El pasado lunes fallecía la modelo y DJ Bimba Bosé, que padecía un cáncer de mama metastásico, una fase actualmente no curable del tumor más común en mujeres. La juventud de Bosé, junto con la actitud con la que había encarado su enfermedad, ha hecho que el fallecimiento haya sido recibido con gran impresión por parte de la sociedad española.
La noticia habrá preocupado especialmente a mujeres como ella, pacientes de cáncer de mama que lo padecen a destiempo, como reconoce a EL ESPAÑOL el jefe de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón, Miguel Martín. "Lo primero que hay que dejar claro es que este tumor en mujeres menores de 55 años es raro, excepto en el pequeño grupo que tiene riesgo familiar, asociado a mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2", explica.
Sin embargo, el mensaje ha de ser tranquilizador, aunque con reservas. La edad en sí misma no es un factor de mal pronóstico para este tipo de tumor, pero el cáncer de mama en mujeres jóvenes tiende a ser "biológicamente más agresivo", añade el también presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
"Las posibilidades de que haga metástasis no dependen tanto de la edad como del tipo de cáncer", señala por su parte la coordinadora del Comité de Relaciones Institucionales del grupo de investigación en la enfermedad SOLTI, Ana Casas.
Factores de mal pronóstico
La experta explica que existen cinco tipos principales de cáncer de mama, dependiendo de la combinación de tres factores: si son hormonodependientes, si sobreexpresan la proteína Her2 y si tiene un índice Ki 67 (un marcador tumoral que mide el índice proliferativo de las células cancerígenas). Los tumores se clasifican en las siguientes clases: luminal A (receptores hormonales positivos y her 2 negativo), luminal B (igual pero con un Ki 67 de más del 20%), luminal C (receptores hormonales positivos y her 2 positivo), her 2 puro (receptores hormonales negativos y her 2 positivo) y triple negativo (receptores hormonales negativos y her2 negativo).
El luminal A sería el de mejor pronóstico y el triple negativo, el de peor. Pero no es lo único que determina la evolución. "También están las características clínicas, el tamaño, la afectación ganglionar y si hay o no metástasis de inicio", añade Casas.
En las mujeres jóvenes se pueden juntar dos circunstancias poco favorables: la primera, ya mencionada, que los tipos biológicos de peor pronóstico son más frecuentes en este grupo de edad y la segunda que la detección suele ser más tardía. La razón: no existen métodos de cribado sistemático o screening válidos para toda la población.
Así, en este grupo de edad no vale de nada la realización sistemática de mamografías. "Las mamas son muy densas y no se detectarían muchas lesiones", apunta Casas. Martín añade otro problema: "Las pruebas de screening pueden tener dos perjuicios: el sobrediagnóstico y el infradiagnóstico, que de una tranquilidad errónea".
Tampoco son válidas las ecografías mamarias en este grupo de edad, al menos no como prueba sistemática que pudiera sustituir a las mamografías que se hacen en mujeres mayores de 45 o 50 años.
Sólo una prueba valdría para detectar el cáncer de forma precoz en las más jóvenes, pero ni su coste ni la logística necesaria para su realización. Es la resonancia magnética, que sólo se aconseja en mujeres con riesgo de cáncer de mama hereditario.
Ante esta situación, ¿qué se puede hacer? ¿Hay que resignarse a diagnosticar tarde en jóvenes unos tumores que suelen ser más agresivos que en las más mayores? Casas aboga por mostrarse atentos ante cualquier señal de cambio en los pechos. "Si una se ve un cambio, debe acudir al médico y no quedarse tranquila con la primera respuesta", afirma la oncóloga, que anima a "insistir" hasta que se analice una lesión.
De hecho, comenta Martín, la mayoría de los casos de cáncer de mama se diagnostican por palpación, lo que no pasa en los de mujeres más mayores, que se localizan con pruebas de detección precoz.
¿Y si hay metástasis?
La combinación de todos los factores descritos anteriormente -todos ellos visibles en los informes médicos que recibe la paciente- permite predecir con cierto grado de certeza si va a aparecer o no metástasis. Así, una mujer joven con un tumor de mama triple negativo tendría más posibilidades de que el cáncer se reproduzca, por una sencilla razón: tiene menos opciones de tratamiento que la tiene un luminal A o B, los de mejor pronóstico.
En total, alrededor de un 25% de todas las mujeres que recibe un diagnóstico de cáncer de mama acabará sufriendo una metástasis. En ese caso, ¿hay diferencia si se padece cuando se es joven o cuando se es más mayor?
"En igualdad de condiciones, el cáncer es igual, pero tiene una ventaja: las más jóvenes toleran mejor el tratamiento", señala Martín, una idea con la que coincide Casas.
La evolución de la metástasis -o el tiempo de supervivencia- se verá también influida por el tipo biológico del cáncer que se padece. Así, es menor en los tumores triple negativo que han metastatizado que en los hormonodependientes que se han extendido a otros órganos.