De sustancia milagrosa -para muchos- frente a los problemas de sueño a medicamento fundamental en el pronóstico de un tipo de infarto agudo de miocardio (IAM), que supone más del 30% de los casos -el que cursa con elevación del segmento ST, algo que se observa en el electrocardiograma-. Éste es el viaje que podría hacer la melatonina si se confirman los hallazgos del cardiólogo Alberto Domínguez, del Hospital Universitario de Canarias, primer autor de un estudio recientemente publicado en The American Journal of Cardiology.
En el trabajo, un ensayo clínico en fase II -de las tres que ha de pasar cualquier sustancia antes de su aprobación para un determinado uso-, se demuestra que la administración de esta hormona reduce en un 40% la cicatriz del infarto, el recuerdo que deja este accidente cardiovascular en el corazón.
Sin embargo, se trata de un arma de doble filo ya que, como reconoce a EL ESPAÑOL Domínguez, la intervención sólo tiene este efecto beneficioso si se administra en las siguientes dos horas y media a que comience el dolor que hace al enfermo acudir al hospital, el que se soluciona con la angioplastia, la operación requerida para desocluir la arteria responsable del infarto. De hecho, si se administraba a partir de las cuatro horas, se asociaba con una cicatriz más grande y, por lo tanto, un peor pronóstico.
El autor principal cuenta a este diario que su interés por la melatonina como terapia para el infarto se remonta al año 2000. Usuario él mismo de esta hormona "por las noches" -su única indicación hasta la fecha, junto con el jet-lag-, el cardiólogo observó que la concentración de melatonina -una hormona que se produce de forma natural en el cuerpo- bajaba considerablemente en la sangre de los infartados.
De ahí, su empeño en probar una nueva hipótesis: ¿qué pasaría si esta carencia se compensaba con la administración artificial de la hormona? La primera respuesta fue decepcionante; en un estudio publicado en la revista Journal of Pineal Research no se consiguió el objetivo y, de hecho, la administración de la hormona -de la que se propone aplicar 12 miligramos- fue perjudicial.
Pero Domínguez no cesó en su empeño y descubrió qué era lo que fallaba: que el efecto de la hormona cambiaba según el tiempo transcurrido desde el evento cardiovascular. Ahora, el médico canario espera comenzar pronto un ensayo en fase III, con más participantes, para validar sus hallazgos.
Mientras tanto, un aviso a navegantes: lo que él ha analizado es el efecto de la melatonina administrada al mismo tiempo que se realiza la angioplastia y por vía intravenosa. Así, los consumidores habituales de la hormona para dormir no deben recurrir a ella si sienten un dolor agudo en el pecho. Llamar al 112 es mucho más recomendable.
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