Un estudio publicado este miércoles en The BMJ Open ha protagonizado titulares en toda la prensa internacional. La noticia ha sido recogida por todos los medios como lo que es, un dato negativo que afecta a uno de los productos más consumidos por niños y adultos de todo el mundo: el yogur, que ha pasado de considerarse un alimento saludable a uno bajo sospecha, tras desvelarse que el contenido en azúcar de la mayoría de los que se venden en los supermercados es muy superior a los niveles recomendados.
Sin embargo, el trabajo-cuyos resultados son, según un análisis llevado a cabo por la web sinAzucar.org con 704 yogures españoles, extrapolables de Reino Unido a España- salva de la quema a un tipo concreto de este producto: el yogur griego. Esto ha hecho, que algunos medios de este país acojan con regocijo la noticia.
Pero, ¿es realmente sano este producto a pesar de sus bajos niveles de azúcar en comparación con el resto de los yogures? Para Antonio R. Estrada, creador de la citada web, aunque hayan salido favorecidos en la media, hay ciertos yogures griegos con un elevadísimo contenido en azúcar. El experto cita en concreto uno de straciattella de la marca Oykos, con 18,8 gramos de azúcar. El griego de la misma marca natural contiene sólo 3,5 gramos.
La razón por la que este tipo de yogures tienen menos azúcar reside en una desventaja frente a otros: su alto contenido en grasas. "Los desnatados tienen que disimular esta cualidad añadiendo azúcar, porque la grasa aporta un sabor extra", comenta Estrada a EL ESPAÑOL.
En principio, podría parecer que un alto contenido en grasa hace de este tipo de yogur un producto poco saludable, pero distintos estudios han demostrado que los lácteos enteros son cardiosaludables y, de hecho, lo son hasta más que su versión sin grasa.
El proyecto SUN de la Universidad de Navarra, que estudia los efectos de la dieta en más de 22.000 voluntarios, ha comprobado ese efecto cardioprotector de los yogures y también la paradoja de que los desnatados no son mejores que su versión entera.
Su coordinador, el catedrático de la Universidad de Navarra Miguel Ángel Martínez, confirma que no se observan diferencias entre tomar desnatados o enteros -o con más grasa, como el griego- en cuanto al riesgo de síndrome metabólico, un importante indicador de enfermedad cardiovascular.
Sin embargo Martínez pone un importante "pero" a este efecto protector de los yogures. "El problema es que muchas madres lo utilizan como sustituto de la fruta y en ese sentido sí que no es recomendable", comenta. De hecho, aunque no hay estudios, el experto se pregunta por los efectos a largo plazo de este consumo. "Son grasas saturadas", reflexiona.
El endocrino cree que es muy importante subrayar que no ha de ser un sustituto de la fruta, pero reconoce que "hasta sus más acérrimos detractores" reconocen que tiene beneficios para la salud. Sin embargo, llama a la prudencia y concluye: "No se puede vender el yogur por sí solo -sin tener en cuenta a qué reemplaza- como una fórmula de prevención cardiovascular. No es algo mágico".