El refrán "A quien madruga, Dios le ayuda" podría tener más sentido que nunca si se confirman los resultados de un estudio recién presentado en el congreso anual de cáncer NCRI, que se está celebrando en Escocia. El trabajo, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bristol , ha demostrado que las mujeres que prefieren las mañanas a las noches porque consideran que funcionan mejor en ese momento del día, también conocidas como mañaneras o alondras, tienen menos riesgo de cáncer de mama que las noctámbulas.
Para ello, han estudiado datos de 180.215 mujeres participantes en el proyecto del UK biobank, personas que se dejan analizar genéticamente para el avance de la ciencia y de otras 228.951 pacientes de cáncer de mama que han hecho lo propio en un amplio estudio del genoma llevado a cabo por el Breast Cancer Association Consortium (BCAC).
Los investigadores han analizado las variantes genéticas asociadas con las preferencias personales por la mañana o la noche, la duración del sueño y el insomnio, todas ellas identificadas en estudios previos y las han comparado con el riesgo de desarrollar cáncer de mama, el tumor maligno más frecuente en mujeres y del que sólo en España se diagnostican 26.000 casos al año.
Para llevar a cabo su análisis, los autores dirigidos por Rebecca Richmond utilizaron la aleatorización mendeliana, un método que usa variantes genéticas para determinar si una asociación observacional entre un factor de riesgo y un resultado es consistente con un efecto causal.
Genes de mujeres sanas y enfermas
En concreto, los científicos incluyeron datos de 122.977 casos de cáncer de mama y 105.974 mujeres sin la enfermedad y encontraron que la preferencia por las mañanas reducía el riesgo de sufrir la dolencia en un 40% en comparación con las personas más noctámbulas, a las que se conoce como búhos.
No fue el único hallazgo sorprendente. Frente a la recomendación extendida de dormir mucho como garantía de salud, los autores vieron que las personas que dormían más allá de las entre siete y ocho horas recomendadas aumentaban un 20% su riesgo de cáncer de mama por cada hora adicional de sueño.
Richmond, sin embargo, pide cautela: "Nos gustaría ir más allá e investigar los mecanismos detrás de estos resultados, ya que estas estimaciones se han obtenido basándonos en preguntas relativas a las preferencias personales por el día o la noche y no a los hábitos reales de si la gente se levanta más o menos temprano". En otras palabras, aclara, del estudio no se puede deducir que cambiar los hábitos de horario modifique el riesgo de cáncer de mama. "Es más complejo que eso", subraya.