Las cremas con protección solar son un producto asociado al verano. Sin embargo, cada vez se destaca más la importancia de utilizarlas durante todo el año. Como todo el mundo sabe, los peligros de la exposición al Sol no sólo tienen que ver con las quemaduras. Los rayos de nuestra estrella pueden alterar la química de la piel y, en consecuencia, desencadenar signos de envejecimiento como las arrugas y las manchas. En las peores situaciones la exposición solar provoca cáncer de piel.
En importante señalar que la luz del Sol contiene dos tipos de rayos que inciden en la salud dermatológica: los UVA y los UVB. El primer tipo de rayos es el que provoca las quemaduras en la piel y el segundo, el que penetra en las capas más profundas de la piel y, por tanto, puede alterar la química celular. Las cremas solares son la principal herramienta para bloquear ambas radiaciones.
Este tipo de cosméticos contienen ciertas moléculas que evitan que los rayos alcancen el núcleo de las células. Concretamente, unas absorben la radiación y otras la reflejan. Todas las cremas se encuentran categorizadas por lo que se conoce como Factor de Protección Solar (SPF, por sus siglas en inglés). Sin embargo, ese número no supone que la protección de unas cremas sea más potente que otras, sino que dura más tiempo. El SPF se multiplica por el tiempo que tardamos en quemarnos (unos 10 minutos) y el resultado es el tiempo que aguanta la protección. Sin embargo, si nos bañamos o sudamos, la barrera se diluye y debemos volver a aplicarnos crema.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado una selección de las mejores cremas solares del mercado, divididas en tres tipologías: cremas para niños, cremas en spray y en loción. En esta lista se detallan las cinco mejores cremas que ha seleccionado la OCU que no están indicadas para niños.