La italiana Emma Morano es, a día de hoy y esperamos que durante mucho tiempo, el último ser humano vivo nacido en el siglo XIX, en concreto en 1899. La segunda en la lista es Ana María Vela, una mujer de Puente Genil (Córdoba) que el 29 de este mes de octubre cumplirá 115 años.
Sin embargo, un nuevo estudio que aparece esta semana en Nature indica que será prácticamente imposible romper el récord de 122 años de Jeanne Calment. Esta francesa nació en Arles en 1875, tres lustros antes de la muerte de Vincent Van Gogh, y falleció en 1997, un año después de la fundación de La Oreja de Van Gogh. Y encima, era fumadora.
Acta de nacimiento de Jeanne Calment.
Ayuntamiento de Arles
El secreto de la longevidad extrema sigue siendo un misterio para la ciencia, pero la estadística muestra algo impactante. La mejora de la medicina ha hecho que, en este siglo, más gente llegue a ser supercentenaria, pero no que el límite de la edad humana se extienda. La fantasía de que la vida humana no tiene un límite superior se difumina con los datos.
Empleando datos de la Human Mortality Database sobre la edad máxima en países como Francia, Estados Unidos, Reino Unido o Japón, Jan Vijg, del Albert Einstein College of Medicine y sus compañeros, demostraron que la gran mejora en la supervivencia humana se produjo alrededor de los años ochenta, pero alrededor de finales de los noventa -coincidiendo con la muerte de Calment- esta mejora se estabilizó. "Esto podría representar un límite natural de la vida humana", apunta Vijg a EL ESPAÑOL.
Cada vez más llegan a cien
Que un ser humano llegue a supercentenario, 110 años o más, es extremadamente raro. En el último siglo, sólo 56 personas lo han logrado en España. Ahora, el modelo publicado en Nature calcula que la probabilidad de un supercentenario de llegar a cumplir 125 años es de una entre 10.000. El record de Jeanne Calment podría eventualmente ser superado un día, pero será muy improbable.
"Hemos situado el límite superior de la vida humana en 115 años", explica Vijg. "La edad del ser humano que más ha vivido, Jeanne Calment, es 122, pero si hacemos la media de los individuos más longevos, la media aritmética es 115".
Timothy Cash, investigador en envejecimiento del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y no relacionado con este trabajo, cree que "básicamente, han usado estadísticas y modelos matemáticos en datos que ya existen sobre poblaciones humanas en los últimos cien años", explica, "es cierto que la media de edad ha aumentado, así como el porcentaje de gente que vive más de cien años, pero al mismo tiempo, la edad máxima de los humanos no ha crecido realmente, por eso sostienen que será casi imposible" romper los actuales récords de longevidad.
Volviendo a mirar en España, y tomando datos del
Gerontology Research Group, de las diez personas que han vivido más años, nueve eran mujeres. Tan sólo el extremeño Francisco Núñez, que vivió hasta los 111 años, entra como representante varón en el
top ten. Sin embargo, esto no significa que la vida máxima de las féminas sea superior a la de los varones.
"Las mujeres viven más que los hombres, pero su límite máximo de vida no es mayor", explica el investigador del Albert Einstein College of Medicine. "Por supuesto, hay más mujeres que llegan al límite de 115 años que hombres, dado que más de ellas llegan a una edad muy avanzada, pero una vez que un hombre ha llegado a vivir muchísimos años, no hay evidencias de que su vida máxima sea más corta que la de una mujer".
En los últimos años, se han enumerado
varias técnicas que prometían extender la vida o, como los científicos lo llamaban, desacelerar el envejecimiento. Por ejemplo, ayuno periódico con restricción de proteínas o fármacos que inhiben la hormona del crecimiento.
Expectativa de vida en el último siglo en los países estudiados.
Jan Vijg et al.
En el CNIO, por ejemplo, han logrado en ratones extender su vida hasta un equivalente humano de 120 años. "El máximo hasta el que podemos extender genéticamente la vida de un ratón es sobre un 40%, y lo mismo ocurre con la restricción calórica", apunta Cash.
¿Y en el futuro?
Al respecto, Vigj cree que "amortiguar el crecimiento para extender la vida ha tenido éxito en animales de laboratorio, que crecen rápidamente y tienen una alta fecundidad". Sin embargo, "los animales salvajes y los humanos somos muy diferentes: si se trata a humanos obesos con fármacos para frenar el crecimiento también obtienes que se expande su vida, pero dudo que tales tratamientos acaben afectando al máximo vital".
Para el investigador, existen demasiados factores que determinan la duración máxima de la vida como para incidir en ella con un tratamiento. "Requeriría miles de fármacos, incluso decenas de miles", apostilla.
Stuart Jay Olshansky, investigador en envejecimiento de la Universidad de Illinois en Chicago y autor del libro La Búsqueda de la Inmortalidad, duda que "ajustar los niveles de la hormona del crecimiento puedan ayudarnos a romper los límites de la vida humana". Para Olshansky, el debate científico al respecto desapareció hace tiempo, "como una intervención viable, a pesar del aumento de una industria anti-edad que trata de separar a las personas de su dinero mientras intentan convencerles de que pueden frenar el envejecimiento restaurando sus niveles de hormona del crecimiento a niveles juveniles", dice a EL ESPAÑOL.
Sin embargo, el investigador del CNIO, aunque afirma que las limitaciones actuales no lo permiten, "esto no significa creer que no sea posible en el futuro, porque aún no comprendemos a nivel biológico lo que regula la longevidad máxima, puede que haya un límite, pero aún no entendemos qué impone las limitaciones".
En cualquier caso, y como recuerdan estos tres científicos, la misión principal de un investigador en envejecimiento no es tanto la extensión de la vida como la extensión de la salud.