"Estaba teniendo relaciones con una chica y, de repente, sentí un pinchazo en el pene. Cuando fui a mirar qué había pasado, aquello parecía La Matanza de Texas: todo estaba lleno de sangre. Fui corriendo al baño para limpiarme y comprobé que me había desgarrado el frenillo del pene por completo". Pablo, que no quiere decir su apellido, había salido ese día de fiesta con amigos y terminó en su casa manteniendo relaciones sexuales sin preservativo (haciendo caso omiso de lo que le habían enseñado en el colegio).
El frenillo del pene es el tejido de piel que conecta el glande con la parte superior interna del prepucio. Sirve para que esta capa de piel vuelva a su lugar original cuando se ha retraído, sin embargo, se puede vivir perfectamente sin él. De hecho, cuando es demasiado corto puede producir dolor al mantener relaciones sexuales o, incluso, al tener una simple erección.
"Les suele pasar, sobre todo, a hombres con el frenillo breve que, con la fricción y la retracción del pene durante el coito, pueden rompérselo", afirma María Fernanda Peraza, uróloga y experta en Medicina Sexual. Es una parte llena de terminaciones sanguíneas y, por tanto, una zona erógena y muy sensible. Esta es la razón por la que si se desgarra el dolor es muy intenso: "Por suerte, había salido de fiesta e iba como las grecas. No me dolió tanto", confiesa Pablo.
Sangre y escozores
Un desgarro de frenillo en el pene es un accidente bastante escandaloso. El pene se mantiene erecto por la concentración de sangre que hay dentro y, por lo tanto, en estas situaciones se produce una gran hemorragia. "Sangra, sangra mucho. No puede decirse que sea un accidente frecuente, pero, desde luego, pasa. No se asocia con prácticas sexuales demasiado raras: incluso en la masturbación puede ocurrir. Lo peor es el abundante sangrado pero, si pasa, hay que presionarse la herida con lo dedos y acudir a Urgencias", aconseja la uróloga.
Sin embargo, Pablo pospuso su visita a las Urgencias de la Fundación Jiménez Díaz hasta la mañana siguiente. Ahí le lavaron la zona afectada y se la desinfectaron. "Si la noche anterior no me había dolido mucho el desgarro, en ese momento aluciné. No le deseo a nadie el dolor de la desinfección. Los médicos me consolaron diciéndome que era un accidente que pasaba más de lo que yo pensaba". Después de esos cuidados le pusieron vendas en el pene "como si fuese una momia" y le mandaron a casa, no sin antes pedirle una cita en el urólogo.
En manos de un experto
"¡Qué bien se te ha roto el frenillo!", exclamó el urólogo que atendió a Pablo con sorpresa al observar que el tajo había seccionado el frenillo al completo. "Me explicó que si se hubiese quedado a la mitad, me tendrían que intervenir para cortarlo del todo".
Es lo que se conoce como frenuloplastia que, según Peraza, es una intervención diferente con respecto a la circuncisión: en esta se secciona el frenillo pero se mantiene el prepucio. Sin embargo, la médico explica que algunos urólogos deciden dejar el frenillo a medio seccionar si el desgarro ha cicatrizado correctamente y los sangrados no continúan.
Al contrario que la circuncisión que se realiza en caso de fimosis, esta operación se puede evitar. "No es obligatoria. Quienes sientan tirantez en el frenillo a la hora de tener relaciones deben probar primero a utilizar lubricantes. Cualquier hombre podría tener un desgarro al tener relaciones muy intensas, sin embargo, quienes tienen el frenillo breve o perforado con un piercing, tienen más probabilidades", explica Peraza.
Operación para el frenillo sin derramamiento de sangre
Un equipo de científicos de la Universidad de Patras, en Grecia, presentaron un novedoso sistema para operar el frenillo breve en 2009 sin un excesivo derramamiento de sangre. A este método lo llamaron Pull and Burn, es decir, empujar y quemar. De hecho el nombre es muy acertado porque, literalmente, queman la parte del frenillo más tirante con diatermia (una técnica quirúrgica que calienta los tejidos con electricidad o campos magnéticos) y, después, retraen el glande. La zona que ofrece resistencia aumenta sin necesitar puntos.
A finales del 2018, cuando habían apañado un número considerable de frenillos con este sistema, los mismos científicos de Grecia han publicado un nuevo estudio. En esta ocasión estudiaron la relación entre algunas frenuloplastias y la estenosis meatal. Esta enfermedad consiste en el crecimiento de un tejido anormal en la abertura de la uretra que puede dar ciertas complicaciones. Los científicos comprobaron que su método a base de fuego y fuerza era ideal para que los pacientes no desarrollaran más tarde esta complicación.
Una recuperación pesada
Tras haber detenido la hemorragia y desinfectado la zona, se decide si realizar una frenuloplastia o no. Acabados estos procesos, solo queda que el paciente descanse y que las heridas cicatricen. "La recuperación es muy incómoda, básicamente, por dos cuestiones: la primera es que la zona del frenillo del pene es húmeda. Y la segunda es que las erecciones que se producen por la noche pueden reabrir las heridas cuando están poco cicatrizadas. Por supuesto, se recomienda que el paciente no tenga relaciones sexuales en tres o cuatro semanas".
La experta asegura que, a pesar de que el frenillo es parte del glande y que este, a su vez, es la parte más sensible del pene, el placer que reciba el hombre después de la recuperación no va a ser menor. "Tampoco se pierde deseo sexual. De hecho, si pasa, sería por una mala vivencia en la recuperación y eso ya sería asunto de un psicólogo. Pero no es para tanto, hay que desdramatizar".
Eso ha hecho Pablo que manifiesta abiertamente que su pene "está perfecto" y, además, razona: "eso ya no puede romperse por segunda vez". Sin embargo, por si se le había ocurrido alguna fechoría ya tiene a su madre que, después de enterarse, le mandó un whatsapp en el que le pedía que "cuidase su colita".
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