Una leyenda urbana muy difundida es que hay más partos las noches de Luna llena, pero no es más que eso, una leyenda urbana. Los datos lo demuestran una y otra vez. Lo dejó claro un amplísimo estudio que analizó más de 560.000 nacimientos ocurridos en Estados Unidos durante 62 ciclos lunares.
Investigadores del Mountain Area Health Education Center de Asheville (Carolina del Norte) publicaron los resultados en 2005 en la revista The American Journal of Obstetrics and Gynecology y no encontraron que el número de partos ni las complicaciones en los mismos se pudieran relacionar de ninguna manera con las fases lunares.
Lo mismo ocurrió en España cuando otra investigación analizó 45.000 nacimientos que tuvieron lugar en hospitales gallegos durante 45 ciclos lunares: ni rastro de una posible influencia de la Luna llena, creciente, menguante o nueva. Tampoco hay diferencias en el sexo de los recién nacidos.
Entonces, ¿por qué el propio personal sanitario suele difundir esta leyenda urbana basándose en su experiencia personal? Quienes han estudiado esta cuestión lo tienen claro: el hecho de conocer el mito hace que se fijen especialmente cuando hay Luna llena e inconscientemente se acuerdan más de los partos ocurridos en estas circunstancias.
De hecho, nunca se ha comprobado científicamente que la Luna tenga influencia directa sobre la Tierra en otra cosa que no sean las mareas y mucho menos en el ser humano. Ni siquiera en la agricultura, por mucho que la creencia popular también indique que es bueno o malo plantar o recolectar determinados cultivos en fases concretas.
En horarios y fechas determinados
Sin embargo, entre las estadísticas de los partos podemos encontrar otras que a primera vista pueden parecer aún más sorprendentes. El momento en el que más se producen son los lunes entre las 8 y las 9 de la mañana, según un análisis realizado con datos estadounidenses. En cambio, hay pocos partos por la noche y los fines de semana. ¿Vienen ya los niños predispuestos a irrumpir en nuestros horarios laborales? La explicación es muy sencilla: cada vez hay menos partos espontáneos, la mayoría están programados.
En el caso de esas estadísticas, en Estados Unidos un 32% se produce por cesárea y un 18% son inducidos. Y claro, se programan a conveniencia de los profesionales sanitarios. Un informe publicado en 2016 por El Parto es Nuestro con datos de la Comunidad de Madrid llamaba la atención sobre esta cuestión y recogía cómo en algunos días de fiesta apenas se producen nacimientos.
De hecho, los más populares son los del 1 de enero, porque los "primeros niños del año" sirven para rellenar minutos de telediarios y páginas de periódicos, pero justo ese día es el festivo en el que menos partos se producen, seguido por otros como el Día de Reyes, el 15 de agosto o el 12 de octubre. La comparación entre 1975 y 2010 evidencia cómo hemos evolucionado en este tema. Mientras que hace cuatro décadas no había diferencias entre unos días y otros, ahora se dejan sentir los distintos días de la semana, los puentes e incluso las vacaciones.
En los últimos días de julio, justo antes del gran éxodo veraniego, la llegada de bebés al mundo cae en picado.
Verano: la "temporada alta" de concepciones
Por cierto, según ese mismo análisis existe una "temporada alta" de las concepciones en cada país. Mientras que en Austria es en Navidad, en España se sitúa claramente en verano y la prueba de ello es que el mes que registra más nacimientos, tras los correspondientes nueve meses, es mayo.
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