En tan solo un año, el nuevo bloque quirúrgico de la Fundación Jiménez Díaz, dotado con tecnología de última generación, ha permitido la implantación de revolucionarias técnicas. Algunas, como las cirugías combinadas permiten la realización de dos o más intervenciones distintas en un mismo procedimiento quirúrgico.
Una de las más recientes ha sido una craneotomía combinada en la que ha participado un equipo de profesionales de los servicios de Neurocirugía, Neurorradiología Intervencionista y Anestesiología. Los nuevos quirófanos híbridos (quirófanos equipados con dispositivos de diagnóstico por imagen) del hospital madrileño permitieron la realización de una angiografía terapéutica, embolización y cirugía. Todo en el mismo procedimiento y en la misma sala quirúrgica.
El paciente presentaba una malformación vascular cerebral en la parte posterior de la zona frontal del cerebro, en la duramadre (meninge adherida a la pared del cráneo), muy cerca de la zona que controla el movimiento. “Era una malformación relativamente pequeña, pero había una fístula dural que ocluía la visualización del resto de la malformación y de una segunda fístula dural”, explica Julio Albisua, jefe del Servicio de Neurocirugía de la Fundación Jiménez Díaz.
“Es una zona que conecta directamente arterias y venas, a las que llega la sangre a una presión a la que no debería y es lo que hace que se puedan romper y provocar hemorragias”, continúa el neurocirujano. En la intervención, “empezaron los radiólogos intervencionistas y embolizaron la primera fístula dural. Luego hicimos una angiografía (examen de los vasos sanguíneos) para poder ver la malformación”, relata Albisua. Una vez localizada, el equipo de Neurocirugía realizó una craneotomía para extirpar la malformación quirúrgicamente, “pero antes de cerrar la duramadre, hicimos una angiografía de control y vimos que quedaba otra fístula dural que había pasado desapercibida con la primera malformación”.
La repetición de la angiografía que permitió confirmar la desaparición de la malformación, indicó la persistencia de una segunda fístula dural que podría haber comprometido el resultado de la operación, con riesgo asociado de hemorragia cerebral para el paciente. Tras una segunda intervención quirúrgica para abordar el resto de fístula dural, “volvimos a hacer la angiografía, vimos que estaba todo bien y pudimos cerrar la craneotomía”, finaliza Albisua. Es la gran ventaja de un quirófano híbrido: “Poder hacer a la vez una angiografía de máxima calidad y la cirugía”.
Dos especialidades trabajando al mismo tiempo en salas completamente equipadas
“Nos ha permitido unir, por un lado, un equipo angiográfico de primer nivel para Neuroradiología Intervencionista en el que es posible cualquier tratamiento endovascular, con un quirófano de Neurocirugía completamente equipado con microscopio y navegador, asegurando la asepsia de la sala y con el paciente colocado en la misma posición, sin necesidad de moverlo”, asegura el neurocirujano.
“Un quirófano híbrido como este nos permite hacer todo sobre la marcha y acabar el proceso en un día, con dos equipos trabajando a la vez”. De otra forma, todo el procedimiento que en esta ocasión se llevó a cabo en una misma mañana, hubiera sido intermitente y habría tomado varios días. Entre otros beneficios, también se minimizan los riesgos y complicaciones para el paciente como hemorragias, isquemia o infección.
Una vez finalizada la intervención, el paciente fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos y, a las 48 horas, fue trasladado a hospitalización sin complicaciones. Al cabo de tan solo seis días de ingreso, fue dado de alta con un pronóstico favorable y exento de cualquier déficit neurológico. “Nosotros tenemos mucha confianza en que ya lo hemos curado para siempre. Si a este paciente no le hubiéramos hecho la angiografía al final de la intervención, no habríamos visto que tenía otra fístula. El poder hacerle una prueba final -antes de cerrar la incisión- da mucha más seguridad”, afirma el neurocirujano.
Albisua explica que, “para el hospital, estos quirófanos nos sitúan, en cuanto a medios, otra vez en la cresta de la ola. Y a los médicos nos hace mucha ilusión el saber que estamos haciendo una actividad puntera, nos motiva mucho”.
La nueva área quirúrgica de la Fundación Jiménez Díaz cuenta con dos quirófanos híbridos, una resonancia magnética de alto campo intraoperatoria (la primera de la sanidad pública española) varios quirófanos polivalentes y un último dotado del sistema Xi Da Vinci para realizar cirugía robótica mínimamente invasiva. “Suponen, sin ninguna duda, un avance tremendo en las posibilidades que tenemos para tratar a nuestros pacientes y en la satisfacción con la que trabajamos todos los días”, concluye el neurocirujano.