Es una pregunta que obsesiona a cierta gente, ya sea porque lo viva en carne propia o porque se dedique a fisgar en la vida del prójimo: ¿cuánto tiempo lleva Fulanito o Menganita sin hacer el amor? ¿Cuánto es demasiado? ¿Tiene algo de malo la abstinencia, ya sea voluntaria o sobrevenida? Y, más aún, ¿se nota en algo que una persona no ha tenido sexo en mucho tiempo? ¿Se le ve en la cara? ¿Le cambia el carácter?
La ciencia puede ofrecer ciertas respuestas (por desgracia poco contundentes) para algunas de estas cuestiones. Lo que sí está claro y demostrado por múltiples estudios es que una vida sexual activa tiene innumerables beneficios para la salud, pero eso no implica necesariamente que una práctica escasa o nula del deporte horizontal sea perjudicial.
Lo que sí puede observarse son algunas consecuencias negativas derivadas de la falta de sexo o, más bien, de la ausencia de sus muchas virtudes saludables.
Estrés, ansiedad y mal humor
El sexo y la felicidad están vinculados por una cuestión hormonal: con el orgasmo aumenta la liberación de oxitocina y endorfinas. Pero no es solo eso: también ayuda a rebajar el estrés, combatir la ansiedad y prevenir el mal humor. Un estudio publicado en 2006 en el Biological Psychology Journal reveló que la presión arterial de las personas que copulan con regularidad responde mejor a situaciones que suelen alterarla. Además, investigadores escoceses descubrieron que la gente que se inclina o se ve forzada al celibato tiene más problemas para lidiar con situaciones estresantes como hablar en público.
No obstante, según ha revelado la investigación más reciente, no siempre una mayor actividad sexual supone una mayor felicidad. Hay un límite, por así decirlo, a partir del cual ya no aumenta. De acuerdo con las conclusiones de este estudio, más allá del coito semanal ya no se aprecia una mejora significativa.
Kilitos de más
De nuevo, el coito es una forma de ejercicio. Un acto vigoroso consume tantas calorías (unas 200) como correr 15 minutos en la cinta del gimnasio. Investigadores británicos han determinado que se puede quemar el equivalente a seis Big Macs con tres sesiones semanales de cópula durante un año. Además, durante el sexo se libera testosterona, que implica un chute metabólico (ayuda a quemar más) y mejora el rendimiento físico. Ninguno de estos beneficios se obtiene recurriendo al onanismo: de ahí esos kilitos de más que llegan, a menudo, con el celibato.
Resfriados más frecuentes
Un estudio de la Universidad Wilkes en Pensilvania afirma que las personas que practican sexo una o dos veces por semana muestran niveles un 30 % más altos de inmunoglobulina A, un anticuerpo que ayuda a combatir enfermedades. Si la carencia de sexo implica perder esos beneficios, podría traducirse también en una protección menor frente a virus tan comunes como el resfriado o la gripe.
Más visitas al servicio
Practicar sexo es estupendo para mantener fuertes los músculos que controlan la salida de la orina, evitando la temida incontinencia. Si has oído hablar de los ejercicios de Kegel, que se recomiendan a embarazadas y pacientes que han sido operados de la próstata, no te costará entenderlo: durante el coito tanto hombres como mujeres ejercitan esos mismos músculos.
El dolor se lleva peor
Para entendernos, el coito es una fantástica aspirina. Inmediatamente después del orgasmo, los niveles de oxitocina se multiplican por cinco, lo cual va a acompañado de una producción mayor de endorfinas y serotonina, hormonas todas ellas que contribuyen a aliviar el dolor.
Problemas para conciliar el sueño
Tras retozar, Morfeo nos toma entre sus brazos como por ensalmo. La enorme facilidad con que conciliamos el sueño tras practicar sexo se debe a la liberación, tras el orgasmo, de la hormona prolactina, que viene acompañada de relajación y somnolencia. En principio, se puede conseguir el mismo resultado sin necesidad de una pareja, de ahí que la masturbación ayude a combatir el insomnio.
Sueños cada vez más picantes
De noche y hasta de día, la mente del que lleva tiempo sin copular se llena de ensoñaciones con dos rombos. Dormido y en ocasiones despierto, imagina todo tipo de situaciones que parecen salidas de una escena de cine X. Es, según los psicólogos, una consecuencia lógica de la falta de experiencias reales.
Una piel que ya no brilla
Cual cosmético natural, hacer el amor abre los poros y ayuda a eliminar las impurezas que podrían derivar en manchas en la piel. Como cualquier otra actividad física, el sexo hace que sudemos y eliminemos toxinas, al tiempo que incrementa el flujo sanguíneo. Por tanto, si percibes que tu piel pierde su antiguo brillo o que tienes más espinillas o acné de lo normal, la falta de erotismo en tu vida puede ser la causa.
Las cosas no funcionan como antes
Como demostró un estudio publicado en el American Journal of Medicine en 2008, los hombres que mantienen relaciones sexuales al menos una vez a la semana tiene la mitad de papeletas para sufrir disfunción eréctil que aquellos que adolecen de una falta sistemática de sexo.
En el caso de las mujeres, si el celibato voluntario o forzoso se prolonga durante mucho tiempo, los músculos de la vagina pueden comenzar a olvidar cómo relajarse, haciendo que las prácticas futuras sean más dolorosas. Además, se ha comprobado que el proceso natural de lubricación que se produce cuando la mujer se excita tarda más en producirse cuando falta, por así decirlo, entrenamiento.
Volcarse en el trabajo
Los psicólogos denominan "sublimación" al mecanismo de defensa por el cual las personas que practican poco o ningún sexo se acaban volcando en el trabajo. Canalizan así la energía que no están destinado a menesteres más eróticos, lo cual podría parecer positivo pero en realidad acaba derivando, a menudo, en sentimientos de soledad o abandono.