SOS: necesitamos con urgencia un nuevo fármaco para el sueño
Los conocimientos en torno a la biología del sueño siguen siendo limitados, lo que dificulta la búsqueda de intervenciones terapéuticas.
19 enero, 2018 02:06Noticias relacionadas
Si dormir mal es perjudicial para la salud en cada vez más aspectos y existen alternativas terapéuticas para inducir artificialmente al sueño, ¿qué es mejor, no descansar lo suficiente o recurrir habitualmente a fármacos que, como todos, tienen efectos secundarios?
La pregunta tiene truco, pero la respuesta atormenta a muchas de las personas que padecen insomnio, bien sea en su forma crónica o, simplemente, el asociado al estilo de vida moderno. Los segundos son muchos más que los primeros -que ascienden a un nada desdeñable 12-15% de la población-, como señala el presidente del Comité Científico de la Sociedad Española del Sueño, Diego García-Borreguero, uno de los coordinadores del simposio Patología del Sueño: de la Neurobiología a las manifestaciones sistemáticas, un evento internacional organizado por la Fundación Ramón Areces.
El experto no se siente cómodo respondiendo a esta pregunta. "No es una respuesta para titular", advierte. Finalmente, se atreve con un "hay que debatirlo con cada paciente" y concede que los fármacos "se pueden usar en individuos concretos, siempre que se delimite un periodo de tiempo". "Hay que poner fecha de caducidad, hemos de saber que hay una salida, no quedarnos indefinidamente en el fármaco", comenta.
El neumólogo y especialista en problemas del sueño en niños y adolescentes de la Facultad de Medicina de Harvard se moja más y, ante la diatriba, responde: "Mejor dormir, aunque sea con medicamentos". Sin embargo, especifica que él apenas los ha prescrito "seis o siete veces" en los 15 años que lleva tratando este problema.
El porqué de esta indecisión a la hora de recomendar unos fármacos que, según García-Borreguero toma casi a diario un 5% de la población española está en los propios medicamentos, que distan de ser inocuos, al menos los que más se usan en España.
El especialista, también director del Instituto de Investigaciones del Sueño, explica brevemente la evolución de las alternativas farmacológicas de estos problemas. "Hasta la década de 1960 se utilizaban los barbitúricos y, poco después, se introdujeron las benzodiazepinas; hasta el año 2000 se han ido desarrollando nuevas variantes de esta familia", relata.
García-Borreguero señala que en España está autorizado el tratamiento con estos medicamentos por un máximo de cuatro semanas, pero reconoce que mucha gente las toma durante mucho más tiempo. "Todos conocemos casos", apunta. Y no se trata de un uso gratuito para el organismo. "Puede fomentar la aparición de problemas de memoria o cognitivos, así como la amnesia autoretrógrada; es como acelerar un proceso normal asociado al envejecimiento", añade.
Tanto para el especialista español como para el estadounidense, los fármacos sólo han de recetarse tras probar otras alternativas, casi todas en la denominada como higiene del sueño: medidas enfocadas a preparar al organismo para un correcto descanso. Entre ellas, algunas muy conocidas, como seguir horarios regulares y despedirse más pronto que tarde de los dispositivos móviles.
Sin embargo, García-Borreguero comenta que en España no es raro "quedarse indefinidamente en el fármaco" una vez que se recurre a él. Y, en este sentido, señala que el mensaje que defienden los especialistas del sueño -que sólo sean una opción secundaria y que, de llevarla a cabo, sea sólo por un tiempo limitado- "no ha llegado a la atención primaria". "Probablemente sea por falta de recursos y de tiempo", apunta.
Una forma de acabar con este problema sería la aparición de nuevas alternativas terapéuticas para el tratamiento de estos problemas, algo que ya es una realidad en EEUU, donde en agosto de 2011 se aprobó el fármaco suvorexant, el primero de una familia denominada antagonistas duales de los receptores de la orexina.
"Hace aproximadamente 18 años, un científico español afincado en EEUU -Luis de Lecea- tuvo un papel importante en la identificación de la hipocretina -orexina-, un neurotransmisor que tiene como función principal mantenernos despiertos; el fármaco es un antagonista de éste y hay varios más de esta familia en desarrollo", señala el neurólogo de la SES.
Aunque es pronto para afirmarlo, García-Borreguero cree que estos medicamentos no tienen los mismos efectos secundarios que las benzodiazepinas. Pero las autoridades sanitarias europeas no deben de tenerlo tan claro, ya que están retrasando su aprobación. En cualquier caso, el médico tiene claro que, más allá de la aprobación en Europa de éste y otros fármacos similares, el abanico se ha de ampliar.
Para el suizo Paul Franken, investigador de la Universidad de Lausanne, el problema es quizás más de fondo. "¿Cómo vamos a avanzar si no hemos conseguido responder a una pregunta tan básica como por qué necesitamos dormir", concluye.