La mayor parte de la población vive colgada de su smartphone y probablemente el lector de este artículo también. Simplemente, piensa: ¿qué es lo último que hiciste ayer y lo primero que has hecho esta mañana? Seguramente la respuesta haya sido "mirar el móvil", bien para comprobar si tienes nuevos mensajes, revisar las redes sociales o echar un vistazo a los medios de comunicación.
La realidad es que vivimos pegados a las nuevas tecnologías -por no decir absortos en ellas-, algo que está afectando a nuestra forma de interactuar con la gente, podría perjudicar a nuestro cerebro y -coloquialmente hablando- nos está atontando. Cabe destacar que el 92% de los españoles tienen al menos un smartphone, según un estudio realizado por las consultoras Kantar Worldpanel y Deloitte.
En concreto, las nuevas tecnologías "están dificultando mucho la capacidad de la gente para mantener la atención y para procesar mensajes complejos", explica Héctor Galván, director clínico del Instituto Madrid de Psicología, a EL ESPAÑOL. "Existe una dificultad para comprender conceptos y elaborar ideas que no había hace una década", explica el especialista, que lo achaca a un uso excesivo de la tecnología.
Este psicólogo clínico explica que hay una disminución de la compresión y de los aspectos productivo y creativo por el uso constante de las nuevas tecnologías. En concreto, apunta al denominado efecto Google: la tendencia a olvidar la información porque no pensamos y recurrimos al móvil para cualquier cosa: "Voy a la panadería y pongo el mapa", ejemplifica.
Galván señala que este abuso está empeorando la calidad de las relaciones sociales, de pareja y laborales. "También está generando la aparición de síndromes de abstinencia ante la ausencia de estímulos tan potentes como las nuevas tecnologías", explica al tiempo que indica que se pueden ver "síntomas de adicción como la irritación e impaciencia en ciertas personas". "Se está viendo en algunos niños a los que, si les quitas el móvil, llegan a gritar y ponerse furiosos con síntomas psicológicos y fisiológicos", añade.
"Nos volvemos más distraídos"
Por su parte, Antonio Cruz Culebras, neurólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal, señala a este diario que aparatos como tablets y smartphones "pueden estar alterándonos a varios niveles". "Actualmente se sabe que pueden disminuir los umbrales de atención. Nos volvemos más distraídos", añade este especialista.
"Se dice que el cerebro está hecho para la multitarea, pero realmente no es así. El cerebro puede focalizar la atención en una cosa y luego pasar a otra, pero simultáneamente es muy difícil hacer dos cosas productivas de alto nivel cognitivo", explica el especialista del hospital madrileño. "La mitad de los usuarios de móviles revisa su teléfono varias veces en una hora, consecuentemente lleva a una falta de atención y disminución de la productividad laboral o genera niveles aumentados de estrés, que tiene efectos en la vida personal y familiar", explica.
En concreto, el neurólogo explica que los llamados nativos digitales "se están volviendo cada vez más dependientes de estas tecnologías, toleran menos la soledad y esto genera estrés". "También puede ocurrir una falta de introspección, que a veces es necesaria para llevar a cabo una actividad laboral o de ocio", señala.
Pero Cruz matiza que es pronto para saber si esto puede ser una enfermedad y que no se puede observar un cambio morfológico como tal. Pero las nuevas tecnologías sí pueden generar cambios de funcionamiento del cerebro: "Sí nos volvemos menos sociales por estar todo el día con el móvil, y tener menos relaciones personales disminuye las conexiones neuronales". "Además, el hombre es un animal social que siente placer al estar en sociedad, pero si estas actividades disminuyen, sus conexiones neuronales también y por consecuencia se va a volver una persona con menos capacidades de decisión y menos memoria", añade.
Altera los patrones de sueño
Ambos especialistas coinciden en que los patrones de sueño se pueden ver afectados por culpa de las nuevas tecnologías. El neurólogo explica que el insomnio está relacionado con el estrés y "tener el móvil al lado mientras dormimos no es una recomendación para alguien que quiere dormir, no por la ondas que puedan generar los aparatos, eso está descartado". "Pero sí por esa compulsividad que crea estar mirando todo el tiempo", relata.
El psicólogo añade que "ver una pantalla justo antes de dormir confunde al cerebro, que cree que sigue siendo de día y no segrega la melatonina, que es la hormona que produce el sueño, por lo cual se recomienda dejar pasar entre 10 y 15 minutos sin pantallas antes de dormir".
La clave es compensar
Los expertos matizan que la nuevas tecnologías en sí no son malas, sino que depende de su uso. El psicólogo lo ejemplifica con la metáfora del tenedor: "Puede servir para agredir o para comer, depende del uso".
"Lo que desde luego está claro es que tenemos que empezar a adquirir hábitos respecto al uso de las tecnologías. Desde el clásico ejercicio de no tener los móviles en la mesa durante las comidas o plantearse algunos momentos con el smartphone silenciado", explica el especialista en salud mental. "Se trataría de crear unos espacios libres de tecnología. La tecnología en sí no es mala, pero el abuso puede serlo", sentencia.
Además, el neurólogo apunta a que "se debe, como en todo, hacer un balance". Igual que el otro experto, señala que "la tecnología en sí no es mala. Por ejemplo, estamos extrayendo mucha información que permite detectar arritmias antes. Pero al mismo tiempo hay que hacer un balance. Hay muchos expertos que recomiendan hacer descansos tecnológicos o periodos de desconexión".
[Más información: Nomofobia: la adicción al móvil que también sufre Jordi Évole]
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