Recibir un trasplante de órganos es lo mejor que le puede pasar a alguien que lo necesite. Este procedimiento sólo se lleva a cabo -salvo contadas excepciones, como el trasplante de útero- cuando la alternativa a no hacerlo es la muerte. Pero como todo proceso médico, el trasplante de órganos no está exento de riesgos.
Un excepcional caso de trasplante con consecuencias negativas acaba de ser publicado en la revista American Journal of Transplantation. Los protagonistas son cinco personas: una donante y cuatro receptores de sus órganos. Seis años después de las cirugías de trasplante tres de los receptores habían fallecido por una misma razón: el cáncer de mama que, sin saberlo ni ella ni sus médicos, padecía la donante.
Como suele suceder en la literatura científica, poco sabemos de esta mujer. Tan sólo que falleció en 2007 con 53 años y que la causa de la muerte fue un infarto cerebral, lo que le hacía una candidata perfecta para donar sus órganos. Por supuesto, los coordinadores encargados del trasplante llevaron a cabo los protocolos establecidos.
Como explica a EL ESPAÑOL la directora general de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Beatriz Domínguez - Gil, cuando se selecciona a un donante cadáver, los médicos se aseguran de que esté en las mejores condiciones. Lo básico, señala, es descartar cualquier tipo de infección y el cáncer. Aunque esta última no es una enfermedad contagiosa, ya desde la década de 1960 se observó que un órgano con células cancerosas en un nuevo organismo seguía acogiendo la proliferación que caracteriza al cáncer y vivía en el receptor, que podía adquirir la enfermedad.
"Es algo que puede pasar, pero es muy infrecuente", comenta la experta, que indica que esto sólo sucede cuando el cáncer está en un estadio tan precoz que por supuesto no está incluido en el historial médico del donante, pero que tampoco se puede detectar en la "evaluación pormenorizada" que llevan a cabo los médicos involucrados en el trasplante.
Un caso muy extraño
Si bien la transmisión de cáncer de donante a receptores es algo registrado en varias ocasiones en la literatura científica, aunque muy raro, este caso es llamativo por más motivos. Según explican los autores de la publicación -liderados por Frederike Bemelman del Academic Medical Centre de Amsterdam-, es la primera vez que un cáncer de un donante pasa a cuatro receptores y también es la primera vez que transcurre tanto tiempo desde la cirugía del trasplante hasta la detección de la enfermedad, que en uno de los casos se espació en seis años. "Normalmente transcurre como mucho a los dos años", coincide la directora de la ONT.
Bemelman explica a este diario que él ha sido el primer sorprendido por el caso. "La transmisión de cáncer por parte de un donante de órganos es muy rara, yo sólo la he visto dos veces en los últimos 20 años, lo que demuestra que la vigilancia de los donantes es muy eficaz", comenta.
El autor no tiene nada claro que estudiar más a fondo el cuerpo de los donantes evitaría rarezas como la aquí descrita. "No sólo podría causar un retraso sino incrementar el rechazo de donantes con anormalidades que son clínicamente irrelevantes", apunta.
El experto señala que el problema no es tanto que el órgano donado tenga células tumorales como que los receptores tienen que tomar fármacos inmunosupresores para evitar rechazar el mismo. "Esto les hace ser más proclives a padecer cáncer, porque suprime la inmunovigilancia. Cuando se les quita el órgano trasplantado [lo que pasó en el caso del paciente que sobrevivió] y pueden dejar de tomar estos medicamentos, el sistema inmune se recupera", concluye.
Los afectados por el tumor no detectado de la donante fueron cuatro personas: una mujer de 42 años que recibió sus pulmones, una de 62 que acogió su riñón izquierdo, un varón de 32 años que recibió el derecho y una mujer de 59 años a la que se le trasplantó su hígado. Además, otra persona recibió su corazón, pero falleció a los cinco meses por una sepsis.
Tres de los cuatro receptores fallecieron por el cáncer de mama de su donante. El receptor del riñón derecho sobrevivió tras serle extirpado el riñón trasplantado y someterse a quimioterapia. Mientras que el primer afectado supo de su cáncer a los 16 meses, el organismo del último tardó casi seis años en convertir en cáncer las células tumorales recibidas en el trasplante.
La directora de la ONT insiste en que esta transmisión de cáncer a través de un trasplante es algo excepcional, una afirmación que está avalada por los datos. Según distintos registros, sólo entre uno y cinco de cada 10.000 órganos trasplantados lo son con células malignas. Un registro español publicado en 2008 corrobora esas mismas cifras. "El mensaje es tranquilizador, es un procedimiento muy seguro", concluye Domínguez-Gil.