de Ankara, Turquía, y de Brno, República Checa, en mayo.
El problema con estas terapias es que la ciencia es muchísimo más lenta que el boca a boca y los deportistas tienen una influencia muy poderosa. El pasado mes de noviembre se produjo una trifulca en Twitter a cuenta del cupping, ya que Sonny Bill Williams uno de los integrantes de la selección de rugby de Nueva Zelanda, los míticos All Blacks, puso una foto sometiéndose a las ventosas.
A este mensaje contestó el televisivo doctor Brad McKay, presentador de esa serie de culto de la TDT llamada Cuerpos Embarazosos, respondiendo que "parece doloroso y no hay evidencia de que el cupping sea bueno para ti. Es como tener chupetones gigantes en la espalda - OUCH".