Un helado coronado en todo lo alto por un trozo de chocolate.

Un helado coronado en todo lo alto por un trozo de chocolate. Pixabay

Salud Nutrición

De las tapas al granizado: estos son los 8 alimentos más insanos del verano

26 agosto, 2018 00:22

Con la llegada del verano, no solo es necesario elegir piscina o playa para sobrellevar los excesos de calor. Además, también es necesario decidir correctamente qué tipo de alimentación se va a llevar. De hecho, es algo que no suele tenerse en cuenta, y de ahí el exceso de peso postvacacional.

Aunque no es posible juzgar un alimento u otro en particular como principal culpable de los excesos vacacionales, la realidad es que existen algunos que contribuyen sobremanera a adquirir algunos kilos de más. El estilo de vida en general, donde tienen cabida tanto la dieta como el ejercicio, además de evitar el consumo de productos tóxicos -alcohol, tabaco u otras drogas-, es el verdadero director de orquesta. Por ello, analizaremos algunos de estos alimentos y cómo podrían sustituirse por opciones más saludables.

Helados

Los helados son el alimento típico del verano. Como su propio nombre indica, se trata de un producto frío, que puede tener múltiples presentaciones, y cuyas variedades pueden ser más o menos calóricas. Entre los helados destacan productos como los flash, los helados de hielo o polos, las tarrinas y los bombones helados -helados recubiertos de chocolate- o los típicos cucuruchos, sin olvidar algunos más complejos como los helados con galleta y demás especialidades.

Los primeros grupos, dado que la mayor parte de su composición es agua, son también los menos calóricos. Un flash puede contener tan solo 32 calorías por cada 100 gramos, pasando hasta las 70 calorías por cada 100 gramos de los polos. Por su parte, las tarrinas, los bombones helados y cucuruchos pueden oscilar entre las 150 calorías por cada 100 gramos de las primeras hasta las 250 - 400 calorías entre las que oscilan los bombones helados y cucuruchos, siempre dependiendo de los ingredientes utilizados.

El gran causante de esta densidad calórica suele ser el azúcar añadido a estos alimentos, sin olvidar la nata que contienen. Además, los recubrimientos de chocolate y otros siropes repletos de más azúcar y grasas procesadas no suelen faltar, convirtiendo estos alimentos en auténticas bombas calóricas.

Una buena alternativa sería optar siempre que sea posible por los helados de hielo -menos calóricos-, o fabricar helados caseros mediante frutas trituradas y posteriormente congeladas en un molde. Siempre licuando toda la fruta, y no su zumo, para no perder calidad en sus nutrientes.

Granizados, horchata y refrescos

Aunque los refrescos y otras bebidas en lata, como las cervezas, son consumidos durante todo el año, el verano suele ser su punto álgido. De media, los refrescos de cola, naranja, limón y otros sabores suelen contener una media de 140 - 150 calorías por ración debido al azúcar que llevan. Por su parte, una cerveza estándar también suele poseer un contenido calórico similar, siempre dependiendo de su graduación alcohólica, y en este caso debido precisamente a su contenido de alcohol. Asimismo, el tinto de verano tiene unas 130 calorías de media, dado que posee un nivel de alcohol similar a una cerveza, además de azúcar.

En cambio, las bebidas a base de té no suelen llegar a las 100 calorías por lata, pero las que llevan café pueden alcanzar hasta las 170 calorías por ración -debido a la leche y azúcar añadidos-. Los granizados, por su parte, suelen llegar también a las 150 calorías por cada ración de 250 mililitros, dado que el 12% de su composición es azúcar según datos de la OCU.

Por su parte, otras bebidas como la horchata valenciana pueden llegar a las 230 calorías por cada ración de 330 mililitros -equivalente a una lata-, dado que contiene un 2,4% de grasas y un 12% de azúcar de media.

Finalmente, y como opción más saludable en comparación, estarían los zumos, con unas 110 calorías de media por cada 250 mililitros. De nuevo, cabe destacar que es más sano consumir la fruta entera y no en forma de zumos, y también sería mejor opción licuar la fruta en lugar de hacer solo zumo, pero al menos en comparación es mejor que tomar fructora artificial procedente de refrescos u otras bebidas elaboradas.

Como mejor alternativa más saludable a todas estas bebidas veraniegas siempre estará el agua, o en su defecto los tés o infusiones frías, sin azúcar añadido y a poder ser sin edulcorantes.

Ensaladilla rusa, patatas fritas y pescado frito

Finalmente, aunque en determinados puntos de España las tapas son un plato típico acompañante de la cerveza u otras bebidas de bar, de nuevo es el verano donde más suelen destacar estos platos, tanto en su versión fría como caliente.

Una de las tapas más típicas es la ensaladilla rusa, cuya densidad calórica roza las 300 calorías por cada ración de 150 gramos. La mayor parte de esta densidad se debe a la mayonesa, la cual puede ser de mejor o peor calidad dependiendo de los ingredientes usados en la elaboración de la misma. Cuando se pide en un bar es preciso ir con cuidado, pues los platos como la ensaladilla, tortilla de patatas u otros que contengan huevo también pueden conllevar el riesgo de contraer salmonelosis, un tipo de infección gastrointestinal también típica de la época estival.

Por su parte están las patatas fritas y patatas bravas, estas últimas siempre acompañadas de su típica salsa -muy diferente según el punto de España donde se pida-. Unos 100 gramos de patatas bravas pueden llegar a aportar 500 calorías para el organismo, una densidad calórica variable según la salsa utilizada en su elaboración y según el aceite utilizado para su fritura -casi siempre aceite vegetal como el aceite de girasol, en grandes cantidades-.

Finalmente está el caso del pescado frito, típico del sur de la península, aunque no es raro encontrarlo en otros diversos puntos del país. Se trata de platos como calamares, rabas, chipirones o incluso sardinas, todos ellos fritos y/o rebozados. Una ración de 100 gramos de estos alimentos puede rozar las 200 calorías, aunque también aporta grasas saludables procedentes del pescado, pero su elevada densidad calórica no acaba de compensarnos.

Como alternativa a estos platos, en versión saludable, estaría el uso de salsas caseras elaboradas con productos de calidad, y sin excesos de aceite, como la salsa de yogur a base de queso batido desnatado, o la elaboración de mayonesa casera usando aceite de oliva virgen extra y no otros aceites vegetales con peor calidad nutricional.

Por el lado que corresponde a las patatas, es posible elaborarlas sin necesidad de fritura, usando el horno o el microondas, llegando a conseguir una gran imitación de las mismas tanto en forma como en sabor, y con mejor calidad nutricional. Finalmente, en cuanto al pescado frito, la forma ideal de consumirlo sería sin el uso de rebozados y con el menor aceite posible, siempre priorizando el aceite de oliva. Consumir pescado aprovechando el verano es una gran idea, pero sin caer en los excesos y las trampas del rebozado.