En las salas de operaciones quirúrgicas, la ficción supera a la realidad en muchas ocasiones. El British Medical Journal ha publicado esta semana el caso de un hospital sudafricano donde se extrajo un cuchillo de 10 centímetros del cráneo de un paciente. El arma no dañó ningún órgano vital, a pesar de estar alojado en su cabeza durante cuatro días.
El joven de 25 años acudió a un hospital en Johannesburgo por un dolor de cabeza tras una noche de borrachera. El sudafricano se quejaba también de molestias en su ojo izquierdo. Sin embargo, los síntomas no eran tan inocuos como parecían. Las radiografías revelaron la presencia de la hoja del arma blanca.
Se encontraba alojada en el foramen infraorbitario del paciente, un orificio del cráneo situado sobre la fosa canina y debajo de la cavidad ocular. Los rayos X también mostraban que no existía daño neurovascular en la cabeza. "Estaba intentando ayudar a un amigo", describe vagamente este hombre al intentar recordar la pelea que propició su estancia hospitalaria.
El diagnóstico tardó alrededor de 48 horas en completarse. El paciente pasó por el equipo de oftalmólogos del hospital, así como de diversos expertos en cirugía, hasta que le permitieron pasar una noche en las instalaciones. La angiografía -radiografía que analiza los vasos sanguíneos no visibles- no se realizó hasta el día siguiente.
Para la extracción del arma blanca tuvo que pasar otra jornada más. Habían pasado aproximadamente 72 horas tras la consulta inicial del sudafricano. La operación no ha comprometido su salud, quien ha asegurado que se siente agradecido de estar vivo. Los médicos practicaron puntos en el ojo izquierdo del hombre para salvaguardar su integridad física. Fue dado de alta del hospital dos días después.
El caso muestra una curiosa similitud con una serie de televisión. Se trata de Anatomía de Grey, un drama médico basado en un hospital de Seattle. En su séptima temporada, un paciente acude a ser operado en circunstancias similares: no recuerda la noche anterior y tiene una resaca más fuerte de la habitual.
Tras realizar las radiografías pertinentes, el equipo del Seattle Grace descubre el cuchillo incrustrado en la cabeza del paciente. Final feliz tanto en la ficción como en la vida real.