Cuenta la leyenda que Filípides fue el primer corredor de larga distancia de la historia, cuando tuvo que correr desde la ciudad de Maratón hacia la ciudad de Atenas durante el año 490 a.C. para dar el mensaje de que el ejército griego había derrotado a las fuerzas invasoras persas. Después, falleció en el acto. Recorrió 26.2 millas en total, o lo que es lo mismo, 42.2 kilómetros de distancia, la misma distancia que se usa hoy en día en los más de 800 maratones anuales modernos.
Se tiende a creer que el aumento de temperatura central es la causa de que un corredor desfallezca en una carrera. Sin embargo, como asegura un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad Johns Hopkins, la realidad es que la causa había que buscarla en la insuficiencia renal aguda causada por la rápida pérdida de volumen en forma de agua y electrolitos a través del sudor.
Aunque la leyenda griega asegura que Filípides desfalleció tras "solo" 42 kilómetros, otras versiones históricas calculan que el mensajero griego ya había recorrido un total de 482 kilómetros previamente para pedir ayuda a Esparta y volver, por lo que no es sorprendente que falleciese tras completar más de 500 kilómetros en total en tres jornadas consecutivas.
Sin embargo, los actuales corredores de larga distancia, tanto de maratón como de ultramaratón y otras tantas modalidades de carrera, se enfrentan de forma habitual a una amenaza física a corto plazo, pero no menos grave: la insuficiencia renal aguda o IRA.
En estudios anteriores se llegó a la conclusión de que gran parte de los maratonistas desarrollan IRA a corto plazo tras una carrera pero no se conocían del todo sus causas, escribe Chirag Parikh, autor principal y miembro del Departamento de Nefrología de la Universidad Johns Hopkins. Según su estudio, que publica The Clinical Journal of American Society of Nephrology, la pérdida de líquido total y electrolitos (sobre todo sodio) en las carreras de larga distancia serían los grandes factores causantes de esta enfermedad.
Por otro lado, los investigadores también detectaron durante su trabajo que aquellos corredores que desarrollaban una insuficiencia renal tras un maratón producían niveles exagerados de una proteína llamada copeptina, la cual podría usarse como biomarcador durante los entrenamientos para predecir la susceptibilidad de los corredores a una posible IRA post-maratón.
Cómo prevenir una IRA
La insuficiencia renal aguda se define como un episodio repentino de daño renal. Ocurre en cuestión de horas o días, produciendo una acumulación de productos de desecho en la sangre y alterando el equilibrio de electrolitos por parte de los riñones. Estos órganos, igual que el hígado, actúan como filtros de la sangre.
Así, un mal funcionamiento a corto y medio plazo podría desencadenar graves consecuencias. Entre sus síntomas principales destacan la escasa excreción de orina u oliguria; hinchazón de piernas, tobillos y zonas alrededor de los ojos; fatiga, falta de aliento, confusión, náuseas e incluso convulsiones o el coma en casos severos.
Se trata de una condición relativamente común en pacientes hospitalizados, sometidos a procesos quirúrgicos de gran envergadura o afectos por infecciones graves. Sin embargo, los corredores de maratón también son un grupo de riesgo dado que someten a su organismo a un estrés físico intenso y sostenido, donde el flujo sanguíneo renal se reduce y la tasa metabólica aumenta. En estos casos, mantener el equilibrio de líquido y electrolitos es complicado.
En el caso del nuevo trabajo, se buscó evaluar qué factores afectaban al desarrollo de una insuficiencia renal aguda. Para ello, se examinó a 23 corredores experimentados de entre 22 y 63 años de edad que habían competido en la Maratón de Hartford de 2017. Había casi el mismo número de hombres que de mujeres y su índice de masa corporal oscilaba entre 18.5 y 24.9. Por último, habían completado al menos cuatro carreras de más de 20 kilómetros en los últimos tres años.
Para el estudio se recolectaron muestras de sangre y orina de todos los participantes en tres momentos diferentes: 24 horas antes del maratón, a los 30 minutos de finalizar el maratón y 24 horas después del maratón. Se evaluaron los niveles de sodio, creatina fosfoquinasa, hemoglobina, proteína urinaria y coceptina. Así mismo, se evaluaron algunos marcadores asociados a la lesión renal como la IL18 y la molécula 1 de lesión renal.
Antes del maratón, se colocaron parches de recolección de sudor en todos los corredores, y se los quitaron tras 8 kilómetros de carrera porque se saturaron. También se midió su presión sanguínea, frecuencia cardíaca y su peso en tres ocasiones diferentes. Su temperatura corporal se registró durante toda la carrera gracias a un bioarnés.
Desequilibrios de agua y sodio
Según los hallazgos del estudio, 12 de los 23 corredores (el 55%) desarrollaron IRA tras la carrera, y hasta 17 de ellos (74%) dieron positivo para marcadores de lesión renal. Según las mediciones, aquellos corredores que desarrollaron una IRA clara también asociaban una significativa pérdida de sodio y líquido, que variaba entre 2.3 gramos y hasta 7 gramos de sal en total.
Por su parte, en cuanto al volumen de sudor se refiere, la media era de 2.5 litros y hasta un máximo de 6.8 litros de pérdida de volumen en algunos corredores. De media, un individuo de 70 kg posee unos 42 litros de agua, por lo que perder casi 7 litros de líquido es muy significativo.
Finalmente, la temperatura corporal central se elevó en todos los corredores pero sin diferencias entre ellos, por lo que no pudo considerarse como un factor causal de insuficiencia renal. Eso sí, los investigadores consideran que este incremento, junto a las pérdidas de líquidos y electrolitos, contribuirían al desarrollo de las lesiones renales.
Respecto a los niveles de copeptina, Parikh y sus colegas sugieren que el desequilibrio de líquido y sodio durante un maratón podrían explicar el aumento de la proteína. Se sabe que la copeptina es un precursor de la vasopresina, una hormona cuya secreción está regulada por el volumen de sangre general: si hay poco, la vasopresina ordena a los riñones y los vasos sanguíneos que retengan agua, evitando una caída de la presión arterial y un colapso del organismo.
Según los hallazgos del estudio, los corredores con IRA tendrían niveles de copeptina hasta 20 veces más altos que los que no desarrollan tal lesión renal. Por ello, a mayor copeptina, más vasopresina, menor flujo sanguíneo hacia los riñones, menor filtración renal, menor producción de orina, más inflamación y más riesgo de lesión renal general.
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