El sexólogo que alerta contra Tinder: "Es comida basura sexual"
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Dicen que ligar casi es más cosa de algoritmos que de encuentros más o menos fortuitos en bares o discotecas. El poder para emparejar de aplicaciones empleadas en buscar compañeros de cama es un fenómeno irreversible. Tinder, por nombrar la aplicación más popular, está activa en más de 190 países. Según datos de esta empresa con sede en Los Ángeles, se organizan a través de ella un millón de citas cada semana en el mundo.
Es de suponer que un importante número de esas citas terminan con los usuarios manteniendo relaciones sexuales. A fin de cuentas, Tinder tiene fama de ser una aplicación para el sexo casual. La empresa estadounidense dice de ella misma que facilita "conexiones" entre personas. Recatadamente, en la célebre app de citas aseguran que su tecnología sirve para encontrar "un amigo, una cita, un romance e incluso la posibilidad de cambiar la vida de alguien para siempre".
¿Para siempre? Escuchar al sexólogo y psicólogo especializado en sexualidad alemán Christoph Joseph Ahlers invita a no poner demasiada fe en este tipo de aplicaciones de internet. Él ha visto en su consulta empedernidos usuarios de este tipo de tecnología frustrados después de mucho sexo casual. También ha visto acudir a terapia parejas formadas gracias a un internet que ha servido de celestina pero que no tienen de qué hablar. Los algoritmos no lo son todo en el amor, ni en el sexo.
Hace unos días, Ahlers intervenía en una de las salas de la Sociedad Científica Urania de Berlín para hablar de "amor, sexualidad y pareja en internet". Mientras firmaba libros a la salida de su intervención -Ahlers es un autor de éxito en Alemania- levantaba la cabeza y explicaba a EL ESPAÑOL a cuenta de Tinder y compañía: "Estas aplicaciones van muy bien a mucha gente. Permiten a muchas personas ponerse en contacto las unas con las otras. Pero las relaciones ahí son eso, algo a lo que se tiene acceso fácilmente, se consume porque se puede".
Ahlers decía eso para después seguir firmando copias de su éxito editorial Von Himmel auf Erden (Ed. Goldmannn) o Del cielo a la tierra, un libro "sobre el significado de la sexualidad". Ese volumen, pese a datar de 2015, sigue teniendo lectores.
Convertirse en objeto de consumo sexual
Frente al numeroso público que reunió, Ahlers no dudaba en comparar las aplicaciones empleadas para el sexo casual, como Tinder, con la "comida rápida". "Uno lo lleva consigo, lo consume y luego tira el envoltorio", decía Ahlers. Aludía a lo que se ha convertido el sexo con este tipo de aplicaciones.
"Cuando no me gusta el perfil de la persona que veo en la aplicación, lo mando para la izquierda, si me gusta, a la derecha, y si la otra persona le da a la derecha a mi perfil, podemos estar en contacto", describe Ahlers el funcionamiento de la aplicación. Así, estas aplicaciones reducen extraordinariamente la atracción entre personas. Para Ahlers, esa reducción es elocuente. "La actitud de esta tecnología dice mucho del valor que se le da a la interacción" entre personas, según este reputado sexólogo.
Ligar a base de perfiles, en definitiva, no deja de ser, según Ahlers, hacerse "publicidad" de uno mismo, pues la idea es convertirse en un "producto consumible". Pero esa publicidad puede ser engañosa, sobre todo cuando "se suben fotos al perfil de hace diez años o cuando se utiliza Photoshop en las fotografías actuales", comenta el sexólogo berlinés sobre prácticas habituales en las aplicaciones para ligar.
El síndrome del burn-out del sexo ocasional
Hasta su clínica, según cuenta Ahlers, han llegado expertos usuarios de este tipo de aplicaciones – "sex-daters" los llama el sexólogo – que se sienten "quemados" por estar saltando de cama en cama, cambiando de pareja de forma casi constante, app mediante. Estos pacientes son hombres y mujeres que han sido tal vez demasiado ambiciosos con el uso de aplicaciones para citas tipo Tinder, Happn, Lovoo o Antidate.
Llegan a terapia deseando cambiar el sexo casual por relaciones a largo plazo. "Yo llamo a este síndrome, el burn-out del sexo ocasional", sostiene Ahlers. Ocurre "al divertirse uno alimentándose sexualmente de comida basura y, por eso, después desear comida de verdad".
Casos así parecen poco habituales. En realidad, seguir las reflexiones de Ahlers dan para cuestionar la efectividad de las aplicaciones para ligar. Así el sexólogo berlinés cita un estudio del Instituto de Hamburgo para la Sexología según el cual, pese a todos las interacciones de pareja que se supone ofrecen las nuevas tecnologías, "el 95% de las relaciones sexuales que se mantienen [en Alemania, ndlr.] ocurren en relaciones estables de pareja".
"Los solteros son el 25% de la población en Alemania, pero sólo representan el 5% de las relaciones sexuales que se dan", recuerda Ahlers. No se quedan ahí las observaciones críticas que hace frente a las nuevas tecnologías puestas al servicio del match, lo que ocurre cuando dos personas se gustan, por ejemplo, en Tinder. Ahlers, que está al frente del Instituto para la Psicología Sexual y tiene una clínica para la terapia de parejas y terapia sexual, ha visto parejas sufrir por culpa de los algoritmos.
Hasta su consulta han llegado no pocos casos de parejas en crisis con algo en común: los afectados se conocieron a través de internet. Las parejas se pueden formar en la red, sí, pero según Ahlers, carecen de relato propio. A su entender, en unas apps donde uno ha de ofrecerse cual producto, se pueden generan demasiadas expectativas.
Cuando el algoritmo funciona, pero la pareja no
"Me ocurre una y otra vez en mi consulta. Con parejas que se han formado en Internet. ¡Empiezan siempre en silencio!", escribe Ahlers en su libro. En estas parejas es todo el "registrarse, entrar en la app, conseguir un match, escribir algo, encontrarse y dar la persona por buena. El algoritmo ha funcionado", señala Ahlers a cuenta de este tipo de pacientes.
El silencio que caracteriza las primeras sesiones de las parejas formadas por las nuevas tecnologías se diferencia de los matches offline, los logrados sin necesidad de apps. "Las parejas formadas 'en libertad', que se han conocido en el trabajo, por los amigos, con referencias sociales propias, siempre tienen un mito en la formación de su relación al que referirse. Esto falta en las parejas que se forman online", según Ahlers.
Él avisa, además, de las falsas expectativas que generan las aplicaciones tipo Tinder o Parship. Ésta última es una aplicación como la estadounidense pero con sede en Hamburgo. Se supone que la empresa germana está especializada en generar parejas serias. "Hacer matches serios para hombres y mujeres", es el lema de la compañía en uno de la buena docena de países en los que está activa.
Pero "las personas que se conocen a través de un portal de contactos, están llevados por la fe y las exigencias en la otra persona", según Ahlers, entre otras cosas, porque han pagado por hacer ese contacto. Las expectativas que generan los perfiles sobre los que se da a like – porque pueden llevar a ideas que no se ajustan a la realidad – llegan a ser "decepciones programadas", de acuerdo con los términos del sexólogo de Berlín.
"Eso no ocurre con las personas que se conocen en contexto sociales, como un bar, en una actividad deportiva o dónde sea", plantea Ahlers. "Ahí se construye algo lentamente, pues existe una sincronía entre los miembros de la pareja", explica.
Con todo, Ahlers no invita a renegar de las nuevas tecnologías. Eso sí, sus reflexiones son un aviso. En el amor por internet, como el que se da fuera de la Red, no es todo del color de rosa.
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