Durante los últimos años, las diversas investigaciones sobre obesidad han llegado a la conclusión de que no toda la grasa corporal es igual: existe "grasa buena" y "grasa mala", dos acepciones que si bien no son del todo correctas, pueden acercarnos un poco al concepto que pretenden transmitir estos trabajos.
La "grasa buena" sería la grasa marrón o parda, un tipo de grasa con el potencial de quemar energía en lugar de almacenarla. De hecho, la "grasa mala" o grasa blanca es la que tiene como objetivo almacenar energía y, por tanto, aumentar el peso corporal, aunque las funciones de ambos tipos de grasa son más complejas que esta descripción simplista.
Ahora, un grupo de investigadores ha desarrollado un nuevo enfoque antiobesidad basándose en este concepto de grasa buena y grasa mala: convertir la grasa blanca o grasa mala en grasa marrón o grasa buena, con el objetivo de ayudar al organismo a quemar calorías más rápido.
Más grasa marrón contra la obesidad
Aunque hasta el momento tan solo ha podido probarse este concepto en células humanas en laboratorio y en ratones, los investigadores sugieren en su nuevo trabajo publicado en Scientific Reports que la técnica podría aplicarse a seres humanos sin problemas.
Así lo afirma Brian Gillete, investigador en el NYU Winthrop Hospital, fundador de la startup Ardent Cell Technologies y responsable de este nuevo trabajo. Su idea es, de forma simplificada, manipular la grasa blanca fuera del organismo y devolverla como una especie de autotrasplante en forma de grasa marrón. De hecho, este método evitaría, por un lado, el consumo de medicamentos para disminuir el peso corporal y sus potenciales efectos adversos así como la conocida cirugía bariátrica, que tampoco está exenta de riesgos.
En la mayoría de las personas, la grasa corporal es blanca y no saludable, sobre todo alrededor de la cintura, caderas y muslos. Asimismo, la grasa marrón suele depositarse en pequeñas cantidades en el cuello, hombros e incluso en el interior de la misma grasa blanca. Dicha grasa marrón es capaz de generar calor al quemar las calorías consumidas en exceso, pero no suele estar presente en una cantidad suficiente en la mayoría de los individuos.
Según los cálculos de Gillete, un individuo adulto suele poseer entre 50 y 100 gramos de grasa marrón, la cual es capaz de consumir el 20% del gasto energético diario de una persona, siendo uno de los tejidos más metabólicamente activos de todo el organismo.
Cómo funciona el nuevo método
Si bien es cierto que la grasa blanca puede convertirse en grasa marrón de forma natural bajo ciertas circunstancias, como la exposición al frío o usando determinados fármacos, estos últimos siguen teniendo demasiados efectos secundarios.
En este nuevo método, el objetivo sería succionar grasa blanca -de forma similar a los métodos usados en cirugía estética-, someterla a baños en productos químicos durante unas semanas, y posteriormente devolverla al organismo como si de un auto-trasplante se tratase, tras convertirla en grasa marrón.
Por el momento el proceso se ha comprobado en células humanas en laboratorio, por un lado, y en ratones, por otro. En este último caso, cuando se devolvió grasa marrón a los roedores que habían sido alimentados con dietas altas en grasas, el tejido graso pardo demostró conservar sus cualidades y siguió siendo marrón durante las siguientes ocho semanas a pesar de dicha dieta. No se convirtió de nuevo en grasa blanca.
Por desgracia, en el experimento realizado en ratones no se pudo demostrar una clara pérdida de peso respecto al grupo control, por lo que los investigadores afirman que será necesaria más investigación para comprobar si su técnica puede ser efectiva como forma de pérdida de peso, o como solución contra enfermedades cardiometabólicas como la diabetes.