Acudir a un servicio de Urgencias puede ser una decisión fácil o muy difícil -y errónea o acertada- según la dolencia que se sufra, y la capacidad del paciente para valorar la situación de la forma adecuada.
Sin embargo, por desgracia, existen individuos para los que tal diatriba es relativamente fácil por su costumbre -justificada por problemas de salud- de acudir a estas unidades. Es el caso del hombre que conocí en una de mis últimas guardias en un servicio de urgencias.
En este caso se trataba de un hombre de 39 años que había sido diagnosticado de una alteración del ritmo cardíaco o arritmia hacía unos meses, concretamente la arritmia más común de nuestro país: fibrilación auricular. Lo que me llamó la atención de su caso no fue su dolencia en sí, sino el motivo por el cual acudía a Urgencias, pues a pesar de seguir un tratamiento médico para su arritmia (incluyendo fármacos antiarrítmicos y anticoagulantes como el conocido acenocumarol o Sintrom), este hombre había necesitado acudir hasta en cuatro ocasiones anteriores a mi servicio por sentir palpitaciones, dificultad respiratoria y fatiga. En todas las ocasiones anteriores, su tratamiento fue recibir una descarga eléctrica, más conocida técnicamente como cardioversión eléctrica.
¿Qué es y para qué sirve una cardioversión eléctrica?
En primer lugar, y previamente a la realización de una cardioversión, es necesario verificar que existe una alteración del ritmo cardíaco o arritmia y que se han añadido síntomas a la misma, en otras palabras, es necesario verificar que realmente hace falta realizar una cardioversión eléctrica y no farmacológica.
Aunque existen diversos tipos de arritmias (el aleteo auricular o la taquicardia ventricular por ejemplo) donde la cardioversión eléctrica (urgente o programada) es un tratamiento efectivo, la fibrilación auricular destaca también por ser la arritmia donde más se realiza esta técnica, pero no suele ser la inicial. En primer lugar, se intentará una cardioversión farmacológica, es decir, devolver el ritmo normal al corazón mediante el uso de medicación. Si esto no es efectivo, y continúan los síntomas añadidos, se valorará la descarga eléctrica como tratamiento.
Cabe destacar que no siempre se realiza uno u otro tipo de cardioversión, y que existen muchos factores a tener en cuenta para realizar alguno de los dos tratamientos. Pero, sobre todo, los factores que más destacan en este caso son los síntomas añadidos a la alteración del ritmo cardíaco que pueden poner en riesgo al paciente. Será tarea del médico repasar todo el historiar clínico, los tratamientos que se han realizado o se toman a diario, y la situación de la arritmia en el momento de plantear un tratamiento.
En este caso, y a pesar de que el hombre en cuestión no estaba totalmente "inestable" (conservaba buenas tensiones y respiraba con normalidad), sí tenía sensación subjetiva de malestar y de dificultad para respirar, por lo que se decidió proceder al uso de la cardioversión eléctrica. En este caso no se usaron fármacos porque no era su primer episodio de arritmia, sino que ya llevaba tiempo siendo tratado con diversos fármacos en casa y no acababan de dar resultado.
¿Qué diferencias hay entre una cardioversión y una desfibrilación?
Por otro lado, es necesario establecer diferencias entre una cardioversión y una desfibrilación, a pesar de que el dispositivo usado para realizar ambas técnicas es el mismo.
Como hemos comentado, la finalidad de una cardioversión eléctrica es devolver al corazón a su ritmo habitual en caso de arritmias donde existe una inestabilidad del paciente, es decir, que existen síntomas que puedan poner en riesgo su bienestar e incluso su vida. En este caso lo que se busca es "resincronizar" el ritmo del corazón. Este tratamiento solo pueden llevarlo a cabo personal médico capacitado, y necesitará una preparación previa, como el uso de anestésicos y analgésicos previamente a la descarga eléctrica.
La finalidad de una desfibrilación es literalmente salvar la vida de una persona que haya sufrido una parada cardiorespiratoria. Actualmente, en muchos espacios públicos, existen desfibriladores automáticos capaces de detectar el ritmo cardíaco en este tipo de situaciones, y precisamente esa característica es vital en este tipo de aparatos cuando van a ser usados por alguien que desconoce totalmente que debe hacer en estos casos.
En los casos de parada cardiorrespiratoria existen solo dos tipos de indicaciones para realizar una descarga eléctrica: la fibrilación auricular (una actividad del corazón totalmente caótica) y la taquicardia ventricular sin pulso (existe actividad en el corazón, pero ineficaz). De hecho, estas dos arritmias malignas son la causa más frecuente de parada cardiovascular extrahospitalaria.
Asimismo, también existen contraindicaciones para el uso de un desfibrilador: la asistolia (no existe actividad del corazón) y la actividad eléctrica sin pulso (existe ritmo cardíaco, pero no hay bombeo de sangre).
Gracias a los modernos desfibriladores automáticos, el mismo aparato es capaz de reconocer las diferentes situaciones e indicar a los usuarios si deben o no deben realizar la descarga eléctrica.
En el caso del paciente comentado, finalmente recibió su quinta cardioversión eléctrica tras ser sedado. Posteriormente, se le tuvo en observación durante aproximadamente cuatro horas para comprobar que su ritmo cardíaco había vuelto totalmente a la normalidad y el resto de sus síntomas habían desaparecido. Finalmente, se procedió a darle el alta y se le envió al servicio de cardiología para valorar otros tipos de tratamiento definitivo.
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