La Navidad es una época de tradiciones, un tiempo para estar en familia o para juntarse con amigos, pero casi siempre en torno a una mesa para celebrar las fiestas. Comer, beber, y pasarlo bien. Cada evento durante estas semanas tiene eso en común. Luego están los regalos y, un poco después, y para dar la bienvenida al nuevo año, los propósitos que todos nos hacemos en Nochevieja. Y aunque los hay de todo tipo, hay uno que sobresale: apuntarse a un gimnasio.
Este tipo de negocios viven sus mejores días del año en enero, aprovechando esa sana intención de aquellos a los que las fiestas les han dejado algo más que el recuerdo: algunos kilos de más. Sin embargo, los datos también señalan que muchos de los que acuden motivados el primer día acaban por abandonar pocas semanas después, habiendo perdido dinero y sin solucionar el problema que les llevó a los mismos. Y aún peor, porque los excesos navideños pueden ir más allá de un aumento de peso y traducirse en problemas de salud de diversa índole.
Y cuando la salud es lo más importante que tenemos y a lo que se supedita todo, lo mejor que podemos hacer es cuidarla y buscar una alternativa más sencilla, más barata y más comprometida con nuestro bienestar, que es la de prevenir y cuidarse durante las fiestas de navidad huyendo de excesos. No consiste en dejar de disfrutar sino en atender a una serie de consejos para no acabar con sentimiento de culpabilidad y, sobre todo, para evitar problemas de salud en el futuro.
El 'truco': prevención y hábitos saludables
En realidad, el 'truco' para mantener una buena salud pasa por la prevención, sea cual sea el momento del año. Anticiparse a los problemas y adquirir unos hábitos saludables es una excelente manera de garantizarse salud a medio y largo plazo. Esta filosofía alimenta la medicina tradicional oriental, por ejemplo, cuyos remedios pasan, precisamente, por actuar antes de que pueda sobrevenir un problema. Si bien tampoco hay que ser especialmente estricto, y más en estas fechas, tener un poco de sentido común es clave ante la concatenación de cenas, comidas y fiestas que suelen concentrarse este mes, entre reencuentros familiares, con amigos, o eventos de empresa.
Durante las celebraciones es habitual variar la dieta. Pensamos en la cantidad, que suele ser mayor, pero también en cuanto a la tipología de alimentos que consumimos. En general, y como apunta la Fundación Española de la Nutrición (FEN), en esta época “los menús son elevados en proteínas y grasas”, por lo que, añade, “deberíamos intentar consumir los hidratos de carbono en otros momentos del día para intentar acercarnos al perfil calórico ideal”.
Sentido común y autocontrol
Es difícil alejarse de los menús típicos, más cuando algunos platos son una tradición en sí misma en cada familia. Así, es complicado sustituir alimentos por otros que constituyan una alternativa más saludable así que un buen frente de ataque contra los excesos y las grasas que tan dañinas pueden resultar para el sistema circulatorio se halla en las guarniciones. Generalmente, los acompañamientos suelen llevarse mal con las dietas: patatas fritas, salsas con mucho aceite, azúcares, etc. que podrían dar paso a verduras, por ejemplo, que no suponen mayor dificultad de preparación e incluso pueden ser más económicas.
El verde en la mesa también tiene cabida en forma de ensalada. Es una manera de ‘invertir’ el plato de siempre: tomar vegetales acompañados por algún elemento que aporte más sustancia, frutos secos, o fruta fresca de temporada. Sabor garantizado y más saludable para el organismo.
Pero puede que en nada quede más de manifiesto que estamos ante una ocasión especial que a la hora de los postres. Cada año encontramos los dulces típicos navideños con más antelación en los supermercados. Y si bien resultan irresistibles, no es menos cierto que son una fuente de calorías que puede pasar inadvertida ante el resto del menú pero que, a la hora de la verdad, se notan en la sensación de saciedad con la que podemos levantarnos de la mesa. Por supuesto, si los evitamos entre comidas, mejor. Nuestro nivel de colesterol o la tensión arterial lo agradecerán.
Hay también un componente mental en el disfrute de estas fiestas. Generalmente reunirse en torno a la mesa con la familia es una excusa para disfrutar en compañía y muchas veces no medimos las cantidades. Eso es algo que no suele pasar a lo largo del año pero que nos deja en las comidas navideñas con esa sensación de “no poderse mover”. Así pues, sentido común y autocontrol, para saber dónde está el límite entre el hambre y la gula. A esto le puede ayudar no acudir a la mesa con hambre: se recomienda merendar o tomar algo a media mañana para evitar la ansiedad que a sobreviene a veces ante una mesa cuando el estómago ruge sin freno. Y otro consejo en esta línea es la mesura: comer lento, paladeando, disfrutando de los sabores y masticando bien.
Cuidar el "balance energético" y bailar
En realidad, la nutrición ideal pasa por el concepto de equilibro, lo que de una manera u otra parece complicado de mantener en estas fechas. Ocurre lo mismo con el ejercicio: aunque durante el año seamos activos, la rutina implica un tipo de alimentación que en diciembre se hace más densa, lo que quiebra esa línea y obliga a sobresfuerzos posteriores. Es lo que la FEN señala como una manera de romper el “balance energético”.
La buena noticia es que, pese a las estadísticas y las buenas intenciones de los propósitos de Año Nuevo, no hace falta apuntarse a un gimnasio para alcanzar un buen tono físico. La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de actividad física de 60 minutos al día, así que a veces, pasear después de la comida es una buena solución, pero ya que se trata de fechas con un marcado tinte festivo, habrá más de uno que se entregue al baile...
Y hará bien, porque la danza, además de divertirnos, constituye un ejercicio que conlleva bastantes ventajas. La obvia viene dada porque al fin y al cabo es movimiento, deporte, actividad física que es buena per se. Pero también porque quema grasa, aumenta nuestra flexibilidad, reduce el estrés, mantiene saludable el sistema cardiovascular y regulariza los ciclos del sueño. Y además, ayuda a la memoria e incluso nos sube la autoestima. Es como un bálsamo de juventud.
Otra de las recomendaciones de la FEN gira en torno a la bebida. Es evidente que hay una mayor predisposición al consumo de alcohol dado el ambiente festivo. Vinos, licores o champán son fijos en la mesa, lo que se junta al hecho de que existe una cierta relajación en cuanto a la cantidad para acompañar las copiosas comidas o celebrar las fiestas. Como en el resto de productos, el primer consejo es moderación. Y por supuesto, no conducir posteriormente.
Pero los refrescos también están en el punto de mira, ya que su elevado contenido en azúcar tampoco es saludable. En general la recomendación de las autoridades sanitarias y los expertos es beber agua también, no tanto durante las comidas, pero sí a lo largo del día, ya que además de hidratarnos nos proporciona una sensación saciante al tiempo que ayuda a depurar el organismo.
Como ocurre con el alcohol y la comida, el tabaco es otro de los invitados a las fiestas navideñas. Un invitado más indeseable, si bien se le condede más espacio del que nuestra salud debería otorgarle. De ahí que una buena manera de pasar las fiestas para un fumador sea la contención en la cantidad y, quién sabe si, como propósito de año nuevo, poder dejarlo en los meses siguientes. Como lo de ir al gimnasio, pero en serio: su salud se lo agradecerá.
Cuidar la salud para ganar en calidad de vida
Y es que cuidar la salud no solo tiene que ver con un futuro mejor, sino que supone ganar en calidad de vida en el presente. De ahí que, además de adquirir hábitos más beneficiosos no esté de más pensar en un seguro de salud que acompañe a la persona cuando más lo necesite. Es una cuestión de confianza y de seguridad que puede marcar la diferencia en el presente y en el futuro.
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