La 'triunfada' de una noche de 2015 en Nueva York se convirtió en una pesadilla para Ross Asdourian, un joven cómico, publicista y cineasta estadounidense. Coincidió con una vieja amiga en un bar y, con unas copas en el cuerpo, la invitó a su apartamento del East Village de Manhattan. Una cosa llevó a la otra y comenzaron a hacer el amor. El terrible giro de los acontecimientos es lo que ahora relata Andourian en su libro Broken Banana ('Plátano roto').
"Básicamente, nos acercábamos a la línea de meta" - explica el autor maniobrando entre la corrección política y el despliegue de detalles en CNN. "Lo saqué, y cuando volví a meterlo, ella estaba retrocediendo, y básicamente, simplemente reventó". El hombre acababa de sufrir una ruptura de pene, o más exactamente, una fractura del cuerpo cavernoso - el tejido esponjoso que se llena de sangre para permitir la erección - por la fuerza del impacto. Según describe, el reventón se acompañó de un audible 'pum'.
El carnaval de los horrores no había hecho más que empezar. "Supe de inmediato que algo andaba mal y pasé directamente al protocolo de emergencia. Respiré con dolor un par de veces, giré, encendí las luces y llamé al 911". Como recuerda con humor, el primer urólogo que le atendió en urgencias fue el doctor Wang, una palabra que aparte de un apellido de origen chino común es una forma coloquial en inglés de referirse al pene. El especialista le pidió orinar en un tarro, pero Andourian fue incapaz. Ahí terminaron las risas: "Se puso en marcha la cuenta atrás".
Lo siguiente fue realizar una cistoscopia, la inserción de una cámara en el interior del pene. La prueba descubrió que no era una fractura de pene común. "Cuando se ejerce demasiada presión sobre el cuerpo cavernoso, la envoltura externa que lo rodea, la túnica albugínea, puede romperse. Piensa en un globo de agua que revienta" - explica el siguiente médico que le atendió, Rajveer Purohit del hospital Mount Sinai. Pero Andourian se había desgarrado ambos lados del tejido, provocando la ruptura de la uretra, un lesión de la máxima gravedad.
El joven no solo corría el riesgo de quedar impotente, sino que el tejido cicatricial de la uretra podía impedirle volver a orinar correctamente, con el consecuente riesgo renal. Purohit procedió a una intervención de tres horas. "Hice una uretroplastia, donde limpiamos los bordes de la uretra y luego volvimos a juntar los dos bordes". A partir de entonces, comenzó un periodo de recuperación de cuatro semanas.
"Espero que le llegue a la gente y les haga reír, especialmente en los momentos malos" - explica Asdourian al presentar su libro. "Lo que me ocurrió únicamente a mí es básicamente la peor pesadilla de cualquier hombre". El joven no solo ha recuperado la capacidad de orinar y las erecciones, sino que meses después del incidente volvía a mantener relaciones sexuales. No sabemos si con la misma chica de aquella noche.