Abordar la obesidad no es tan sencillo como se pensaba hace unos años. En un principio, se llegó a decir que la cura para la obesidad consistiría simple y llanamente en "comer menos y gastar más". Es decir, restringir las calorías consumidas y hacer más ejercicio para quemar las sobrantes. En esencia, es la fórmula correcta, pero hay muchísimos más factores que complican el tratamiento.
La complejidad viene dada por distintas variables: se sabe que no solo importan las calorías, sino su tipo; la velocidad a la que se consumen los alimentos, y el hecho de comer en casa o en restaurantes. De hecho, incluso usar unos u otros utensilios de cocina podría marcar la diferencia entre ganar o perder peso.
Al menos así lo sugiere un estudio publicado recientemente en la revista PloS Medicine, en el cual se afirma que usar ollas y sartenes antiadherentes obstaculizaría el intento de perder peso debido a las sustancias químicas que las recubren.
Los PFAs boicotean tu dieta
Concretamente, las sustancias químicas responsables de entorpecer la pérdida de peso son los compuestos perfluorados (PFAs), unas sustancias que se encuentran tanto en las ollas y sartenes antiadherentes como en las placas de papel y el papel antigrasa. Según los investigadores, existiría una relación entre los niveles de PFASs en sangre y la incapacidad para perder peso.
De hecho, recientemente la OCU advirtió de que estos compuestos también se encuentran en los envoltorios de la comida rápida y de su posible riesgo para la salud. En esta ocasión han sido los investigadores de la Universidad de Harvard los que han relacionado los PFAs con otro problema, como son el sobrepeso y la obesidad.
Tras analizar analizar a 621 individuos obesos y con sobrepeso durante dos años, se descubrió que hubo una pérdida de peso durante los primeros seis meses del estudio, con una media de 6.4 kg perdidos. Sin embargo, durante los siguientes 18 meses recuperaron hasta 2.7 kg de media.
Según este trabajo, hubo una relación entre aquellos que ganaron más peso durante el estudio y las concentraciones sanguíneas de PFAs, las cuales eran más elevadas en este grupo. De media, las mujeres tenían los niveles de PFAs más altos y recuperaron entre 1.7 y 2.2 kg de peso más que las mujeres con niveles de PFAs más bajos.
Podrían ralentizar el metabolismo
Aunque los PFAs se han usado durante 60 años, sobre todo formando parte de envoltorios alimentarios, ropa o como parte de los enseres de cocina, se sabe que pueden llegar a acumularse en el agua potable y en la cadena alimentaria, llegando a permanecer durante largos periodos de tiempo en el organismo humano.
Esto no implica que su uso sea totalmente seguro, según sugieren los científicos de Harvard, ya que sus hallazgos indicarían que los PFAs pueden llegar a ralentizar el metabolismo, lo que provocaría dificultades en la pérdida de peso.
Anteriormente se habían relacionado estas sustancias químicas con el aumento del riesgo de cáncer, en casos muy raros, pero este sería el primer trabajo que los relaciona con la obesidad.
Por ello, los investigadores de Harvard aconsejarían evitar o al menos reducir la exposición a dichas sustancias en el camino hacia la pérdida de peso, sobre todo para las mujeres, ya que parece ser que acumulan mayores niveles de estas sustancias en comparación a los hombres.
Noticias relacionadas
- Dos kilos más que los más ricos: así afecta la obesidad a los niños pobres
- Del zumo a los cereales: seis alimentos que no son tan saludables como pensabas
- El científico que manipuló estudios para dar consejos falsos para adelgazar
- Ésta es la dieta que mejora los síntomas de la depresión: poca grasa y poca sal
- Adiós al mito del estómago que encoge: aunque se pierda peso, el hambre continúa
- Sin fuerza de voluntad: por qué nos cuesta resistir la tentación de la comida
- Lentejas contra el cáncer: el efecto positivo más desconocido de las legumbres
- Comer pasta no es mejor que comer bacon: no existe la dieta perfecta