Aunque actualmente se utilizan múltiples escalas de factores de riesgo cardiovascular, con el objetivo de poder medir el riesgo de acabar sufriendo un evento cardíaco -como un infarto de corazón- o un evento cerebrovascular -como un ictus-, la realidad es que tan solo se trata de aproximaciones indirectas, en ocasiones muy alejadas de la realidad.
Por ejemplo, una de las escalas más usadas en España es la escala de riesgo Score, la cual tiene en cuenta factores de riesgo como la edad, sufrir o no enfermedades como hipertensión, diabetes mellitus o enfermedad renal crónica, y el consumo de sustancias tóxicas como el tabaco. Gracias a dicha escala se decide el inicio de fármacos contra el colesterol, como las estatinas, los cuales están siempre indicados tras sufrir un infarto o un ictus.
Ahora, un nuevo análisis de sangre que tan solo costaría 40 libras -unos 45 € al cambio- sería capaz de identificar a aquellos individuos más propensos a sufrir un infarto gracias a sus genes.
Un análisis de sangre para identificar el riesgo de infarto
De hecho, según sus conclusiones, poseer unos "genes de alto riesgo" daría lugar a sufrir un ataque cardíaco unos 15 años antes.
Para el desarrollo de esta prueba se han secuenciado 1,7 millones de variantes genéticas, y se ha llegado a probar en 480.000 individuos, de los cuales 22.000 desarrollaron enfermedades cardíacas. Aquellos individuos que se encontraban entre el 20% con más riesgo tenían hasta cuatro veces más probabilidad de sufrir un evento cardiovascular que los individuos que estaban entre el 20% con menor riesgo.
Según Sir Nilesh Samani, autor principal del trabajo y director de la Fundación Británica del Corazón, colaboradora en el desarrollo de este estudio, sugiere que esta nueva prueba podría ayudar a seleccionar mejor a los pacientes que se beneficiarían de intervenciones de prevención primaria, a la vez que descartaría pruebas en aquellos individuos donde fuesen innecesarias.
Paradójicamente, existían casos de hombres que tenían una puntuación genética más elevada para acabar sufriendo un infarto, pero constaban como "sanos" en los controles que se llevaban a cabo mediante el protocolo del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido -NHS-. Esto supondría que tenían más posibilidades de sufrir un infarto que otros cuyos factores de riesgo salían mal, como un colesterol elevado o una tensión arterial elevada, a los cuales sí se les ofreció medicación para disminuir su riesgo.
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