La tragedia del puente de Morandi ha provocado decenas de muertos en la ciudad italiana de Génova, la mayoría por caer desde los 90 metros de alto a los que estaba situada la infraestructura colapsada. Según un artículo publicado en la revista de divulgación New Scientist, la muerte por caída de una gran altura es una de las formas más rápidas de morir.
La razón es que el cuerpo adquiere una elevada velocidad, que la ciencia ha calculado en unos 200 kilómetros por hora desde una altura de 145 metros. Si se extrapola la cifra al puente italiano, los cuerpos habrían caído al suelo a una velocidad de 124 kilómetros por hora, por lo que habrían tardado menos de tres segundos en chocar contra el suelo.
La muerte es, así, prácticamente instantánea, como demostró un estudio publicado en 2004 en The American Journal of Forensic Medicine, que analizaba los resultados de 68 autopsias de personas fallecidas tras caer desde distintas alturas en la ciudad alemana de Hamburgo.
En este trabajo, se desvelaban los principales hallazgos patológicos de los especialistas en medicina legal, que arrojan luz sobre las heridas que han podido sufrir las víctimas de la tragedia italiana. También otro estudio publicado en The Journal of Trauma en 1981 -analizaba las muertes por suicidio desde el Golden Gate Bridge en San Francisco, situado a 75 metros- permite hacerse a la idea de la situación de los fallecidos.
Así, heridas comunes en este tipo de víctimas son las perforación del corazón o los grandes vasos sanguíneos, la contusión pulmonar masiva, el neumotórax o la perforación pulmonar por desplazamiento de las costillas, todas ellas causas de la muerte prácticamente inmediata.
Pero el estudio de Hamburgo desveló también que en todos los casos se observaban a simple vista hematomas y abrasión de las extremidades, mientras que en el 25% de los mismos había fracturas abiertas de muñeca o del tobillo. La abrasión del tronco fue otro de los hallazgos, a pesar de que todas las víctimas -como habrá ocurrido en el caso italiano- iban vestidas.
También se localizaron en el caso alemán -la altura máxima de la que cayó uno de los participantes era de 57 metros-fracturas craneales, ruptura de la estructura cerebral y sangrado intracraneal. Como en el estudio estadounidense, fueron comunes la ruptura de la aorta y otros largos vasos, lo que demuestra que las causas de la muerte coinciden sea la superficie final suelo o agua.
A pesar de estos macabros hallazgos, la rapidez a la hora de perder la vida hace descartar sufrimientos largos. Sin embargo, testimonios de supervivientes de grandes caídas sí permiten afirmar que el tiempo se ralentiza para las víctimas.