"Estamos pasando la ITV, como dice mi hijo", declaraba a los medios Ana Obregón el pasado lunes al ser preguntada sobre el estado de salud de su hijo, Álex Lequio, diagnosticado hace algo más de un año con un tipo de cáncer no especificado. Esa expresión, "pasar la ITV", no es exclusiva del joven madrileño, como reconoce a EL ESPAÑOL la presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Ruth Vera.
Con esas palabras, que reflejan la sensación de "poder seguir funcionando" hasta la siguiente, se refieren muchos pacientes de cáncer a las revisiones de seguimiento de su enfermedad, a las que se tienen que someter todos los enfermos. ¿Todos? Sí, incluso los que padecen cánceres de pronóstico casi excelente como el cáncer de piel no melanoma.
Vera explica que las razones de las revisiones van mucho más allá de lo que más preocupa a los enfermos: las recaídas de la enfermedad. Como comenta la oncóloga, las pruebas periódicas pretenden, por supuesto, detectar las recaídas tanto locales como a distancia -las temidas metástasis- de un tumor maligno, pero también es la forma de analizar los efectos secundarios a largo plazo del tratamiento que se ha aplicado para frenar la enfermedad.
Son los actores menos conocidos del drama que supone para la mayoría pasar por un proceso oncológico, pero eso no quiera decir que no existan. "Tanto la cirugía, como la quimio y la radioterapia pueden tener efectos tardíos, aunque no sean los típicos que se conocen", cita la experta, que también es jefa de servicio de Oncología Médica del Complejo Hospitalario de Navarra, coordinadora de investigación del centro y responsable de la Estrategia del Cáncer en Navarra. Vera pone uno de los ejemplos más conocidos: una disminución de la saliva en los enfermos que se han sometido a radioterapia en la boca.
Razones para las revisiones
Además de una búsqueda precoz de las recaídas, las revisiones periódicas buscan también segundos tumores, ya que sufrir un cáncer aumenta en algunos casos el riesgo de padecer una segunda neoplasia, no relacionada con la original. En este caso, el pronóstico del nuevo cáncer -como el del primero- sería mejor si se diagnosticara en una fase precoz de la enfermedad y esto es mucho más fácil que suceda si la persona está vigilada por su oncólogo. Es lo que le sucedió, por poner el ejemplo de alguien conocido, a Terelu Campos, que fue diagnosticada con un nuevo cáncer de mama en la mama izquierda seis años después de padecer y tratarse con éxito de uno en el otro pecho.
Es algo que también puede suceder a personas con factores de riesgo para distintos tipos de cáncer. "Un paciente puede, por ejemplo, curarse de un cáncer de lengua causado por fumar o por beber alcohol y, al cabo del tiempo, sufrir uno de esófago", ejemplifica Vera.
A veces, esos factores de riesgo no vienen motivados por conductas tóxicas, como sucede con los pólipos en el colon que pueden malignizarse para dar lugar a un primer cáncer y, años después, generar un segundo.
¿Cómo y cuándo?
Vera subraya que sobre las ITV del cáncer se puede hacer de todo menos generalizar. Las revisiones periódicas de esta enfermedad "dependen de cada tipo de tumor y del estadio" y la frecuencia de las mismas está muy relacionada con el riesgo. "No es lo mismo un cáncer de colon en estadio I que se ha curado sólo con cirugía que otro en estadio III que se ha tratado también con quimioterapia", resume la oncóloga.
Lo que sí se puede afirmar de todas las revisiones es que empiezan cuando ya ha finalizado el tratamiento del tumor, aunque no tiene que ser inmediatamente: se suele esperar entre uno y tres meses desde la última sesión o terapia.
Pero, a partir de ahí, todo puede cambiar. "Se suele hacer una planificación a dos años, que se le explica al paciente", señala Vera. El esquema más conocido -primero cada tres meses, luego cada seis, para espaciarlas al año primero y el lustro, después- no es para nada la norma general, que cambia de forma personalizada. "Hay casos incluso que se hace un seguimiento compartido con atención primaria", recalca la presidenta de la SEOM.
En lo que también se puede generalizar es en cómo viven los enfermos esas revisiones, que no son plato de buen gusto para nadie pero a las que "casi nadie falta". Los médicos son conscientes de que sus pacientes lo pasan mal. "Es un miedo humano; muchos te dice que es como volver a revivir la enfermedad", apunta Vera, que aprovecha para recordar que las fechas o rangos de las revisiones son aproximados. "Hay personas que si se les dice que tienen que volver en tres meses marcan el día exacto en el calendario y se preocupan si les dan cita unos días antes o después".
Para intentar acabar con la ansiedad que generan las pruebas -que pueden consistir desde en simples análisis de sangre a una combinación de estas y pruebas de diagnóstico por imagen-, los distintos servicios de oncología llevan a cabo diferentes estrategias. "En el nuestro, por ejemplo, una enfermera revisa los resultados de los informes y si detecta que algo va mal agiliza las citas de los afectados, mientras que hace una llamada tranquilizadora a quienes las cosas les han ido bien", comenta Vera.
En cualquier caso, la experta reconoce que un poco de intranquilidad es algo muy normal, pero que la comunicación rara vez puede ser inmediata. "Es importante explicar que los radiólogos tienen que hacer su trabajo, la máquina no informa per se, son escáneres complejos", apunta.