Las pulseras Fitbit, los relojes Apple Watch, cada vez son más los wearables que dan a sus usuarios información sobre su salud pero todos se basan, hasta ahora, en analizar las pulsaciones y los pasos. Se trata, además, de dispositivos rígidos y algo pesados que lo que analizan son métricas y no la biología que hay detrás, la verdadera esencia del individuo, como recuerdan en este artículo de The New York Times.
Pero todo esto puede cambiar con unos nuevos sensores, más parecidos a una tirita que a una pulsera, que lo que te cuentan no es si has caminado mucho o has dormido bien, sino si estás deshidratado, si tienes los electrolitos disparados o incluso si padeces diabetes.
Por supuesto, estos no miden -de nuevo- el ritmo de los latidos cardiacos, ni las veces que el pie golpea sobre el suelo. Se fijan en algo que mucha gente trata de disimular, sobre todo por el olor y que, sin embargo, da una información valiosísima de cada persona: el sudor. Un líquido que siempre está ahí, por mucho que nos empeñemos en evitarlo con desodorantes o con ropa ligera y que permite analizar multitud de químicos al mismo tiempo.
Información en tiempo real
El último hito científico en este campo se describía a principios de año en Science Advances y es una especie de tira que se adhiere fácilmente a la piel. En tiempo real, recoge información sobre el PH del portador, la tasa de sudor y los niveles de cloruro, glucosa y lactato de potasio.
No se trata de valores poco importantes. Por el contrario, los niveles elevados de algunos de estos compuestos pueden ser un signo de que se padece fibrosis quística, diabetes o de que se está experimentando una falta de oxígeno.
"Es uno más en una tendencia que ya se está viendo en medicina, que cada vez es más personalizada y que se aproxima de esta forma al tratamiento y al cuidado de la salud", explicaba el desarrollador principal del avance, John Rogers al rotativo estadounidense.
Más ventajas de este nuevo dispositivo: no requiere de pilas ni de cables y combina las ventajas de varios dispositivos en desarrollo en uno solo. Existen algunos ya que se basan en la colorimetría, en los que la intensidad del color que se ve indica la concentración de determinado químico, mientras que otros usan sensores eléctricos para leer lo mismo. El último avance mezcla ambas posibilidades.
Pero, ¿cómo funciona el nuevo sensor? Está dotado de unos minúsculos agujeros en su base donde el sudor se deposita de forma natural. Desde ahí, una complicada red de válvulas y microcanales, de una anchura parecida a la de un cabello humano, dirige dicho sudor a pequeños reservorios, cada uno de los cuales tiene un sensor que reacciona a los químicos presentes en el sudor, como la glucosa o el lactato de potasio.
Según explican sus fabricantes, el nuevo dispositivo es versátil ya que se puede programar para medir el mismo químico, o distintos, a lo largo de un periodo de tiempo. Por ejemplo, podría observarse el lactato de un corredor mientras avanza en una maratón. Como además se trata de un wearable resistente al agua, también podrían usarlo los nadadores.
Sin embargo, las ventajas de este nuevo invento tienen un gran inconveniente. A día de hoy fabricarlo es caro y todavía no se ha descubierto un sistema para producirlo a gran escala y a bajo coste. Es lo que permitiría que se pudiera comercializar a gran escala y pudiera, así, revolucionar realmente el manejo de la salud.