Así vivió Carl Djerassi, el 'padre' de la píldora que cambió el sexo para siempre
El químico huyó de los nazis, contribuyó a la revolución sexual y acabó siendo escritor de un nuevo género que bautizó como 'ciencia en la ficción'.
15 mayo, 2018 01:52Noticias relacionadas
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Entre las muchas destrezas del químico Carl Djerassi podríamos contar incluso la de adivinar el futuro. Muchos años antes de que las empresas de Silicon Valley se lo ofrecieran a sus empleadas, él lo vio claro: las mujeres mejor formadas acabarían congelando sus óvulos para que ser madre no alterara su carrera profesional.
Precisamente uno de los mayores cambios históricos relacionados con la libertad de elección de las mujeres en el terreno sexual fue protagonizado por este científico cuando inventó la píldora anticonceptiva en 1951 junto con mexicano Luis Miramontes y George Rosenkranz, también mexicano de origen húngaro. Pero antes y después de esa polémica revolución científica y social su vida fue intensa y dramática en ocasiones.
Djerassi, de padre búlgaro y madre austriaca, ambos judíos, nació en Viena en 1923. La anexión de Austria a la Alemania nazi, en 1938, iba a cambiar la historia de su familia para siempre, y a convertirlo en uno de los muchos refugiados que llegaron a Estados Unidos mientras en Europa se encendía la mecha de la II Guerra Mundial.
Sus progenitores se habían divorciado y el padre no pisaría suelo americano hasta una década más tarde, así que llegó con su madre y sin un duro. ¿Qué podían hacer? El chico sólo tenía 16 años, pero se desenvolvía bastante bien con el inglés y en su desesperación se le ocurrió escribirle una carta a la Primera Dama, Eleanor Roosevelt, pidiendo ayuda.
Así fue como consiguió una beca y pudo tener estudios universitarios. En concreto, se decidió por la química e inició una carrera como investigador que iba a ser espectacular. Sólo por su primer gran logro millones de personas que sufren alergias podrían estarle agradecidas, ya que patentó un compuesto que se convertiría en uno de los primeros antihistamínicos comerciales.
Poco más tarde se trasladó a la Ciudad de México para trabajar en laboratorios Syntex y allí realizó su gran aportación a la humanidad, que todo el mundo conoce sencillamente como la píldora. La noretindrona, originariamente sintetizada por Miramontes bajo la dirección de Djerassi , se podía tomar por vía oral y aquello tuvo un impacto tremendo. Para muchos fue el inicio de la revolución sexual que iba a florecer en la década de 1960.
Del control de la natalidad al de las plagas
Tras este tremendo éxito, regresó a EEUU y se convirtió en el más famoso de los padres de la píldora, aunque más tarde reconocería que su objetivo nunca había sido el control de la natalidad: "No lo imaginábamos ni en nuestros sueños más salvajes", afirmó. Sin embargo, a medida que pasaron los años comenzó a pensar que la procreación había cambiado para siempre, que se iba a disociar del sexo y que todos conservaríamos nuestro material reproductivo en el momento de mayor fertilidad de la juventud para utilizarlo cuando nos viniera bien.
Establecido en Palo Alto y como profesor de química en la Universidad de Stanford, poco a poco fue cambiando de intereses profesionales. Lo más relevante es que desarrolló una técnica de modificación de hormonas que impedía el desarrollo de larvas de insectos y acabó fundando una empresa de control de plagas. Su trayectoria como científico culminó en 1978, cuando fue elegido primer ganador del prestigioso premio Wolf de Química.
Ese año también sería el más terrible de su vida, ya que su hija Pamela se suicidó, algo de lo que, dicen, nunca se recuperó hasta que murió en 2015 a los 91 años.
El escritor que inventó un género
En cualquier caso, sin dejar de lado la ciencia, pasó a ser un personaje increíblemente polifacético. Se convirtió en mecenas de artistas y comenzó a coleccionar arte, especialmente obsesionado con el pintor expresionista Paul Klee, pero sobre todo fue un prolífico escritor con múltiples facetas: biografías, ciencia ficción e incluso obras que se estrenaron en Broadway.
En El dilema de Cantor aborda el problema de la ética científica y cómo la obtención de reconocimientos provoca una competencia feroz. Algunos críticos le atribuyen la invención de un nuevo género que él mismo llamó "ciencia en la ficción", novelas en las que se retratan conflictos reales de los investigadores de hoy en día.