Por un lado, los jóvenes tardan cada vez más en marcharse de casa en todo el mundo occidental por factores socioeconómico, lo que dificulta la intimidad en la relación de pareja. Por otra parte, los padres están cada vez más presentes en las vidas de sus hijos hasta una edad cada vez más tardía: "Nos presionan inmensamente", valora un veinteañero entrevistado. La tutela parental ha contribuido con efectos beneficiosos, como que los embarazos adolescentes caigan a mínimos históricos, pero impide a los jóvenes experimentar como hacían antaño.