Tres tratamientos contra la pedofilia
La psicoterapia, la castración química y la quirúrgica se han probado con resultados desiguales.
23 octubre, 2016 02:47Psicoterapia
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La postura más común entre los expertos es que la pedofilia, entendida como preferencia sexual por los niños o niñas, es algo que no puede curarse. No es posible reorientar la mente de los pedófilos para dirigir su interés sexual hacia los adultos. A lo más que pueden aspirar los tratamientos basados en la terapia cognitivo-conductual es a mejorar el autocontrol de los pedófilos para evitar las agresiones y a tratar de reconducir su visión del sexo con menores; es decir, a modificar sus actitudes y sus conductas sociales. Con este fin, los psicólogos emplean técnicas utilizadas para la prevención de las recaídas en las adicciones.
Sin embargo, la eficacia real de estas terapias está en entredicho. Algunas revisiones de estudios previos han concluido que los tratamientos consiguen reducir la reincidencia de los abusos, mientras que otras no han encontrado beneficios aparentes. Una recopilación de estudios publicada en 2015 concluyó que “las investigaciones disponibles no permiten establecer ningún efecto del tratamiento en los agresores sexuales de menores”. Tanto éste como otros trabajos lamentan el escaso número de estudios científicos de calidad suficiente como para extraer conclusiones sólidas.
Castración química
Bajo el drástico nombre de castración química se oculta en realidad un tratamiento farmacológico destinado a reducir la libido en los agresores sexuales, incluidos los pederastas. En contra de lo que su nombre sugiere, generalmente los efectos sexuales son reversibles. Las sustancias empleadas son antiandrógenos, reductores de la testosterona. Sin embargo, existen efectos secundarios, por ejemplo sobre los huesos y el hígado en el caso de los dos medicamentos más empleados, el acetato de medroxiprogesterona y el acetato de ciproterona.
El acetato de leuprolide es una opción más duradera y con menos efectos secundarios. Una revisión reciente de estudios con este compuesto sugiere que la terapia con esta sustancia “reduce los pensamientos sexuales y las fantasías”, sobre todo en casos recurrentes. Sin embargo, la preferencia sexual de los pedófilos no se ve alterada. La castración química es un método empleado en muchos países. En lugares como California, Florida, Polonia, Rusia, Corea del Sur, Indonesia o Estonia se aplica de forma obligatoria, mientras que en otros países se ofrece como opción a cambio de una reducción de condena.
Castración quirúrgica
La extirpación de los testículos como método para reducir los impulsos sexuales se ha aplicado históricamente a los violadores, incluidos los pederastas. Una revisión de 2005 concluía que “existe una muy baja reincidencia” de asaltos sexuales en los agresores castrados quirúrgicamente. Sin embargo, esta práctica provoca la repulsa de las organizaciones de derechos humanos. Hoy está mayoritariamente fuera de uso y prohibida en un gran número de países, aunque existen casos de agresores en EEUU que han solicitado la castración quirúrgica voluntariamente como alternativa a la cadena perpetua. En Europa, la República Checa es la única nación donde aún es legal. El Consejo de Europa ha urgido repetidamente al gobierno checo a acabar con esta práctica, pero la Sociedad Sexológica Checa ha recomendado que se mantenga.