Los anticuerpos monoclonales han cambiado el curso del cáncer. Estos medicamentos biológicos diseñados para atacar a una única sustancia han demostrado ser muy eficaces contra distintos tipos de tumores malignos, pero también contra algunos tipos de hepatitis y otras dolencias infecciosas.
Son, en definitiva, fármacos innovadores y beneficiosos que ahora se enfrentan, sin embargo, a un hueso aún más duro de roer que el cáncer. No porque sea una enfermedad peor ni más frecuente sino, sencillamente, porque nada ha conseguido hasta ahora revertir el proceso degenerativo asociado a la demencia senil más común, el alzhéimer.
Por esta razón, es una muy buena noticia el estudio que se publica este miércoles en la revista Nature y que demuestra que un nuevo medicamento -aducanumab, perteneciente a esta familia- ha conseguido reducir los depósitos de la proteína beta amiloide en 125 pacientes que recibieron una inyección mensual del fármaco entre octubre de 2012 y enero de 2014.
La acumulación de proteína beta amiloide es el desencadenante más conocido de los eventos cerebrales que llevan al alzhéimer, como se sospecha desde hace 25 años. En este cuarto de siglo no se ha conseguido evitar este fenómeno, que se visualiza fácilmente en pruebas de diagnóstico por imagen como el PET.
Nadie niega que en el cerebro de los pacientes con alzhéimer se acumule esta proteína, la duda está en si ésta provoca las pérdidas sinápticas y neuronales y las respuestas inflamatorias que llevan a la discapacidad cognitiva y la demencia característica de la enfermedad.
Ensayo precoz
El estudio PRIME, que se publica esta semana pero que se presentó por primera vez el pasado año en una importante conferencia internacional sobre la enfermedad celebrada en Niza, no sólo demuestra que el fármaco reduce los depósitos de la proteína, sino que ralentiza el deterioro cognitivo asociado a esta patología. Eso es lo que realmente importa a médicos y pacientes, mucho más de los datos fríos de una prueba de diagnóstico por imagen.
El estudio no sólo demuestra que el fármaco reduce los depósitos de la proteína, sino que ralentiza el deterioro cognitivo asociado a esta patología
"La confirmación de que un tratamiento de este tipo enlentece el deterioro cognitivo sería algo que cambiaría por completo el panorama de cómo entendemos, tratamos y prevenimos el alzhéimer", escribe el experto en demencias del Banner Alzheimer's Institute (EEUU) Eric Reiman en un editorial que acompaña a la publicación del estudio.
Otro dato positivo es que se ha visto que la mejora va asociada a la dosis. Cuánto más medicamento recibieron los participantes asignados a tratamiento (que se dividieron en cuatro grupos según la cantidad inyectada) mayor fue la mejoría observada. De hecho, los 32 voluntarios a los que administró 10 miligramos por kilo de peso vieron sus depósitos reducidos casi a niveles previos al diagnóstico.
Pero, si los datos son tan buenos ¿por qué no se empieza a administrar de forma masiva a todos los pacientes de alzhéimer? La respuesta es sencilla: el ensayo está en fase muy precoz y ni siquiera buscaba demostrar la eficacia, sino la seguridad y el establecimiento de la dosis adecuada del medicamento.
"Estos datos son preliminares; si el anticuerpo monoclonal supone realmente un beneficio clínico sólo lo podrán demostrar ensayos en fase III [la última de la investigación antes de comercializar un fármaco]. Ya hemos tenido varios ensayos con productos que se dirigían hacia la proteína beta amiloide que han fracasado cuando han llegado a esta fase", ha explicado el profesor de Gerontología de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Gordon Wilcock. Para aminorar el jarro de agua fría de sus propias palabras añade: "No obstante, la realización de dichos ensayos está justificada por los datos y espero que sean exitosos".
Otro experto, James Pickett -director de Investigación de la Sociedad de Alzhéimer de Reino Unido- se muestra bastante más optimista: "Ninguno de los tratamientos actuales para la enfermedad interfieren directamente con el proceso de la misma, por lo que un medicamento que realmente ralentice su progresión limpiando los depósitos de amiloide sería un paso de gigante".
Futuro prometedor
Para acabar con este sobreúso de condicionales hay que esperar a resultados de nuevas investigaciones. La buena noticia es que éstas ya están en marcha. La publicación de un estudio en una revista se produce posteriormente a su conclusión, por lo que en la actualidad hay varios ensayos en fases mucho más avanzadas, incluida la fase III que puede confirmar la idoneidad del nuevo medicamento.
Según la web clinicaltrials.gov existen cinco estudios en marcha con el anticuerpo monoclonal. De ellos, tres han concluido ya la selección de participantes, por lo que pronto se sabrá si han cumplido sus objetivos. Uno de ellos evalúa la biodisponibilidad según la dosis en voluntarios sanos; el segundo revisa la seguridad en pacientes japoneses (es otro fase I) y el tercero, en la misma fase, lo hace en enfermos ya avanzados.
Pero son los otros dos estudios a los que mira expectante toda la comunidad científica. Ambos en fase III, con un elevado número de participantes y destinados a responder a la pregunta que importa: la verdadera eficacia del medicamento.
Y una excelente noticia para España: 16 hospitales de nuestro país están en la actualidad seleccionando pacientes para probar el nuevo fármaco y otros cinco lo harán próximamente. Los requisitos para participar son padecer la enfermedad en sus estadios precoces y otros relativos a su edad y condición clínica.
Si todo sale bien, pronto Nature u otra revista similar repetirá noticias parecidas a las del estudio publicado en esta edición. Si esto sucede, además de pacientes y médicos, otro protagonista de esta historia se pondrá muy contento; es la empresa fabricante del producto -Biogen- que, sin duda, hará del aducanumab un auténtico blockbuster, el equivalente farmacéutico al bestseller literario.
La incidencia del alzhéimer ha aumentado considerablemente en los últimos años y se espera que siga haciéndolo, debido al envejecimiento de la población. La Organización Mundial de la Salud calcula que en 2030 más de 70 millones de personas tendrán demencia en el mundo. Imaginen lo que supone en términos económicos el beneficio para quien se lleve el gato al agua en la búsqueda del primer fármaco eficaz frente a la enfemedad. Seguro que las farmacéuticas en la carrera ya lo han hecho.