El síndrome del ojo seco ya es el primer motivo de consulta con el oftalmólogo en España. Se trata de una patología muy frecuente, cuya incidencia supera el 20% en la población mayor de 40 años. El número de casos aumenta significativamente con la edad y especialmente en mujeres, ya que por circunstancias como la menopausia, son más propensas a padecer esta enfermedad.
El ojo seco es una enfermedad multifactorial, señala la Sociedad Española de Superficie Ocular y Córnea (SESOC), que se caracteriza “por una pérdida de la homeostasis de la película lagrimal” y que se acompaña de síntomas “en los que intervienen la inestabilidad de la película lagrimal, la inflamación y daño de la superficie ocular”. Otros signos de esta patología incluyen pesadez en los párpados, visión borrosa y la incapacidad de mantener la vista fija.
Las consecuencias del síndrome del ojo seco “pueden ir desde una irritación ocular leve pero constante a una inflamación significativa e incluso a la aparición de cicatrices en la superficie frontal del ojo”, afirma el Dr. Nabil Ragaei Kamel, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud San José. En casos extremos, el ojo seco podría “incluso causar úlceras corneales”.
Los factores de riesgo de esta enfermedad comprenden un amplio abanico que se divide entre factores modificables y no modificables. Estos últimos son la edad, el sexo femenino, las enfermedades que afectan al tejido conectivo (un grupo de enfermedades que dañan la estructura de algunos tejidos), el síndrome de Sjögren (una patología autoinmune que ataca las glándulas que producen las lágrimas y la saliva) y, el más característico, la disfunción de las glándulas de Meibomio.
Estas glándulas, situadas en ambos párpados, “son responsables de la secreción de la capa lipídica de la película lagrimal, que protege y mantiene la estabilidad de la película evitando la evaporación rápida de la lágrima”, explica Ragaei. La deficiente secreción de estas glándulas puede causar una excesiva evaporación de humedad en la superficie ocular y contribuir así a la aparición del ojo seco.
Por otro lado, existen algunos factores de riesgo que, de forma indirecta, también influyen en el empeoramiento de la enfermedad. El uso de ordenadores, de lentes de contacto, factores ambientales como la contaminación o el uso de fármacos como antidepresivos o antihistamínicos pueden a menudo agravar los síntomas.
Según el oftalmólogo, el síndrome del ojo seco “va en aumento debido al estilo de vida actual, con muchas horas de dedicación a tareas que requieren esfuerzo visual como ver la televisión, trabajar frente al ordenador o utilizar constantemente dispositivos móviles”. También se da por la situación del lugar de trabajo “en ambientes secos con calefacción o aire acondicionado”
El tratamiento con láser de luz pulsada: apenas dos minutos de intervención
Hasta hace pocos años, el tratamiento habitual para paliar los síntomas de esta enfermedad consistía en la aplicación de lágrima artificial para suplir la falta de lubricación natural del ojo. También se podía “proteger el ojo con humidificadores en los sitios de trabajo con condiciones que puedan producir ojo seco”, añade Ragaei.
Esta técnica mitigaba de forma temporal los síntomas, pero en la actualidad existe un método mucho más definitivo. “El tratamiento con láser de luz pulsada de alta frecuencia (Intense Pulsed Light o IPL por sus siglas en inglés) pone fin a las molestias del ojo seco. Se trata de un tipo de láser que se aplica sin cirugía para mejorar la circulación sanguínea y activar las terminaciones nerviosas del ojo”, explica el oftalmólogo.
“La luz pulsada se aplica por debajo del párpado inferior -no directamente al ojo- y genera una ola de calor interno que estimula las glándulas de Meibomio cambiando la calidad de su secreción y ajustando el nivel de secreción lipídica”. De esta forma, se logra mejorar el estado de la película lagrimal y mantener la estabilidad de la secreción.
La intervención dura aproximadamente dos minutos por ojo, siendo necesarias al menos tres sesiones a lo largo de un mes hasta que se restaure la fina capa de grasa que lubrica y reduce la evaporación de la película lagrimal y el paciente pueda notar los efectos. El láser de luz pulsada no tiene “efectos secundarios ni complicaciones conocidas”, por lo que es una opción totalmente segura.
En definitiva, se trata de una solución a largo plazo, ya que mejora de forma casi definitiva los síntomas del ojo seco, aunque a veces puede ser recomendable “aplicar una sesión de recuerdo para reforzar el efecto beneficioso”, añade Ragaei. Los pacientes olvidarán la dependencia que supone tener que aplicar colirios de lágrimas artificiales a diario pudiendo, en algunos casos, prescindir totalmente de ellos.