Esta es la peor consecuencia de dormir mal y padecer noches de insomnio
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Durante los últimos años, diversas investigaciones han intentado analizar los posibles perjuicios desencadenados por la soledad: cada vez son más los individuos que viven solos, y de hecho, ya se habla de la soledad como la "próxima epidemia mundial". Incluso algunos países, como Reino Unido, ya poseen un "Ministerio de Soledad", y dicha situación ha llegado a relacionarse íntimamente con la obesidad en un estudio realizado en ese mismo país, en esta ocasión a nivel genético.
De hecho, según algunos estudios como el que se publicó en la revista Heart en 2016, la soledad debería considerarse como un factor de riesgo cardiovascular más entre muchos otros, pues lleva a ser más peligroso que el alcohol, la obesidad o la contaminación medioambiental. La soledad, por sí misma, puede tener diversos efectos negativos sobre la salud e incluso aumentar el riesgo de muerte prematura.
Ahora, un nuevo trabajo publicado en Nature Communications a cargo de la Universidad de Berkeley, ha indagado un poco más allá, llegando a relacionar la falta de sueño y la soledad: dormir mal aumenta el sentimiento de soledad, incluso con tan solo una sola noche de poco sueño.
Falta de sueño y soledad
En este pequeño estudio, con tan solo 18 individuos adultos sanos, se compararon las reacciones tras disfrutar de un sueño regular y una privación del sueño. A todos los participantes se les mostró un vídeo donde se visualizaba a una persona caminando hacia ellos, y se les pidió que presionasen un botón cuando sintiesen que dicha persona se acercaba demasiado. Cuando sufrían una privación de sueño, los participantes tendían a pausar el vídeo cuando la persona del vídeo se encontraba entre un 18% y un 60% más lejos, respecto a cuando disfrutaban de una noche de sueño normal.
Además de visualizar el vídeo, los participantes también fueron monitoreados mediante resonancia magnética funcional, mediante la cual también se detectaron otras reacciones: los cerebros privados de sueño mostraban mayor actividad en un área cerebral responsable de percibir las amenazas humanas; a su vez, se producía una reducción de la actividad en otra área cerebral responsable de la interacción social.
En otro experimento, estos mismos participantes fueron grabados hablando sobre actividades cotidianas, y dichos videos se mostraron a más de 1.000 observadores neutrales. Estos observadores debían calificar la probabilidad que tendrían de interactuar con los participantes del estudio, y opinar sobre lo solos que les parecían: los participantes que sufrían privación del sueño eran calificados como más solitarios, y los observadores se sentían menos inclinados a interactuar con ellos.
La soledad es contagiosa
Para finalizar, en un último experimento, se pidió a los observadores que autoinformasen sobre su propio sentimiento de soledad tras visualizar los vídeos de los participantes. Sistemáticamente, tras ver los vídeos, los observadores afirmaban sufrir mayor sentimiento de soledad si veían en los vídeos a sujetos privados del sueño, en comparación a cuando veían sujetos descansados.
Según los investigadores, este último experimento sugeriría que, hasta cierto punto, el sentimiento de soledad puede contagiarse hasta cierto punto. Como explica el mismo autor principal del estudio, Matthew Walker, cuantas menos horas se duerme, menos se quiere socializar, más repulsión social se causa, y se agrava más si cabe el aislamiento social causado por la pérdida de sueño. Se trata de un círculo vicioso que podría explicar la actual epidemia mundial, según Walker.
Por otro lado, el estudio también tiene buenas noticias: una sola buena noche de sueño puede mejorar las cosas y aumentar los sentimientos de sociabilidad, algo que rompería el círculo.