Con este calor pocas cosas apetecen más que llegar a casa, encender el aire acondicionado y devorar una tarrina de helado mientras que una placentera oleada de frío invade nuestro cuerpo.
La sensación sería la misma elijamos el sabor que elijamos, salvo que decidamos innovar con helados como el Respiro del Diavolo, una exótica opción que, según sus creadores, es 500 veces más picante que el tabasco. Los fabricantes no han querido desvelar la receta, aunque han asegurado que se trata de una receta familiar secreta de más de ochenta años de antigüedad.
Sólo para valientes… o insensatos
Este helado, de color rojizo y textura aterciopelada, se vende en el Aldwych Cafe and Ice Cream Parlor, situado en Glasgow. Para poder tomarlo es necesario tener más de 18 años y firmar un consentimiento informado sobre sus posibles efectos perjudiciales para la salud.
Está elaborado a base de pimientos de la variedad Carolina Reaper, calificada con 1.569.300 unidades de calor en la escala Scoville, empleada para cuantificar el picante. Tal es la magnitud del picor, que estos pimientos son considerados como los más picantes del mundo, e incluso fueron los responsables de la constricción arterial que en abril de este mismo año hizo terminar en urgencias por un inmenso dolor de cabeza a un neoyorkino de 34 años. Afortunadamente su problema no llegó a mayores, pero sin duda le quitó las ganas de tomar estos pimientos durante una buena temporada.
Efectos secundarios
Los efectos del helado no sólo reaccionan en el paladar. De hecho, los propios empleados que lo manipulan deben usar guantes para tocarlo.
Todo esto se debe a la presencia de altas cantidades de capsaicina, un alcaloide vegetal de sabor desagradable que mantiene a los herbívoros alejados de las plantas que lo contienen.
A los que no consigue alejar es a algunos osados humanos, a los que no les importa sufrir los síntomas derivados de su consumo. El primero de estos efectos es el ardor en la boca, provocado por la interacción del compuesto con los receptores del dolor.
Esto da lugar a un sobre calentamiento, que el cuerpo trata de disminuir a través de reacciones como sudoración, lagrimeo, secreciones nasales o un aumento del flujo sanguíneo hacia la cara.
Su consumo reiterado puede causar tolerancia; de ahí que lo que para un mejicano sea un poquito de ardor de la boca para algunos europeos se convierta en una quemazón desesperante. De cualquier modo, ni siquiera los más acostumbrados al picante lograrían aliviar el sofocón veraniego con este helado. Para la ola de calor, mejor recurrir a la tarrinita de chocolate o vainilla de toda la vida.