La lengua, como cualquier otra parte del organismo humano, suele tener un color, forma y textura variables en función del individuo, pero en unos parámetros que los profesionales consideran dentro "de la normalidad". Las alteraciones que se observen en este órgano tan sensible y expuesto pueden dar muchísima información sobre el estado de salud en el que nos encontramos.
De hecho, una de las primeras cosas que se explora cuando se produce un resfriado común, la más común de las consultas médicas, es la lengua y la cavidad oral en general. El dolor de garganta no siempre es el culpable: la lengua también puede llegar a ser la causante, o dar valiosas pistas al respecto de la situación.
Una lengua saludable suele tener un color rosado, una textura relativamente lisa y sin grietas, y suele mantener una humedad relativa moderada gracias a la saliva que producen las glándulas salivares que contiene. Si bien es cierto que puede poseer una mínima capa blanquecina sobre sí misma, hay que controlar que se mantenga dentro del rango de la normalidad.
El color de la lengua, a examen
El rosado de la lengua puede ser más o menos rojizo dependiendo de cada individuo e incluso varía según nuestra raza, pero son variantes que entran dentro de la normalidad. Sin embargo, un color rosado o rojizo intenso implica una anomalía, un signo conocido como lengua aframbuesada y signo de la escarlatina, una infección típica de la edad infantil.
Por otro lado, una lengua de color marronáceo o incluso negruzco puede traducir un consumo excesivo de tabaco e incluso de ciertos tipos de alcohol de alta graduación. En la otra cara de la moneda, una lengua pálida o excesivamente blanquecina puede ser signo de deshidratación o de falta de nutrientes -como vitaminas del grupo B- o anemia.
Si lo que se produce es un aumento del grosor de la película blanca de la lengua, añadiéndose grumos, podría ser un signo de una infección por hongos, conocida como candidiasis bucal o muguet oral, entre otras razones.
Finalmente, una lengua de color amarillento puede avisar de problemas hepáticos, concretamente de colecistitis aguda o inflamación de la vesícula biliar. Esto da lugar a una obstrucción del conducto transportador de la bilirrubina, un pigmento cuya acumulación da lugar a un tono amarillento tanto en la piel como en otras zonas, como los ojos o la lengua.
¿Agrietada o lisa? Ojo a su textura
Aunque es relativamente lisa, la lengua debe tener una textura medianamente "rasposa", dado que contiene multitud de papilas gustativas. Sin embargo, si se vuelve completamente lisa -una situación también conocida como "lengua depapilada"- podría ser un signo de anemia por déficit de hierro.
Si se producen manchas, úlceras o bultos en la lengua, puede ser signo de falta de vitaminas, aunque las causas pueden ser múltiples: desde ser síntoma de una alergia hasta el primero de una infección por virus -como el herpes simple-, tuberculosis o incluso sífilis.
Si lo que se ve es un bulto localizado y solitario, puede ser el primer síntoma de cáncer de boca en individuos que normalmente fuman y/o beben. Todos estos casos suelen acompañarse de otros síntomas sobreañadidos y no suelen aparecer por sí solos, por lo que siempre será necesario un diagnóstico médico previo a aventurar cualquier enfermedad.
Si lo que se producen son grietas linguales, suele apuntar a problemas digestivos, como una gastritis. Si, en su caso, lo que aparecen son llagas orales, la falta de vitaminas del grupo B -vitamina B3, B6 y B12 en particular-, o la falta de hierro, podrían ser los causantes. Por otro lado, también puede deberse al estrés crónico sin una causa fisiológica aparente.
¿Es demasiado grande?
Por su parte, el tamaño de la lengua también es importante. Una lengua excesivamente grande se conoce como macroglosia, una situación que en ocasiones tan solo puede provocar molestias a la hora de hablar o consumir alimento, pero también se asocia a determinados trastornos genéticos. Es el caso de la acromegalia o exceso de hormona del crecimiento, el hipotiroidismo o la diabetes, e incluso en el Síndrome de Down.
Además, un tamaño excesivo de la lengua -incluso sin llegar a poder ser catalogada como macroglosia- ha demostrado provocar problemas para dormir, dando lugar al síndrome de la apnea del sueño.
Cuando no deja de picar...
Además de todas estas lesiones y anomalías de la lengua, algunas más conocidas que otras, también existen determinados trastornos o enfermedades centrados en la lengua que en ocasiones son muy llamativos pero poco conocidos.
Uno de ellos es la Glosodinia o "Síndrome de la Boca Ardiente", un trastorno de causa desconocida hoy en día cuyo síntoma clave es la sensación de estar quemándose la lengua de forma continua, independientemente del alimento o bebida consumidos, y sin sufrir ninguna lesión física aparente en la lengua.
Suele empeorar durante el día y mejorar durante la noche. El trastorno no tiene un tratamiento estándar conocido, aunque algunos casos parecen mejorar con medicación ansiolítica, como el clonazepam, aunque solo funciona en dos de cada tres casos y se desconoce por qué hay un tercio que no responde al tratamiento.
... y cuando le sale pelo
Por otro lado está la lengua negra y peluda, un trastorno que implica el crecimiento de un tipo de papilas de la lengua, las papilas filiformes, cuya función es arrastrar los alimentos hacia el interior de la boca y que no contienen papilas gustativas. Este trastorno puede teñir la lengua de otros colores, como marronáceo, tostado, verde, amarillo o blanco, pero siempre asocia una textura "pelucida".
Sus causas son múltiples, destacando el consumo de tabaco o alcohol, café o té negro en exceso, tener una dieta blanda demasiado tiempo, o el consumo de determinados tipos de antibióticos. Su solución es mucho más fácil que en el caso anterior: eliminando el causante, la lengua vuelve a su estado normal.
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