La batalla médica que espera a los mellizos de Irene y Pablo: sobrevive el 70%, pero con riesgo de secuelas
La madre de los mellizos declaró cumplir las 13 semanas de gestación cuando anunció el embarazo, por lo que los bebés apenas habrían superado las 26 semanas, cifra a partir de la cual aumenta espectacularmente la supervivencia.
3 julio, 2018 14:35Noticias relacionadas
El pasado 31 de marzo, la portavoz en el Congreso de Podemos, Irene Montero, anunciaba el embarazo de sus mellizos, cuando cumplía "casi 13 semanas de gestación". En su publicación en redes sociales, afirmaba esperar a los bebés -que iban a llamar Leo y Manuel-"entre septiembre y octubre", pero sus planes se han visto trastocados radicalmente con un nacimiento prematuro que ha tenido lugar este martes.
Aunque un embarazo múltiple siempre es más complicado que uno único, nadie esperaba un adelanto como éste. Según los plazos hechos públicos por la política, el periodo de gestación de los bebés rondaría o apenas habría superado las 26 semanas. Aunque se trata de un plazo de gestación muy corto, supone un salto de la supervivencia importante.
Según un estudio español publicado en la revista Anales de Pediatría en 2014 y recogido por la agencia SINC, los niños que nacen a las 26 semanas presentan una supervivencia del 71,9%, más de 15 puntos superior a la registrada por los bebés que nacen a las 25 semanas. Esto encajaría con el mensaje más o menos optimista del padre en redes sociales: "Esperamos que salgan adelante. Están en buenas manos".
Pero tanto a los pequeños como a sus padres les esperan al menos un par de meses duros. "Nosotros decimos a los padres que esto es una carrera de fondo", explica a EL ESPAÑOL la neonatóloga y presidenta de la Comisión de Lactancia de la Fundación Jiménez Díaz, Cristina Ruiz Serrano.
Aunque siempre puede haber sustos, la experta -que declina comentar el caso particular de los políticos- explica que la primera semana es clave y que a partir de la segunda se puede "empezar a estar tranquilos".
Porque más allá de la supervivencia, los niños nacidos antes de las 28 semanas se engloban en la categoría de extremadamente prematuros, lo que implica una serie de problemas de salud que pueden cursar con más o menos gravedad y, sobre todo, que pueden dejar más o menos secuelas.
Órganos afectados: pulmones, aparato digestivo y ojos
Ruiz Serrano señala que lo que más preocupa de estos bebés -sólo nacieron 146 por parto natural en el grupo de edad de Montero en 2015, según los datos del Instituto Nacional de Estadística- es su sistema respiratorio. Los efectos de la falta de madurez pulmonar asociada al nacimiento prematuro se pueden prevenir con la administración de corticoides a la madre, pero esto sólo ocurre cuando se trata de partos programados, que no parece haber sido el caso de Irene Montero.
Los pulmones nacen con carencia de una sustancia- el surfactante pulmonar- que recorre los alvéolos y hace que estos órganos no se colapsen. En un embarazo a término el surfactante está ahí, pero antes de las 28 semanas no ha dado tiempo a que se forme.
Esto hace que haya que intubarles para administrársela de forma externa, un procedimiento en el que ha habido mejoras importantes ya que se ha pasado de la ventilación invasiva a la no invasiva, "a través de cánulas y mascarillas a través de la nariz".
La alimentación de estos pequeños es otro de los grandes retos, ya que nacen con los intestinos inmaduros y pueden padecer problemas digestivos como la enterocolitis. Además, requieren de nutrición parenteral, por vía. En los últimos años, se tiende a complementar esto con lactancia materna, la mejor alimentación para los prematuros. "Ésta se administra a través de una sonda, por la nariz o por la boca, pero nunca es única, al principio sólo se dan unas gotas, y eso siempre que la madre quiera", subraya la experta.
Otro problema al que se suelen enfrentar los prematuros es la llamada retinopatía de la prematuridad, un trastorno oftalmológico que puede provocar incluso la pérdida de visión, aunque tiene tratamiento.
Durante los dos meses de media que pasarán en la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatología del hospital público donde se ha producido el nacimiento -que los padres no han difundido-, los bebés se enfrentarán también a un mayor riesgo de infecciones, que pueden requerir de la administración de antibióticos con lo que ello supone para unos cuerpos tan pequeños.
El problema de las secuelas
En cualquier caso, la neonatóloga destaca los importantes avances que se han hecho en el campo de los prematuros en los últimos años. Las propias UCIs de este tipo no tienen nada que ver con las de adultos. Suelen ser de "puertas abiertas" y los padres pueden entrar siempre que quieran. De hecho, se intenta involucrarles en los numerosos procedimientos a los que se somete a los prematuros.
"Se fomenta el llamado método canguro, para que el bebé esté en contacto piel con piel tanto con la madre como con el padre", subraya la experta. Estos espacios intentar "imitar al máximo el ambiente intrauterino", por lo que se reduce el nivel de ruido y de luz, lo que hace que se esté casi en penumbra.
Una vez se sale de esa UCI, la vida del prematuro puede no ser fácil. Entre un 15% y un 20% de los extremos quedarán con secuelas graves y cerca de un 40% con algún tipo de recuerdo de su nacimiento precoz, en forma de secuela leve.
Éstas pueden ser neurológicas, motoras o de desarrollo -muchos requerirán de atención temprana-, además de relativas a los ojos y los oídos. También existe un mayor riesgo de infecciones respiratorias, de angiomas -un problema de la piel-, o de hernias, según el documento de la Asociación Española de Pediatría El recién nacido prematuro.