La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad rara, del grupo de las enfermedades de las motoneuroas. Es decir, afecta a menos de un individuo por cada 10.000 nacimientos. En este caso, la incidencia de la ELA en España es de 1 por 50.000 nacimientos, diagnosticándose alrededor de 900 casos cada año, y su prevalencia es de 1 por cada 10.000 habitantes; es decir, alrededor de 40.000 españoles sufrirán esta enfermedad durante toda su vida.
A pesar de ser una enfermedad rara, actualmente su conocimiento ha cruzado fronteras, ya que el conocido Stephen Hawking fue el individuo con ELA con más años de evolución hasta su fallecimiento: sufrió la enfermedad durante 55 años, en comparación a los escasos 5 años de media de vida que suele asociar esta patología.
Ahora, un nuevo trabajo publicado en el Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry ha asociado este tipo de patologías, las enfermedades de la neurona motora, con la realización de ejercicio intenso.
La ELA y los atletas de elite
Aunque los casos de esclerosis lateral amiotrófica son relativamente raros en la población general, en el mundo del deporte suele conocerse como "la maldición del atleta", ya que afecta a un elevado número de deportistas, con una incidencia muy superior a la normal.
Sabiendo esto, los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Utrecht -Holanda-, dirigidos por el profesor Leonard van den Berg, del Departamento de Neurología, compararon el estilo de vida de 1.557 individuos diagnosticado de ELA en Europa con 2.922 individuos sanos.
Según sus hallazgos, las personas diagnosticadas con ELA tenían más probabilidades de haber participado en ejercicios intensos. De hecho, los individuos que hacían más ejercicio tenían hasta un 26% más de riesgo de desarrollar este tipo de enfermedad en comparación a las personas menos activas. Según van den Berg, existía una asociación linea: a mayor cantidad de ejercicio más riesgo.
Según los investigadores, a pesar de que la actividad física ha demostrado otorgar protección contra enfermedades cardiovasculares, diabetes y diversos tipos de cáncer, también debería tenerse en cuenta el nivel de intensidad del mismo, dado que existiría como desventaja añadida el riesgo e sufrir enfermedades raras relacionadas con las motoneuronas, como es el caso de la ELA.
El ejercicio intenso no causa la ELA
Por otro lado, a pesar de esta relación directa, los investigadores descartan que el ejercicio físico sea un factor importante en el desarrollo de la ELA, aunque sí sugieren que podría ser un factor importante a tener en cuenta en aquellos individuos genéticamente predispuestos a sufrir la enfermedad.
Por tanto, su consejo es equilibrar los beneficios y riesgos conocidos: se conocen multitud de beneficios ligados al ejercicio físico, y su relación como "colaborador" en el desarrollo de la ELA es novedoso, y por tanto requiere más investigación. Más si cabe teniendo en cuenta la escasa incidencia de la enfermedad, en comparación a la gran cantidad de patologías contra las cuales protege el ejercicio físico y que han ido aumentando en las últimas décadas: desde enfermedades cardiovasculares hasta enfermedades neurológicas como la Enfermedad de Alzheimer.
Por tanto, no es aconsejable en ningún caso llevar a cabo un estilo de vida sedentario con el objetivo de "prevenir la ELA". El precio a pagar y los beneficios potenciales que se perderían son demasiado elevados.
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