Si el próximo CIS decidiera incluir una pregunta sobre salud y cuestionar a la población española por posibles efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer, posiblemente uno ganaría por goleada. La imagen de las personas sin cabello -o con peluca o turbante para disimular esta pérdida- es una de las más asociadas a la quimioterapia, el que continúa siendo uno de los principales tratamientos curativos del cáncer.
Pero esta contrapartida de la curación no es la más grave y, desde luego, tiene pocos efectos a largo plazo: una vez superada la enfermedad, el paciente recupera su cabello y su aspecto físico vuelve a la normalidad. Lo mismo ocurre con los vómitos y otros efectos adversos bien conocidos de los tratamientos, pero no se puede decir lo mismo del corazón.
El Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz acaba de abrir una nueva unidad que se encarga específicamente de este enemigo, mucho más desconocido para los pacientes oncológicos: el daño que los tratamientos pueden hacer a su sistema cardiovascular.
La cardioncología es una disciplina que "está arrancando a nivel mundial", explica a EL ESPAÑOL Jesús García-Foncillas, director del Departamento de Oncología del hospital, que cree que este tipo de unidades se acabarán "poniendo en marcha" en la mayoría de los grandes centros oncológicos.
Se trata de unidades donde los oncólogos trabajan mano a mano con los cardiólogos, que comprueban que el enfermo de cáncer no tienen alteraciones en el corazón ni en los grandes vasos pero, además, siguen su salud cardiovascular en posteriores revisiones.
Efectos secundarios
Según comenta a este diario el cardiólogo de la Fundación Jiménez Díaz y director del Departamento de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), Borja Ibáñez, no es raro, además, que los enfermos de cáncer venga con una patología cardiovascular de base, ya que ambas dolencias comparten en ocasiones factores de riesgo, como la obesidad.
Pero quizás lo peor viene de los tratamientos. Ciertos fármacos contra el cáncer tienen un "efecto tóxico sobre el másuclo cardiaco". Se trata de un problema cuantificado: hasta un 30% de los pacientes oncológicos acaban desarrollando insuficiencia cardiaca irreversible. "Esto también tiene efecto psicológico, te curas del cáncer y te encuentras con una enfermedad cardiovascular", subraya.
Entre los tratamientos afectados, algunos muy utilizados, como las antraciclinas, especialmente indicadas para el cáncer de mama. La buena noticia es que este problema tiene solución. "Se trata de espaciar las dosis de ciertos tratamientos y evitar que se den a la vez que las antraciclinas", comenta Ibáñez.
"También se enfrentan a un mayor riesgo de cardiopatía isquémica e hipertensión, así como arritmias y enfermedad vascular periférica", señala por su parte García-Foncillas, que apunta a otros tipos de tumores donde se utilizan los fármacos más afectados: tumores digestivos, sarcomas y otros cánceres hematológicos.
"Se trata de un riesgo que hay que tener presente y que puede, si no prevenirse, al menos reducirse. Hay marcadores analíticos y técnicas por imagen que nos enseñan el músculo cardiaco", subraya este experto, que concluye: "Cuando se supera el cáncer, la enfermedad cardiaca influye en la calidad de vida".
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