El cáncer de piel es el tipo de tumor más frecuente en el ser humano. Un tercio de los diagnósticos de cáncer en el mundo corresponden a un cáncer de piel y, en España, se diagnostican unos 74.000 nuevos casos de cáncer cutáneo y 4.000 de melanoma al año, según la Academia de Dermatología y Venereología, un 38% más que hace cuatro años.
Afortunadamente, el aumento de la incidencia del cáncer de piel en nuestro país no se ha traducido en un aumento de la mortalidad. Esto se debe, por un lado, a una mayor concienciación respecto a los peligros de la exposición solar sin protección, el principal factor de riesgo y quizá también el más evidente, al que se le suman otros como “la edad (siendo más habitual en personas mayores de 50 años), el fototipo, factores genéticos y el estado de inmunosupresión del paciente”, enumera la doctora Silvia Pérez Gala, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital La Luz, en Madrid.
Al mismo tiempo, lo más eficaz para combatir el cáncer cutáneo ha demostrado ser la prevención y la detección precoz. “Estamos viendo tumores en personas que han estado expuestas al sol desde pequeños sin fotoprotección, pero ahora la gente está más concienciada y viene más al dermatólogo”, cuenta. Ya que este tipo de cáncer puede manifestarse de muchas maneras (lunares, manchas rojas, nódulos, verrugas, puntos brillantes) y aunque existen algunas pautas que pueden ayudar al paciente a reconocerlo (bordes y color irregular, sangrado, rápido crecimiento), siempre se debe consultar con un dermatólogo: “Con el dermatoscopio hacemos una detección clínica de la lesión y, si en algún caso hay dudas, haremos una biopsia”, relata Pérez-Gala. Según el resultado, el tratamiento puede ir desde uno relativamente superficial como “cremas, terapias fotodinámicas o crioterapia (con nitrógeno líquido)”, hasta una cirugía.
La cirugía de Mohs: 99% de tasa de curación
En una cirugía convencional la extirpación del tumor se hace en bloque, retirando también un margen relativamente amplio de lo que el especialista considera piel sana. Sin embargo, existe una cirugía aún más precisa que lleva décadas aplicándose en España y que está ganando cada vez más peso como tratamiento de referencia para algunos tipos de cáncer cutáneo: la cirugía micrográfica de Mohs.
Su precisión reside en que la extirpación se realiza de manera secuencial, quitando capas de tejido y controlando microscópicamente los bordes y fondo del tumor. “Cada capa se analiza intraoperatoriamente y el patólogo nos va indicando qué zona alcanza el tumor para nosotros seguir por la capa afectada hasta que el tumor se ha quitado por completo”, explica Pérez-Gala.
Esta técnica permite a los especialistas asegurarse de que “el tumor está extirpado completamente y, además, conseguimos que se respete el mayor porcentaje de piel sana para que la reconstrucción sea menor, porque muchos de estos tumores se localizan en la región facial”. En la cirugía de Mohs, se deja un margen de uno o dos milímetros frente a los cinco milímetros en una cirugía convencional.
Pero la mayor diferencia reside en el análisis de la pieza tumoral. En una cirugía convencional “se dan varios cortes longitudinales y transversales, no se analiza la totalidad de los bordes de la pieza”. En cambio, en Mohs, describe Pérez, “extirpamos todo el tejido que está en contacto con el tumor de forma progresiva para asegurarnos de que está libre". Esta técnica prueba su eficacia con una tasa de curación cercana al 99%, ligeramente superior que en las intervenciones tradicionales.
La cirugía de Mohs “está indicada para la mayoría de carcinomas basocelulares (el tipo de cáncer de piel más frecuente) en la región facial en áreas de riesgo”, detalla Pérez, ya que se trata de zonas (alrededor de los ojos o el área nasolabial) en las que hay mayores probabilidades de que el tumor profundice. También es el tratamiento establecido para otro subtipo de carcinoma, el infiltrante, que crece con ramificaciones y en el que es más complicado determinar los bordes del tumor.
Tras una intervención de aproximadamente dos horas y media de duración, el paciente puede volver a casa, “no es necesario que ingresen, solo en casos de reconstrucciones complejas”, explica la dermatóloga. El tratamiento posquirúrgico dependerá del cierre de la herida, “algunos requieren antibiótico o curas más complejas, pero otros casos se pueden lavar con agua y jabón”, concluye.
Después de haber finalizado el tratamiento, y como ocurre con otros tipos de cáncer, siempre existe una posibilidad de volver a desarrollar la enfermedad. En el cáncer de piel, “una persona que tiene un carcinoma basocelular tienen aproximadamente un 30% de probabilidades de tener un segundo y una persona que tiene dos basocelulares tiene una probabilidad aproximada de un 70% de tener un tercero”, sostiene la dermatóloga, así que “lo más importante”, determina, son las revisiones periódicas posteriores