Durante mucho tiempo, las dietas que mandaban los endocrinos para que el españolito medio acabara con su sobrepeso, incluían un curioso ingrediente en el apartado de desayuno: seis galletas maría. Es algo que pone los pelos de punto al dietista nutricionista moderno, porque implica prescribir para adelgazar un producto que, como explica a EL ESPAÑOL el autor de, entre otros libros, Adelgazame, miénteme (NB, 2015), Juan Revenga, tiene "una cantidad importante de azúcar y harinas refinadas".
Ni siquiera se salva la supuesta versión más saludable de estos productos, aquellas elaboradas con trigo ecológico o sirope de ágave que, según este experto, no hacen más que "lavar la cara" o poner un lazo rojo a "una pésima elección alimentaria".
Y su consumo dista de ser ocasional, aun con los nuevos conocimientos sobre ellas. Lo confirma a este diario Carlos Casabona, pediatra y autor del libro Tú eliges lo que comes (Paidos, 2016). "Muchos niños que vienen a mi consulta desayunan entre seis u ocho al día", resalta.
El experto cita un artículo que supuso un antes y un después de la concepción nutricional que se tenía de este producto. Se trata del texto del dietista Julio Basulto que, con el título La galleta María es tan “bollería” como el croissant, se publicó en la web Comer o no comer. En un sencillo cuadro, el especialista desgrana el contenido nutricional de unos productos vistos beatíficamente hasta entonces. Para las simples galletas María, un 19% de grasa total -10% de la cual es saturada- y un 27% de azúcar.
¿Y qué pasa con la versión integral? Lo que Revenga llama producto envuelto por un lazo rojo no se queda corto. Por ejemplo, una digestive (integral) tiene todavía más grasa (un 21%, aunque el porcentaje de saturada es dos puntos menor) y un contenido de azúcar mucho menor, pero todavía lejano de lo que debería para ser un producto saludable, del 14%.
Y lo más llamativo de ese cuadro resumen es su comparación con la satanizada -con razón- bollería industrial. ¿Sabían, por ejemplo, que croissants, donuts y magdalenas tienen menos porcentaje de azúcar que las galletas maría y muy poco más de grasa?
Para Casabona, hay varios problemas asociados al consumo de galletas más allá de la calidad nutricional del producto en sí. El primero, la dosificación. "Antes, se podían tomar dos o tres y hacerlo algún día, ahora hablamos de más del doble y a diario", comenta. Para favorecer este cambio en el paradigma del consumo, basta con mirar los envases que se vendían antes o ahora. Cualquier persona de más de 30 años recordará el paquete de galletas María, de alrededor de 200 gramos. Ahora, es difícil encontrar una caja con menos de 4 de esos paquetes y 700 u 800 gramos de peso. Los llamados "envases ahorro" superan el kilo y medio de peso.
Otro escollo, con el que coincide Revenga, son las "tretas" de los fabricantes para vender más, más allá del tamaño y el precio. Casabona cita un ejemplo reciente: la marca Arluy comercializa sus Minis Pokemon, unas "mini galletas" que se definen como "con vitaminas, hierro y calcio" en la web de la compañía. "Se alía con un fabricante de juguetes para vender galletas, esto contradice la estrategia NAOS, asociando comida insana con entretenimiento", comenta el experto. El contenido de 100 gramos de este producto en azúcares es del 27%.
Revenga también culpa a la industria de este boom de las galletas, pero no sólo a ella. El experto reconoce que es un producto muy cómodo, rico de sabor, que no necesita condiciones especiales de conservación y que encima es muy barato. Eso explica una aberración nutricional como que sean parte del desayuno que se pone a los pacientes ingresados en muchos hospitales.
El consejo de este dietista: tener claro que las galletas son un producto "superfluo". "Si no están presentes en la dieta, mejor; si lo están, que no sea en muchas ocasiones", comenta, y bromea: "Hombre, no hablamos de heroína ni de setas ponzoñosas".
Para los dos especialistas consultados por EL ESPAÑOL, el extendido mito de que los niños pueden comer galletas "porque las queman" no es en absoluto válido. "Que no tengas efectos visibles a corto plazo en los menores no las hace buenas", comenta Revenga, que añade que consumirlas todos los días supone "a la larga" una "pésima alimentación", que "tendrá consecuencias negativas con independencia de la naturaleza actual del consumidor".
Casabona es más concreto y habla de niños con peso normal que comen mal y a los que se han hecho estudios con ecografías de la carótida, donde se han visto daños.
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