El uso de sangre joven en individuos ancianos no es nuevo y son varios los estudios que lo han evaluado, aunque de momento sólo en ratones. De hecho, incluso se llevó a cabo un experimento un poco diferente, inyectando sangre de adolescentes humanos en ratones mayores, produciendo un rejuvenecimiento real.
Ahora, los investigadores de la Universidad de Stanford -California- han ido un poco más allá. Dirigidos por Joseph Castellano, los científicos han encontrado que la sangre de los bebés contienen proteínas con efectos antienvejecimiento y con potencial para mejorar la memoria.
Sangre de bebés y envejecimiento
Concretamente, los investigadores de Stanford detectaron estas proteínas en la sangre del cordón umbilical de los bebés -no sufrió ningún bebé durante la investigación-. Según sus hallazgos, publicados en la revista Nature, la sangre del cordón umbilical contiene sustancias capaces de revitalizar el hipocampo -el área cerebral responsable de la memoria- y de mejorar asimismo tanto las funciones cognitivas en general como la memoria en particular.
De nuevo, para el estudio, los investigadores usaron ratones de 12 meses de edad -el equivalente a 50 años en humanos- y se les dividió en tres grupos para inyectarles sangre humana: un grupo recibió plasma sanguíneo de cordón umbilical, el segundo grupo recibió sangre de jóvenes de alrededor de 22 años, y el tercer y último grupo recibió plasma de personas de 66 años de edad.
El grupo de ratones que recibió sangre de cordón umbilical mostró mejoras significativas en cuanto al aprendizaje y la memoria tras hacerles pasar por un laberinto, lo que indicaría una mayor actividad en su hipocampo, donde reside no solo la memoria sino también el centro del aprendizaje cerebral.
La clave del cordón umbilical
Según Castellano y sus colaboradores, estos efectos antienvejecimiento se deberían a una proteína del plasma del cordón umbilical, TIMP2, la cual disminuye a medida que envejece el cuerpo humano. Por ello, tanto en este estudio como en trabajos anteriores, la sangre de humanos jóvenes también demuestra capacidad de rejuvenecimiento; sin embargo, la sangre de adultos mayores no.
Por otro lado, la proteína TIMP2 también se ha relacionado con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, aunque su funcionamiento en el cuerpo humano no está totalmente claro.
Por esta razón, los investigadores quieren seguir investigando dicha proteína y su potencial para tratar trastornos cognitivos relacionados con la edad, como por ejemplo la enfermedad de Alzheimer, la cual continúa sin un tratamiento curativo a día de hoy.