Son polémicas eternas: que si hay que dejar los carbohidratos, que si la clave está en evitar la carne, que si son los productos lácteos los responsables de todos nuestros males... pero, por encima de todos estos bandazos nutricionales, un consejo que impera como muestra máxima de sensatez: "Hay que comer de todo en cantidades moderadas".
Son mantras nutricionales totalmente instalados en el imaginario popular -y en algunos libros incluso académicos-, junto con otros como que el desayuno es la comida más importante del día o que hay que comer cinco veces diarias. Ningún problema, sino fuera porque no son ciertos.
Una revisión llevada a cabo por expertos de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) y publicada en su revista Circulation, viene ahora a desmentir esta creencia generalizada, que se aplica hasta a los niños. "Come de todo", suelen contestar ufanos los padres cuando se les pregunta por la alimentación de sus retoños.
Pero la realidad es bien distinta, según los expertos de la AHA dirigidos por Marcia de Oliveira. Según la evidencia científica publicada hasta la fecha -y recopilada por los autores- la mayor diversidad dietética se asocia a patrones de alimentación que distan mucho de ser los óptimos.
La razón: esto se asocia a un mayor consumo de alimentos procesados, hidratos de carbono refinados y bebidas azucaradas y una menor ingesta de comidas mínimamente procesadas como pescado, frutas y verduras. La consecuencia obvia es la obesidad, sobre todo en la población adulta.
Así, los cardiólogos estadounidenses tienen claro que hay que decir adiós al concepto difuso de dieta variada y centrarse en fomentar el mensaje de comer en cantidades suficientes vegetales, proteínas de origen vegetal, lácteos bajos en grasa, aceites vegetales y frutos secos.
La idea de dieta variada como fuente de salud se introdujo a principios del siglo XX, como respuesta a los desequilibrios nutricionales observados en gran parte de la población. Se basa en la premisa de que consumir una amplia variedad de comidas asegurará la ingesta adecuada de nutrientes esenciales y, como consecuencia, implicará una mejor calidad de la dieta y se reflejará en una mejora del estado de salud.
Han hecho falta más de 100 años para desmentir esta recomendación de salud pública, pero los estudios analizados en esta revisión no sólo dejan claro lo inadecuado del consejo, sino que resaltan que existe una falta de consenso sobre lo que es una dieta variada, lo que conlleva aún más problemas.